Los episodios de inestabilidad financiera que tuvieron lugar en la banca estadounidense hace solo unos meses han despertado una cierta preocupación sobre la “salud” de la banca europea.

La pregunta que subyace es qué probabilidad hay de que se puedan reproducir episodios como los que han tenido lugar en EEUU, teniendo en cuenta que en muy poco tiempo, tres bancos estadounidense, el Silicon Valley Bank, el Singature Bank y el First Republic Bank quebraron. El temor a una crisis financiera a esta orilla del Atlántico se acrecentó con los problemas que tuvo el Credit Suisse (que tuvo que ser absorbido UBS) y el episodio de inestabilidad en el Deutsche Bank.

Son muchos los análisis que se han realizado sobre el origen de esas quiebras bancarias, en cuyo epicentro en el caso de los bancos estadounidenses está una mala gestión del riesgo de tipo de interés teniendo en cuenta las singularidades de las tres entidades mencionadas.

Un elevado peso de la inversión en renta fija, unido a la necesidad de tener que hacer frente a la retirada de depósitos de gran importe, desencadenaron pérdidas millonarias que llevaron a la insolvencia dada la magnitud de las minusvalías que afloraron en la venta de esas carteras de renta fija tras la intensidad de la subida de los tipos de interés, que ha ido a más hasta la actualidad, tanto en EEUU como en la eurozona.

Por tanto, se superpone un problema de gestión de tipos y de activos y pasivos con una estructura de funding/depósitos muy concentrada. En el caso del Credit Suisse, el origen de su quiebra es distinto, con pérdidas millonarias ya en 2021 y con episodios “oscuros” en la gestión del banco que minan su imagen.

Se superpone un problema de gestión de tipos y de activos y pasivos con una estructura de funding/depósitos muy concentrada

En este contexto, tiene interés realizar un diagnóstico del estado de salud de la banca europea, así como de sus características en comparación con la de EEUU Este es precisamente el objetivo de una nota técnica que ha difundido el Instituto Español de Banca y Finanzas y que lleva por título Banca Europea vs. Banca de EEUU, análisis que he realizado en coautoría con Juan Fernández de Guevara y que inaugura una nueva serie de documentos que lleva por título “En profundidad”. 

El análisis muestra que, si bien la bancarización de la economía europea es muy superior a la de EEUU en términos del peso de los activos bancarios en el PIB (2,4 mayor), la imagen cambia por completo cuando la comparativa se realiza viendo la aportación de la actividad de intermediación, que suele aproximarse a través del margen de intereses.

Así, el peso en el PIB de los ingresos netos por intereses que obtiene la banca europea es solo es un 23% superior. Lo que explica esta “paradoja” es el elevado margen con el que intermedia la banca de EEUU, que le permite alcanzar niveles de rentabilidad muy superiores a la banca europea.

Así, el margen neto de intereses de la banca norteamericana es 1,7 veces superior al de la banca de la eurozona, lo que contrasta con tener un activo un 26% inferior. Fruto de ese elevado margen, su rentabilidad sobre activo (ROA) en 2022 multiplica por 2,4 el de la banca de la eurozona (1,12% vs 0,48%) y la rentabilidad de su capital (ROE) es 1,7 superior. Como porcentaje del activo, el margen unitario de la banca de EEUU es 2,3 superior al de la eurozona (2,68% vs 1,18%).

El margen neto de intereses de la banca norteamericana es 1,7 veces superior al de la banca de la eurozona,

La comparativa de la banca europea con la de EEUU en términos de indicadores de salud muestra que la banca estadounidense es mucho más rentable y eficiente (menor relación gastos de explotación/margen bruto) y tiene una menor tasa de morosidad. No obstante, esta mayor eficiencia es en parte aparente, ya que la banca estadounidense soporta un coste operativo unitario que duplica el de la europea. Ese mayor coste lo traslada al cliente en forma de un elevado margen de intermediación, lo que supone una pérdida de bienestar social.

Donde destaca la banca europea es en su mayor ratio de solvencia (tanto total como la de mayor calidad, CET1), lo que muestra la importancia de las mayores exigencias regulatorias y su mayor capacidad de resiliencia frente a pérdidas inesperadas.

A este mayor coste, pero a cambio ser más resiliente contribuye el llamado MERL (en castellano, mínimo requerido de pasivos exigibles), que es un requerimiento regulatorio que afrontan los bancos europeos, por el que se crea un colchón extra de solvencia para absorber las pérdidas de una entidad en caso de resolución. Según Oliver Wyman (2023), el mayor coste regulatorio explica entre 0,8 y 1 pp del gap de rentabilidad (ROE) entre la banca europea y la de EEUU

En términos de modelo de negocio, la banca norteamericana tiene una estructura de balance en la que los depósitos es la principal fuente de financiación. En los préstamos a hogares y a empresas el peso en el balance es similar, aunque esta comparación está sesgada por el hecho de que en la banca de EEUU buena parte de los préstamos concedidos son titulizados y finalmente salen del balance. Las titulaciones al otro lado del Atlántico son 10 veces mayores a las europeas. El peso de las tenencias de valores de renta fija y renta variable en los EEUU duplica la de la banca europea.

La banca norteamericana tiene una estructura de balance en la que los depósitos es la principal fuente de financiación

Otro aspecto que destaca la nota difundida por el Instituto Español de Banca y Finanzas es la mayor densidad de red de oficinas en la banca europea (más oficinas por habitante, y de menor tamaño) y la menor concentración del mercado en EEUU Esta menor concentración no le impide alcanzar mayores niveles de rentabilidad, sino todo lo contrario, lo que apunta a la existencia de una menor rivalidad competitiva en la banca estadounidense.

En resumen, tenemos en Europa una banca menos rentable pero más capitalizada y resiliente, y donde hay más rivalidad competitiva. Si bien la banca norteamericana es más eficiente, soporta un gasto de explotación por unidad de activo que duplica el de la banca de la eurozona, lo que supone que el coste social de la intermediación que soporta la economía estadounidense es muy superior, por el elevado margen con el que intermedia y que soportan los clientes.





***Joaquín Maudos es Catedrático de economía de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del CUNEF.