El Banco de España acaba de publicar sus previsiones macroeconómicas para el período 2020-2022. En ellas se realiza una revisión a la baja del crecimiento del PIB y se pronostica un deterioro mayor al proyectado en junio de la evolución de los principales desequilibrios de la economía española: déficit, deuda y paro.

El antiguo instituto emisor achaca el empeoramiento de las perspectivas al debilitamiento de la recuperación en los meses de verano y al rebrote de la pandemia. Ello se traduce en dos escenarios centrales: el primero, con una caída del PIB este año del -10,5%, un desempleo del 17,1%, un déficit del 10,8% y una ratio Deuda/PIB del 116,8%; el segundo, con una contracción del -12,6%, una desocupación del 18,2% y un déficit-deuda del 12,1 y del 120,6% del PIB respectivamente.

De entrada, es preciso señalar que los "brotes verdes" de julio, como se señaló en esta columna, no se iban a traducir en una intensificación de la reactivación de la economía. Eran un espejismo y se verían acompañados por una pérdida de dinamismo de la oferta y de la demanda en los meses siguientes que se extendería al último trimestre del año.

Los 'brotes verdes' de julio eran un espejismo y se verían acompañados por una pérdida de dinamismo de la oferta y de la demanda en los meses siguientes 

Esto se traduce en un menor incremento del PIB y en una elevación de los desequilibrios macro salvo la inflación. Así ha ocurrido y lo certifican los indicadores de la economía real y los de expectativas de las familias y de las empresas. Por eso, la institución presidida por el Sr. Hernández de Cos ha aplazado el retorno al nivel de PIB de la pre-crisis a 2023.

Dicho eso, es muy probable que el escenario pesimista del Banco de España sea peor que el sugerido por esa institución. Por un lado, la alarmante evolución de los casos de Covid-19 tendrá un efecto contractivo sobre la economía muy superior al descontado a causa de una elevación de la incertidumbre que va a frenar de manera dramática el consumo y la inversión privada, aunque no se produzcan confinamientos masivos.

Por otra parte, la realidad del desempleo está distorsionada por los trabajadores acogidos a los ERTEs, por los inevitables ERES que se producirán ante la caída de ingresos de las empresas, la débil recuperación de la demanda y, también, por las quiebras retrasadas a causa la postergación de la obligación de presentar concursos de acreedores al año próximo.

A esa situación se añade la incertidumbre-desconfianza generada por la política económica del Gobierno. Suban o no impuestos ahora, la renuncia a recortar el gasto con un endeudamiento desbocado augura alzas tributarias futuras para financiarle, lo que tiene un efecto negativo adicional sobre el gasto de los hogares y sobre la inversión empresarial que potencia las consecuencias depresivas sobre esas dos variables originada por la recesión.

A la situación se añade la incertidumbre-desconfianza generada por la política económica del Gobierno

A la vez, las señales sobre la derogación de la reforma laboral en un contexto de profunda crisis incentiva a no contratar y a despedir antes de que esto último presente mayores dificultades o se encarezca. El Gabinete ignora el papel de las expectativas en la toma de decisiones de las familias y de las empresas.

Si 2020 va a ser un año muy duro, las perspectivas para 2021 no son nada halagüeñas por la persistencia de las circunstancias que se han apuntado. Se crecerá por debajo del 5% en un panorama de aumento del desempleo y de deterioro del binomio déficit-deuda.

Esto significa que España se va a quedar descolgada de la recuperación que experimentarán los Estados de la UE-Eurozona acentuado la brecha que la separa de los países más ricos en términos de PIB per cápita y de empleo. El cierre o estrechamiento de ese diferencial llevará décadas.

Y, en medio de este caos, nadie sabe cuales son las líneas maestras de los Presupuestos Generales del Estado para 2021 ni siquiera si se llegará a aprobar un texto presupuestario, aunque ya no cabe determinar si es mejor tenerlo o no. Por añadidura, los magros fondos provenientes de Europa no estarán disponibles, como ha señalado la Comisión, hasta mediados de 2021. En el año del centenario de la muerte de Dante estamos en el Infierno, con posibilidades de quedar en los umbrales del Purgatorio y sin opciones de llegar al Paraíso.