Una estaba en Roma y la otra, en Nueva Deli, pero ni la distancia ni el cambio horario han sido impedimento para que Yolanda Díaz y Nadia Calviño discreparan por Telefónica y los intereses españoles en los sectores estratégicos. La voz cantante la ha tomado la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos en funciones, que ha recordado a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, también en funciones, que España es "un país serio" y analizará "con el máximo rigor" la entrada saudí.
Desde la India, Calviño ha parado los pies a Díaz y a su intención de trabajar para que la operación "no se produzca". La ministra de Trabajo en funciones ya ha avisado de que no ve con buenos ojos la entrada de Stc en Telefónica,"una empresa estratégica" para el país.
Díaz tampoco se ha mostrado conforme con las leyes que protegen la industria española y sus sectores estratégicos. Para la vicepresidenta segunda en funciones, urge que España delimite "cuáles son los sectores estratégicos y quién puede formar parte de esos consejos de administración", en en alusión a la llegada saudí a Telefónica.
Calviño ha restado importancia a los cuestionamientos de Díaz y, como ya han hecho otros miembros del Gobierno, como la ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, en la Vicepresidencia Primera sostienen que España va a aplicar "todos los mecanismos necesarios para garantizar la protección de los intereses estratégicos de España".
La ministra de Asuntos Económicos en funciones le ha concedido a Díaz que Telefónica tiene un "papel estratégico", sobre todo en la defensa y seguridad de España. Pero más allá de eso, Calviño mira a la inversión extranjera como un activo "muy importante para el crecimiento económico y la modernización tecnológica" en España.
Choque en las vicepresidencias
La tirantez entre Calviño y Díaz por el caso de Telefónica es sólo el enésimo episodio de dos vicepresidentas con poca afinidad. Uno de sus primeros desencuentros fue a raíz de las vicepresidencias.
Al comienzo de la última legislatura, Calviño, del ala socialista, era la 'número tres' del Gobierno de coalición, con el cargo de vicepresidenta tercera y ministra de Asuntos Económicos. La salida de Pablo Iglesias, de Podemos, del Gobierno dejó vacante la segunda silla en el Ejecutivo.
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Iglesias 'ungió' a Díaz, entonces de su misma formación, para ocupar su puesto. Al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no le gustó la idea, y a Calviño, tampoco. Con el movimiento de Iglesias, Díaz quedaba por encima de Calviño en la estructura del Gobierno.
De poco sirvieron los intentos de Iglesias por mantener a Díaz en su lugar. La ministra de Trabajo aceptó la Vicepresidencia Tercera para evitar encontronazos con Calviño y desde su entorno alegaron que lo importante "no eran los cargos".
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El Gobierno quedó entonces con Carmen Calvo como vicepresidenta primera; Calviño, segunda; y Díaz, tercera.
Con la remodelación del Ejecutivo en 2021, Calviño y Díaz ocuparon sus puestos actuales.
Roces económicos
El 'baile de las sillas' fue sólo el principio de una relación tensa. Las dos vicepresidentas tampoco entendían igual la economía ni la forma de acometer reformas.
Se vio durante la reforma laboral, cuando la vicepresidenta primera, curtida en las instituciones europeas, trató de tener voz en las negociaciones de un cambio legislativo prometido a Bruselas. Díaz no dejó entonces que pisaran su campo y el amago de Calviño quedó sólo en eso. A pesar de las discrepancias iniciales, la ministra de Asuntos Económicos ha presumido, después, de los éxitos de la reforma.
Díaz y Calviño tampoco se han entendido con la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Mientras que la ministra de Trabajo siempre ha sido defensora de mejorar esta renta básica, la de Asuntos Económicos nunca ha ocultado sus reticencias.
Este nuevo asalto lo ganó otra vez Díaz y el SMI ha llegado hasta los 1.080 euros este 2023.
Calviño tampoco ha aceptado muchos comentarios sobres sus competencias. La ministra de Asuntos Económicos ha desoído a lo largo de la legislatura las peticiones del ala 'morada', que reclamaba más dureza en algunas medidas.
La vicepresidenta primera se ha encargado de tratar con la banca y defendió un "acuerdo necesario" sobre las hipotecas con el sector bancario. Calviño calificó el pacto como una "muy buena noticia". Para Díaz, sólo era "sustancialmente mejorable".
La inflación tampoco logró poner de acuerdo a las dos políticas gallegas. La idea de pactar una cesta de la compra con los supermercados para aliviar el impacto de la subida de los precios de Trabajo y se frenó en Economía, partidarios de la libre competencia.
Con el Gobierno en funciones, Calviño y Díaz siguen obligadas a entenderse.