Contextos de incertidumbre y de constantes cambios como el actual exigen cadenas de suministro ágiles y eficientes preparadas para afrontar los imprevistos y las demandas más exigentes. Solo así se podrán tomar las decisiones más adecuadas en cada momento, con el fin de seguir funcionando, evitar roturas de stock, cumplir los niveles de servicio, garantizar el suministro y proteger los ingresos.

Una gran mayoría de las cadenas de suministro, incluso las más "sofisticadas", mantienen un enfoque similar. Se esfuerzan por predecir el futuro con la mayor precisión y, a partir de ahí, optimizan esa previsión dentro del contexto al que se enfrentan. Pero, hoy por hoy, el mundo es impredecible y las disrupciones y los imprevistos no pueden planificarse. Necesitamos, por lo tanto, un nuevo paradigma de supply chain, que facilite a las corporaciones asumir las complejidades con éxito.

Expliquémoslo con un ejemplo: el de los modernos GPS frente a los mapas de carretera antiguos. No basta con saber adónde ir (el plan), ni elegir sobre el mapa la ruta más corta o más rápida, en función de nuestras necesidades. Lo que es importante es recopilar constantemente información sobre el estado de tráfico y de las carreteras y, en caso necesario, poder cambiar la ruta en tiempo real y así poder sortear cualquier imprevisto.

Uno puede pensar que para lograr eso basta con automatizar el proceso a partir de las posibilidades que nos ofrece la tecnología digital. Sin embargo, la automatización por sí misma no dotará a la cadena de suministro de la flexibilidad necesaria para anticipar cambios y hacer frente a situaciones que no están previstas. Puede ocurrir, de hecho, que nos ofrezca una solución optimizada a un problema que ya no existe. 

La automatización por sí misma no dotará a la cadena de suministro de la flexibilidad necesaria para anticipar cambios

Se trata de resaltar, en este sentido, que las compañías deben añadir a esa tecnología dos capacidades fundamentales y que van a ser aún más en los próximos años. Por un lado, la capacidad de poder monitorizar el estado actual de la cadena de suministro y anticipar a corto plazo las posibles disrupciones y, por otro, la de poder tomar decisiones y actuar en función de los imprevistos o transformaciones que se vayan produciendo. 

Estas dos potencialidades se deben desplegar a su vez en tres componentes esenciales. Primero, contar con una plataforma que evalúe y detecte en tiempo real señales internas y externas de extremo a extremo de la red (con todos los datos que se recojan a lo largo del proceso) y anticipe disrupciones en la cadena de suministro. La segunda pieza es una herramienta basada en inteligencia artificial (IA) y simulaciones en tiempo real, que proponga acciones correctivas adecuadas de acuerdo al análisis de escenarios y riesgos.

En tercer lugar, es primordial disponer de una metodología operativa ágil y colaborativa, que implique tanto a los equipos humanos como a los recursos físicos, para asegurar la toma de decisiones en el momento oportuno y con la información necesaria.

Reconocer todas estas potencialidades va a llevar a las organizaciones a modificar radicalmente su forma de mirar y evaluar la idoneidad de la cadena de suministro en cuestión. De esta forma, en lugar de enfocarse, como hasta ahora lo han venido haciendo, a la reducción de los costes y a la automatización de operaciones, será crítico identificar cuáles son los ángulos muertos y los puntos ciegos que impiden identificar las desviaciones u obstáculos en tiempo real y superar las rigideces que impiden a la cadena de suministro responder a los imprevistos.

La adopción de este nuevo paradigma permitirá a las organizaciones poder construir cadenas de suministro versátiles y flexibles capaces de afrontar los nuevos desafíos. La monitorización constante, pero sobre todo la identificación temprana y rápida de posibles problemas es garantía de éxito en estos contextos cambiantes.

En los próximos años todo apunta a que las cadenas de suministro estarán aún más conectadas en red, lo que aportará una mayor coordinación externa a los activos estratégicos de las organizaciones.

Habrá dos tendencias que marcarán la evolución de las supply chain. La primera será que a medida que se consoliden los avances digitales se van a seguir reduciendo los costes operacionales y será más eficiente obtener soluciones desde fuera y no dentro de la compañía. Y segunda, será más complicado para las organizaciones mantener las mejores competencias internas en la cadena de suministro en una serie de tecnologías emergentes como el IoT o los más sofisticados algoritmos de IA.

Es evidente que construir una cadena de suministro preparada para afrontar el mundo actual no es tarea fácil, pero se puede hacer y, además, es imprescindible. Más vale empezar ya.

*** Álvaro García Lombardero es socio de Kearney.

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