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Nuevo varapalo para el despliegue del hidrógeno verde en Europa. La filial británica de Iberdrola, ScottishPower, ha decidido suspender el desarrollo de sus proyectos de hidrógeno verde en Reino Unido.

Fuentes de la compañía confirmaron a este diario que la decisión responde a un “entorno empresarial complicado” y a “oportunidades comerciales limitadas”.

La eléctrica española ha tomado esta decisión a pesar de haber sido seleccionada en la Ronda de Asignación de Hidrógeno del Reino Unido (HAR1) para el impulso a sus proyectos Cromarty (10,6 MW) y Whitelee (7,1 MW).

Ambas plantas resultaron beneficiarias de una parte de un paquete estatal de apoyo a los ingresos, valorado en más de 2.000 millones de libras (unos 2.300 millones de euros), diseñado para reducir la brecha de costes entre el hidrógeno fósil y el producido con energías renovables.

La decisión confirma una tendencia que ya se venía anticipando. En abril, durante el Foro Económico de Davos, el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, advirtió de que el “impulso” del hidrógeno verde había “disminuido” y reclamó un mayor apoyo institucional.

"Estábamos esperando mucho apoyo. Teníamos varios proyectos vinculados a los fondos Next Generation, pero que todavía no han llegado. La sensación es que podemos ponerle muchos colores al hidrógeno -verde, azul, rosa...-, pero es una pena (...). Esto podría haber contribuido a una menor dependencia energética", dijo entonces.

El caso de ScottishPower no es aislado. En el último año se han multiplicado los anuncios de suspensión o cancelación de proyectos de hidrógeno verde en Europa y más allá.

De hecho, uno de los más recientes tuvo lugar en España. En julio, Repsol frenó un proyecto de hidrógeno verde de 200 MW, que impulsaba junto a Ric Energy en su refinería de Puertollano. La decisión se tomó tras concluir los estudios previos a la inversión, que determinaron su inviabilidad técnica y económica.

La energética noruega Statkraft anunció también el pasado mes de mayo la suspensión del desarrollo de nuevos proyectos de hidrógeno verde "debido a la creciente incertidumbre en el mercado", según reconoció el grupo en un comunicado.

También Fertiberia abandonó en febrero el proyecto noruego Barents Blue, que aspiraba a ser la mayor planta de amoniaco limpio de Europa.

La lista sigue: la finlandesa Neste descartó su plan de construir un electrolizador de 120 MW en Porvoo, y Equinor (Noruega) junto a RWE (Alemania) suspendieron la construcción de un gasoducto de hidrógeno en el Mar del Norte.

Aún más sonado fue el movimiento de ArcelorMittal, el segundo mayor productor de acero del mundo.

El gigante del acero tumbó sus planes para producir hidrógeno verde en Gijón (Asturias) y rechazó más de 1.000 millones de euros en subsidios ofrecidos por el Gobierno alemán para descarbonizar dos de sus plantas, al considerar incierto el suministro a largo plazo y temer una pérdida de competitividad frente a rivales internacionales.

Un problema de fondo

Según un análisis de 2024 de Westwood Global Energy, un 20% de los proyectos de hidrógeno anunciados en Europa se encontraban entonces paralizados o cancelados.

Para el German Institute of Development and Sustainability (IDOS), todos estos casos reflejan una “crisis estructural” en la expansión de la economía del hidrógeno. El problema no es sólo la falta de marcos regulatorios claros: el fondo es económico.

El hidrógeno renovable sigue siendo mucho más caro que los combustibles fósiles, los clientes se resisten a pagar la diferencia y tecnologías clave -como el ammonia cracking, necesario para el transporte- aún no han alcanzado la madurez suficiente.

A pesar de este panorama, empresas y analistas insisten en que el hidrógeno tendrá un papel decisivo en la descarbonización de sectores difíciles de electrificar, como el acero, el cemento o los fertilizantes.

España mantiene el impulso. El Ministerio de Transición Ecológica adjudicó en junio 1.223 millones de euros a siete grandes proyectos de hidrógeno verde.

Además, Enagás, junto a sus homólogos de Portugal (NaTran) y Francia (Teréga), ha firmado recientemente el acuerdo de accionistas para lanzar la sociedad conjunta que desarrollará BarMar: el hidroducto submarino entre Barcelona y Marsella, parte del corredor europeo H2med.