2019 estaba llamado a ser, una vez más, un mal año para la renta fija. La deuda soberana lo iba a pasar mal dadas las intenciones de los bancos centrales de normalizar sus políticas monetarias. Pero no. Los 'señores del dinero' no solo no han podido subir los tipos ni reducir los balances, que es lo que pretendían, sino que los han teminado bajando y han vuelto a imprimir más dinero

Como consecuencia, los bonos de los Estados lo han acabado haciendo mejor de lo previsto. Las compras han mandado, con el consiguiente descenso de los rendimientos, que bajan cuando el precio de los títulos sube. En EEUU, la rentabilidad de los bonos a 10 años ha pasado del 2,7% al 1,9% y en Alemania, la de los 'bunds' ha menguado del 0,25% al -0,24%

El caso español no ha sido ajeno a esta tendencia y también ha reflejado una caída de los rendimientos. Así, los bonos a 10 años, que a finales de 2018 se encontraban en el 1,4%, despiden 2019 en el 0,43%

DE LOS TIPOS NEGATIVOS A LA 'CURVA INVERTIDA'

El año, por tanto, se salda con subidas en el precio de los títulos y bajada de las rentabilidades, una pauta que se ha replicado, por el efecto dominó y por la constante búsqueda de rentabilidad, en la deuda privada, incluso la de menor calidad crediticia. En conjunto, este comportamiento les ha sentado de maravilla a los fondos de renta fija, beneficiados por el incremento de esas cotizaciones. Todo ello, en un escenario de suma incertidumbre y constantes advertencias sobre la burbuja que acecha a la renta fija en un extraordinario escenario en el que los tipos son los más bajos de siempre y existe más deuda que nunca. 

Este contexto se ha reflejado en dos de los asuntos de la renta fija que más atención han acaparado en este 2019. Por un lado, el desbordante retorno de los tipos negativos. Lo cierto es que no se habían ido del todo, pero en 2018 sí habían quedado reducidos. Pero este año han vuelto con más fuerza que nunca, puesto que ha llegado a acumularse un volumen total de 17 billones de dólares de bonos con intereses negativos en todo el mundo. Jamás ha llegado a existir tanta deuda con rendimientos inferiores al 0%, un fenómeno resultante de las extraordinarias políticas monetarias de los bancos centrales y de las flojas expectativas de inflación y crecimiento existentes.

El segundo gran asunto ha sido la denominada 'curva invertida', es decir, la situación que se produce cuando la deuda a corto plazo muestra una rentabilidad superior a la de la deuda a largo plazo. Esta anomalía surge igualmente cuando las perspectivas sobre la situación económica se oscurecen, de ahí que su aparición sea identificada como un preludio de la recesión que ya espera.

La 'curva invertida' ha sido vista en distintas ocasiones en 2019 en la deuda norteamericana. Y allí ha precedido las siete últimas recesiones, de ahí los escalofríos que genera su presencia. Su prueba del algodón llegará en 2020. Será en el año que ya espera cuando se verá si la curva invertida ha sido esta vez una falsa alarma... o si ha vuelto a acertar de pleno

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