Marta Álvarez tiene claro que el futuro de El Corte Inglés pasa por una ‘doble D’: digitalización y diversificación. Son los dos pilares del plan que la presidenta de los grandes almacenes desgranó este domingo ante sus accionistas, y que demuestran que su liderazgo al frente de El Corte Inglés se ha consolidado un año después de su llegada al despacho de Hermosilla 112

Atrás han quedado las guerras familiares con Dimas Gimeno por el control del grupo, y las malintencionadas dudas suscitadas por algunos sectores del consejo sobre su idoneidad para capitanear la nave. Tanto es así que la de ayer fue la reunión de accionistas más tranquila de los últimos años, y la que presentó el mejor resultado de la última década: el beneficio alcanzado en 2019 llegó a los 310 millones de euros. 

Se cumple así el primer objetivo que Marta Álvarez se fijó al llegar a la compañía: pacificar el consejo de administración y unirlo en torno a un proyecto conjunto. Un plan que adquiere todavía mayor importancia, pues el Covid-19 traerá consigo la mayor crisis económica de la historia reciente, y El Corte Inglés ya ha empezado a tomar medidas para intentar capearla. 

Una tienda de El Corte Inglés en una imagen de archivo.

Ya no sólo en el apartado comercial, en en el que ha quintuplicado sus ventas online durante el confinamiento, y sobre el que se va a trabajar en los próximos meses para presentar una nueva app que se sume a la nueva web ya operativa. También en el económico, donde Marta Álvarez cerraba con la banca en febrero la refinanciación de hasta 2.000 millones de euros de deuda. ¿El objetivo? Dar aire a las cuentas del grupo tras el cierre de sus tiendas decretado por el estado de alarma. 

Una política prudencial que permitía a El Corte Inglés trasladar esa ‘holgura’ económica a sus trabajadores. Tan sólo envió a un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) a 25.000 de sus 90.000 empleados (pese a que sólo los supermercados estaban abiertos). Además complementó su prestación por ERTE hasta el 100% de su salario. 

Así que no es de extrañar que este domingo los accionistas de El Corte Inglés hayan optado por ser prudentes y renunciar a buena parte de sus dividendos. En total, se repartirán 75 millones de euros (un 50% menos que el año anterior).

Una medida difícil de plantear a los accionistas, pero que fue directamente adoptada por Marta Álvarez cuando su equipo puso de relieve la necesidad de reducir costes para paliar la caída de hasta el 45% de las ventas por el Covid-19.

Víctor del Pozo, consejero delegado de El Corte Inglés, Marta Álvarez, presidenta y José Ramón de Hoces, consejero secretario

Sobre la mesa estaba la necesidad de recortar hasta el 10% del salario de los empleados. Sin embargo, la presidenta decidió que el esfuerzo recayera en los accionistas y no en los trabajadores. Ahora bien, en los próximos meses será también momento de sentarse a hablar con los sindicatos sobre el sistema de comisiones, que en los buenos momentos tensiona en exceso la caja. 

Una política prudente fruto de la visión que tiene la presidenta de lo que debe ser El Corte Inglés. En pleno siglo XXI las empresas no pueden mirar sólo al beneficio. Se necesita también tener “responsabilidad empresarial con nuestro equipo y ser una organización corresponsable con la sociedad”, tal y como explicaba a sus accionistas. 

Eso es lo que explica que El Corte Inglés fuera una de las grandes empresas más implicadas en la ayuda a la administración durante los meses más duros de la lucha contra el coronavirus. Conocida es la puesta a disposición de la Comunidad de Madrid del Hotel Ayre Colón -propiedad de los grandes almacenes y de Palladium Hotel Group-, que fue el primero en medicalizarse. 

Un gesto acompañado de otros como donaciones de ropa de cama para el hospital de Ifema, entre otros. Un gesto que le valió el agradecimiento público de Isabel Díaz Ayuso a través de Twitter; también Quim Torra tuvo palabras amables para ella. Como contó María Vega en Invertia, el presidente de la Generalitat la llamó para agradecerle, entre otros, la donación de 150.000 mascarillas procedentes de China. 

Se necesita también tener “responsabilidad empresarial con nuestro equipo y ser una organización corresponsable con la sociedad”

Una colaboración que se extendió a administraciones públicas de todos los colores. Pero es que, además, fue de las primeras empresas del textil en habilitar sus talleres de costura en Madrid para fabricar mascarillas. 

Toda una declaración de intenciones. Marta Álvarez tiene un plan y está dispuesta a aplicarlo, aunque el entorno es el más complejo que se ha vivido en años. El coronavirus ha obligado a trabajar en unas condiciones inimaginables para el sector y, por ahora, parece que la presidenta de El Corte Inglés cumple con creces.