El padre de la IA, Jürgen Schmidhuber, en una imagen de archivo.

El padre de la IA, Jürgen Schmidhuber, en una imagen de archivo. Idsia

Tecnología

Schmidhuber, padre de la IA: “Europa no ha entendido que se necesita dinero para evitar que el talento se marche”

El pionero europeo en el desarrollo de la IA responde a EL ESPAÑOL sobre los desafíos que plantea y la desventaja comparativa frente a EE.UU. y China.

31 marzo, 2024 03:51
Berlín

Al padre de la inteligencia artificial no hay que buscarlo en las oficinas de Apple, Google o Amazon. No. Incluso productos estrella de esos grandes nombres tecnológicos estadounidenses, como Siri, Alexa o el asistente de Google tienen tecnología que está basada en las labores de investigación de un alemán. Se llama Jurgen Schmidhuber (Múnich, 1963) y vive en la población suiza de Lugano.

En los años noventa, cuando trabajaba en la Universidad Técnica de Múnich, Schmidhuber firmó grandes hitos en el desarrollo de la inteligencia artificial. Él y su entonces estudiante y colaborador Sepp Hochreiter firmaron, en 1997, el artículo de la revista científica Neural Computation titulado "Long Short-Term Memory", un texto que aún hoy sirve de referente para la investigación en inteligencia artificial.

Entre sus aportaciones, también se cuentan avances en el aprendizaje automático -o ML, siglas de las palabras machine learning– hoy aplicados en los estimados 3.000 millones de teléfonos móviles inteligentes que hay en el planeta.

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Las investigaciones de Schmidhuber han sido y son tan relevantes que, no hace tanto, el magnate Elon Musk tuiteó ese hilarante mensaje: "¡Schmidhuber lo intentó todo!".

Sabedor de que la inteligencia artificial es la gran baza tecnológica del momento, Schmidhuber reivindica la 'paternidad europea' de este desarrollo, una innovación que parece estar floreciendo, sobre todo, en Estados Unidos y China. En Europa, "a diferencia de Estados Unidos y China, no hay grandes proyectos gubernamentales apoyando la investigación en inteligencia artificial", recuerda con cierto aire de reproche Schmidhuber, en esta entrevista con EL ESPAÑOL-Invertia. "Pese a que los cimientos de la inteligencia artificial son avances europeos, Estados Unidos y China tienen una ventaja competitiva seria en términos de aplicación comercial y militar de la inteligencia artificial", avisa.

Dicen que es usted el padre de la inteligencia artificial. ¿Cómo se siente respecto a esa afirmación?

Le diré que lleva una civilización entera el construir la inteligencia artificial. Los algoritmos básicos de aprendizaje no son lo único que hace falta para construirla. Se necesita a los ingenieros que diseñan los ordenadores que hacen funcionar esos algoritmos. También necesitas a los trabajadores del sector de la minería que abastecen el material para los fabricantes de ordenadores, además de los conductores de camiones que transportan esas materias primas e, incluso, a los trabajadores que construyen las carreteras para que esos transportistas puedan hacer su trabajo.

También necesitas a consumidores que quieran adquirir los productos con inteligencia artificial para que el negocio sea rentable e interesante para los inversores. Paralelamente, se necesita también a los granjeros que den de comer a todo el mundo, los proveedores de energía, los constructores de casas y los doctores que curan a los enfermos.

También hace falta la infraestructura financiera que ofrecen los bancos y las compañías de seguros, además de los medios de comunicación y los periodistas para que haya una transmisión de la información. Lo que quiero decirle es que sin civilización, no hay inteligencia artificial.

¿Cómo de lejos estamos ante la distopía que imaginan y temen muchos según la cual la inteligencia artificial podría ganar conciencia de sí misma y volverse contra los humanos?

Las principales potencias militares ya tienen una inteligencia artificial capaz de dirigirse hacia sus enemigos humanos. Me refiero a drones autónomos y misiles. Sin embargo, el 95% de toda la investigación sobre inteligencia artificial está en la misma línea que lo que hacemos en mi compañía, NNAISENSE. A saber, utilizar la inteligencia artificial para prolongar la vida, para hacer que vivamos mejor y más fácil.

La mayoría de las compañías de la inteligencia artificial quieren venderte algo, y uno sólo compra inteligencia artificial si cree que su vida va a mejorar con ella. Por eso hay tanta presión comercial para que se genere una buena inteligencia artificial.

Su empresa, NNAISENSE, ofrece a sus clientes servicios en los cuales se usa inteligencia artificial para compañías e industrias con actividad en el mundo físico, no en el mundo virtual. Alemania, una nación industrial dotada de tanta industria física, parece estar perdiendo el tren de la digitalización. ¿Comparte usted este diagnóstico?

Creo que la restauración económica de Alemania terminó allá por 1990. Lo mismo pasó con la inteligencia artificial. Por ejemplo, los primeros coches autónomos fueron construidos en los años 80 en mi ciudad natal, Múnich, por el equipo del profesor de robótica Ernst Dickmann. Allá por 1994, sus coches robóticos eran capaces de circular por la autopista hasta a una velocidad de 180 kilómetros por hora. Eso es mucho más de lo que alcanzan los vehículos de Google.

En 1987, mi tesis introdujo algoritmos no sólo para el aprendizaje, sino también para el metaaprendizaje o el aprendizaje de cómo aprender, para aprender a mejorar los algoritmos a través de la experiencia, algo que es ahora un tema muy popular. Y luego vino nuestro Annus Mirabilis, en 1990 y 1991, cuando mi equipo y yo pusimos las bases de las más citadas redes neuronales, que están hoy en todo smartphone, algo que ha mejorado la vida de miles de millones de personas.

Sorprende que, con esos avances en su haber, se diga que Alemania está fracasando en su digitalización desde hace años.

Alemania ha fracasado repetidamente a la hora de trasladar avances científicos en éxitos económicos. Y en las últimas décadas, su influencia se ha menguado en la misma línea que se está produciendo su declive económico. Hoy, su parte del PIB mundial es la mitad de lo que fue en 1990. Y, desafortunadamente, la ciencia, como el arte, tiende a ir donde está el dinero. Me parece interesante que Japón haya experimentado un declive similar.

Desde 1979 a 1988, las redes neuronales convolucionales, lo que más se usa en la inteligencia artificial moderna, son avances publicados en Japón. Luego, en 1990, las siete compañías públicas más valoradas eran japonesas. Hoy, sin embargo, todas esas empresas están en Estados Unidos, con la excepción de la saudí Aramco.

Además, la mayor parte de las inversiones en inteligencia artificial se hacen en Estados Unidos y China. Por su parte, Alemania y Europa, en general, han tenido muchos altibajos en los últimos, digamos, 1.000 años. Por eso, le digo, no hay que descartarlos. Porque puede que, llegado el momento, se unan y actúen juntos para volver a la primera línea.

¿Qué piensa de la flamante regulación europea sobre inteligencia artificial de la que se ha dotado la Unión Europea a finales de 2023? ¿Cree que legislar la inteligencia artificial hará que esa tecnología se convierta en una oportunidad par el crecimiento económico?

El año pasado tuiteé bastante sobre la tonta moda de querer regular la inteligencia artificial. La investigación en inteligencia artificial no se puede regular del mismo modo que no puedes regular las matemáticas.

Uno puede regular las aplicaciones de la inteligencia artificial en sectores como las finanzas, el sector del automóvil o el sanitario. Esos campos, sin embargo, están permanentemente adaptándose a los marcos regulatorios que se pongan en marcha.

Yo mismo firmé una carta abierta en la que clamaba: "¡No repriman al movimiento de fuentes abiertas!". Me gusta pensar que algo de lo que yo pude decir fue escuchado por quienes toman las decisiones en Europa, porque las regulaciones actuales no son tan malas como algunos temieron en su momento.

¿Demuestra esa regulación que Europa es demasiado cauta con la inteligencia artificial respecto a países como Estados Unidos o China?

Creo que Europa no ha entendido de verdad que uno necesita mucho pero que mucho dinero para atraer al mejor talento, o para evitar que el mejor talento se marche de Europa. Un tema relacionado con esto es que la escena del capital riesgo es todavía relativamente débil en Europa y, a diferencia de Estados Unidos y China, no hay grandes proyectos gubernamentales apoyando la investigación en inteligencia artificial.

Pese a que los cimientos de la inteligencia artificial son avances europeos, Estados Unidos y China tienen una ventaja competitiva seria en términos de aplicación comercial y militar de la inteligencia artificial.

Hace unos meses, en el Foro Económico de Davos, se ha escuchado a muchas personalidades internacionales hablar de la necesidad de una inteligencia artificial "más ética" y "más responsable". ¿Tiene que ser así la inteligencia artificial?

La pregunta es, exactamente, qué es una inteligencia artificial "ética". Muchos teólogos, filósofos y políticos no pueden ni siquiera ponerse de acuerdo en lo que es una algo éticamente justificable. Yo lo he dicho ya muchas veces en el pasado. Si preguntas a diez personas diferentes qué es "bueno" y "ético", escucharás a diez opiniones diferentes sobre lo que es "bueno" y "ético".

Seré más claro. Hay muchos humanos tienen objetivos que resultan conflictivos con otros humanos. Algunas opiniones de unas personas son completamente incompatibles con otras opiniones de otras personas. Si los humanos no pueden ponerse de acuerdo en qué es "ético", ¿cómo van a ser los humanos capaces de programar o enseñar de forma universal lo que es una inteligencia artificial "ética"?