El proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética de la Unión Europea contempla que todos estados miembro alcancen la neutralidad de emisiones “a más tardar en 2050” e incluye la rehabilitación de viviendas como un elemento “clave”. Parece un horizonte muy lejano, pero hay mucho por hacer.

En el ámbito de la vivienda, a partir del año que viene, en virtud de la transposición de la Directiva europea 27/2012, todos los edificios que se construyan en nuestro país deberán ser de consumo de energía casi nulo (EECN) o nZEB (Nearly Zero Energy Buildings).

Sin embargo, el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE) recordó en junio que el 75% de los 25,5 millones de viviendas que forman el parque inmobiliario español se construyó antes de la entrada en vigor de la primera directiva europea sobre eficiencia energética, en el año 1979, y el 80% de esos edificios seguirá en pie en 2050, cuando el objetivo europeo es haber alcanzado la neutralidad de emisiones. Eso significa que en torno a diez millones de casas en nuestro país necesitan una rehabilitación.

Los fondos europeos para la recuperación económica van a priorizar aquellos proyectos que mejoren la competitividad de los países de la UE, apostando por la digitalización y la sostenibilidad. A la espera de que lleguen, desde el CSCAE alertan de la necesidad de impulsar la rehabilitación del parque inmobiliario español con un triple objetivo: cumplir con los objetivos de neutralidad en las emisiones de gases de efecto invernadero, renovar las ciudades de nuestro país y que no se paralice el sector de la construcción.

Ayudas fiscales

El Consejo de Ministros, a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, aprobó un Real Decreto el pasado 4 de agosto que regula el Programa de Rehabilitación Energética de Edificios (PREE), que destinará 300 millones de euros para ayudas directas a actuaciones de mejora de la eficiencia energética en edificios construidos antes de 2007.

Sin embargo, el secretario general del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), Laureano Matas, asegura que “solo una intervención con visión integral puede reducir al mínimo la dependencia energética externa de un edificio existente”.

El secretario general del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), Laureano Matas. CSCAE

Por ello, desde el CSCAE reclaman que son necesarias medidas fiscales de urgencia que funcionen como puente y cuyo anuncio activaría automáticamente la inversión. Entre otras, la posibilidad de desgravar las inversiones realizadas en rehabilitación, un IVA superreducido para todo el ámbito de la rehabilitación (incluidos los proyectos), la rebaja del IBI en la rehabilitación integral de viviendas y la eliminación del Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras (ICIO).

No solo cambiar la caldera

Como aparece en la Estrategia de Rehabilitación Energética a largo plazo (ERESEE) que el Gobierno remitió a Bruselas en julio, si la rehabilitación se limita a inversión en climatización, difícilmente se conseguirán ahorros significativos amortizados en un tiempo razonable. El cambio de caldera ronda los 1.200 euros y el ahorro energético estimado ronda los 800 kilowatios hora, que, traducido a euros, significa un ahorro económico de 103 euros, con una amortización de la inversión en ocho años.

Pero si se conjuga el cambio de caldera con arquitectura, y se interviene también en la envolvente del edificio, los resultados mejoran exponencialmente, con ahorros energéticos que pueden superar el 60%.

La reciente actualización del documento básico de ahorro energético (DB-HE) del Código Técnico de la Edificación ha establecido el límite medio anual de consumo energético del edificio en 60 kilovatios hora de energía primaria total por metro cuadrado frente a los 100 actuales. Según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), un hogar medio consume 9.900 kilowatios hora al año y gasta en energía un promedio de 1.285 euros al año.

Desde el punto de vista medioambiental, en numerosos casos, el aislamiento exterior de las fachadas es la forma de rehabilitación integral de la envolvente más eficiente. Pero como recuerdan desde el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España también son efectivas la utilización de ventilaciones cruzadas, espacios intermedios y galerías; la intervención en terrazas y azoteas, habilitando cubiertas vegetales, o el uso de sistemas de captación de energía, como paneles fotovoltaicos, placas solares térmicas, mecanismos de geotermia o pozos canadienses.

Estas medidas permiten controlar la temperatura interior de las viviendas, reduciendo al mínimo los consumos de energía y, lo que es más importante, aumentar el confort de las personas. Pero no son las únicas.

“Las soluciones dependen de muchos parámetros técnicos y también del estilo de vida y de las franjas de utilización del inmueble”, explica Laureano Matas. Por eso, “para discernir qué reforma es la más adecuada, considerando la mejor relación entre costes y beneficios para la salud, el bienestar y la seguridad de los residentes, es necesaria la mirada integral que aporta el arquitecto”, indica el secretario general del CSCAE, quien subraya que, “para sacar el mayor potencial de un edificio, se necesitan respuestas específicas para cada caso, y una auténtica apuesta por parte de las administraciones públicas para hacer real el cambio y que podamos alcanzar las metas previstas”.

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