La innovación incremental nunca ha sido el fuerte de Apple. A la compañía de Cupertino siempre le han ido más los saltos al vacío. La disrupción. Avanzar la mitad de las casillas del tablero sin tener muy en cuenta las anteriores y sin pasar por la casilla de salida. Con esta estrategia consiguió poner un ordenador personal en los hogares y un smartphone en los bolsillos de medio mundo.

Ahora, tras años de especulaciones, parece que quiere aplicar esta fórmula a la industria automovilística. ¿Y cómo va a hacerlo? Alcanzando antes que nadie una de las metas que más empresas llevan persiguiendo desde hace una década: la conducción 100% autónoma

Los movimientos en el entorno de la industria del automóvil de la compañía de la manzana mordida llevan años siendo tan sigilosos como inquietantes para el resto de participantes en el negocio de vender coches. A los fichajes de ejecutivos de primer nivel se han unido negociaciones con marcas tradicionales que, finalmente, no llegaron a buen puerto

Todo ello en torno al denominado como proyecto Titán. Una línea de trabajo dentro del departamento de innovación de la compañía que desde hace una década explora las oportunidades que la automoción y la movilidad pueden abrir a Apple para ensanchar las fronteras de su negocio en un momento de tremenda transformación para este sector.

Años de especulaciones

Tras unos meses en los que todo apuntaba a que el interés de Apple por el sector del automóvil había descendido tras las fallidas negociaciones con Hyundai, un reporte de 'Bloomberg' señala que la compañía estaría intensificando los esfuerzos para irrumpir en este mercado

Según distintas informaciones, el gigante tecnológico contaría en estos momentos con dos estrategias para entrar en el negocio de la movilidad. La primera de ellas sería hacerlo desde la alta gama y la sostenibilidad poniendo en el mercado vehículos capaces de diferenciarse de su competencia por elevar la experiencia de usuario.

Esta medida seguiría los pasos de Tesla. La compañía ahora dirigida por Elon Musk llegó al mercado con automóviles eléctricos de alta gama capaz de captar la atención de los usuarios más selectos. El plan de Apple en este sentido trataría de llevar esto a un nuevo nivel aprovechando una de las pocas debilidades que está mostrando Tesla: los acabados y materiales de sus vehículos.

En este sentido, Apple apostaría por una estrategia muy similar a la que tanto éxito le ha reportado en el mundo de los smartphones. La compañía de Cupertino rara vez ha equipado sus dispositivos con la última tecnología. En cambio, el mix entre diseño, producto y su sistema operativo le ha permitido contar con el beneplácito de los usuarios dispuestos a gastar más dinero en sus productos gracias a la experiencia de usuario y el ecosistema que Apple ha ido edificando alrededor de sus productos.

Autonomía total

Frente a ese camino, ahora parece abrirse otra vía. La estrategia por la que habría apostado Apple esta vez estaría totalmente conectada con el manual que siguió en 2007, fecha en la que lanzó su primer iPhone. En ese momento en el negocio de la telefonía también cohabitaban compañías con largo recorrido y nuevos jugadores.

El salto de los teléfonos a los smartphones ya se había dado. Diferentes compañías contaban incluso con pantallas táctiles e, incluso, alguna aplicación. Los rumores sobre las intenciones de Apple de lanzar un smartphone también eran vistos con cierta incredulidad desde medios y analistas. Pero llegó el iPhone y lo cambió todo.

En ese momento, Apple consiguió que su dispositivo pareciera que estaba diez años adelantado a su competencia. La relación con la interfaz o la tienda de aplicaciones convirtieron a este dispositivo en un game changer inmediato. 18 años después, las últimas filtraciones indican que este es el camino por el que querría optar la empresa fundada por Steve Jobs para entrar en la movilidad.

El objetivo sería poner en las calles un vehículo totalmente autónomo en 2025 que permitiera ofrecer esa misma sensación de estar adelantado a su tiempo. Para ello, Apple habría desarrollado su chip más avanzado. Estaría compuesto por procesadores neuronales que tendrían capacidades para manejar la inteligencia artificial necesaria para la conducción autónoma. 

El freno de la regulación

A diferencia del mundo de los smartphones o los ordenadores personales, Apple puede encontrarse esta vez con un obstáculo con el que no está acostumbrado a lidiar: la regulación. La compañía cuenta desde hace años con una flota de vehículos con los que está realizando pruebas siguiendo los procesos marcados por la regulación del Estado de California, una de las más avanzadas del mundo.

Pero una cosa es probar innovaciones dentro de sand boxes regulatorios y otra es llevar esos productos a las calles y al público de masas. Actualmente, dentro de los propios Estados Unidos, conviven diferentes regulaciones que ya están haciendo que los propios avances en esta materia de Tesla no puedan desplegarse a la velocidad que a Elon Musk le gustaría.

Si cruzamos el charco y nos acercamos a Europa, la situación es aún más complicada. La Unión Europea tiene totalmente limitadas este tipo de capacidades y no se esperan importantes avances en esta materia en el corto plazo. Una circunstancia en la que influirá sobremanera la velocidad a la que los fabricantes consigan avanzar en materia de conducción autónoma. Una tarea en la que gigantes como el grupo Volkswagen ya están pisando el acelerador. 

Así las cosas, los planes de Apple parecen apuntar a que, una vez más, la compañía entrará en un nuevo mercado haciendo un doble mortal con tirabuzón o no lo hará. La meta del 2025 aún deja tiempo de reacción a la compañía. Lo que queda claro es que la segunda mitad de la presente década será, con Apple o sin ella, el momento de total ebullición en el que todas las transformaciones que hoy se están cocinando en el mundo de la movilidad confluirán. Habrá que pasar rápido las hojas del calendario. 

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