Bruselas

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha admitido este lunes que la subida de la inflación en la eurozona -que en octubre se disparó al 4,1%, su nivel más alto en 13 años- ha sorprendido por su fuerza y podría ser más duradera de lo previsto. No obstante, el BCE continúa pensando que se trata de un fenómeno temporal que desaparecerá en 2022 y ve prematuro retirar ya todos los estímulos y subir los tipos porque eso podría asfixiar la recuperación tras la pandemia.

En una comparecencia en la Eurocámara, Lagarde ha avisado de que crecen los nubarrones que amenazan esta recuperación. Aunque la actividad económica en la eurozona se expandió a un ritmo sólido del 2,2% en el tercer trimestre y alcanzará el nivel previo a la crisis a finales de año, "el impulso de crecimiento se está moderando en cierta medida debido a los cuellos de botella de la oferta y al amuento de los precios de la energía".

"El gasto de los consumidores es sólido, pero la escasez de materiales, equipos y mano de obra está pesando sobre la producción industrial, debilitando las perspectivas a corto plazo. Aunque la duración de las restricciones de oferta es incierta, es probable que persistan durante varios meses y desaparezcan gradualmente solo durante 2022", sostiene la presidenta del BCE.

Además de los problemas de suministro, Lagarde ha señalado que la escalada de los precios de la energía "también podría frenar el crecimiento al limitar el poder adquisitivo y frenar el repunte del consumo". En el lado optimista, el BCE apunta que los hogares todavía tienen un exceso de ahorro considerable que podría impulsar los niveles de actividad si se implementan.

En cuanto a la inflación, la presidenta considera que se debe a tres factores fundamentales: el alza de la energía, la recuperación de la demanda tras el confinamiento que se enfrenta a una oferta restringida y empuja los precios al alza y la reversión del recorte temporal del IVA en Alemania el año pasado. Este último elemento desaparecerá del cálculo de la inflación a partir de enero de 2022, pero los otros dos "pueden durar más".

"Los precios actuales de los futuros apuntan a una notable relajación de los precios de la energía en la primera mitad de 2022. A medida que la recuperación continúa y los cuellos de botella de la oferta se relajan, podemos esperar que la presión sobre los precios de los bienes y servicios se normalice. Como resultado, todavía creemos que la inflación se moderará durante el próximo año, pero tardará más tiempo en bajar de lo que se esperaba originalmente", ha reconocido Lagarde. 

Efectos de segunda ronda

"Si los precios de la energía siguen subiendo o las restricciones de oferta persisten, la inflación puede permanecer más alta durante más tiempo de lo que anticipamos actualmente. Esto podría generar salarios más altos y, en consecuencia, precios más altos. Pero hasta ahora, no vemos pruebas de esto en los datos de los salarios negociados. Vemos un crecimiento salarial el año que viene, posiblemente un poco más que este año, pero el riesgo de efectos de segunda ronda sigue siendo limitado", señala la presidenta del BCE.

"En general, seguimos previendo que la inflación a mediano plazo se mantendrá por debajo de nuestro nuevo objetivo simétrico del 2%", ha insistido.

Por todo ello, Lagarde ve prematuro retirar los estímulos desplegados para hacer frente a la Covid-19 (en particular la compra de deuda pública) y subir los tipos de interés. La presidente del BCE ha repetido que no habrá una subida de tipos en 2022, pese a que así lo anticipan ya los mercados. "A pesar del actual aumento de la inflación, las perspectivas de inflación a medio plazo siguen siendo moderadas, por lo que es muy poco probable que se cumplan estas tres condiciones el próximo año", ha dicho.

En cuanto a la compra de deuda pública por parte del BCE, Lagarde la considera fundamental para "salvaguardar condiciones de financiación favorables para todos los sectores de la economía". "En un momento en que el poder adquisitivo ya está siendo reducido por el aumento de las facturas de energía y combustible, no es deseable un endurecimiento indebido de las condiciones de financiación y representaría un viento en contra injustificado para la recuperación", ha señalado.

La presidenta ya ha adelantado que el programa de emergencia contra la pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), cuya dotación total es de 1,85 billones de euros, concluirá en marzo de 2022. Pero también ha dejado claro que el BCE seguirá utilizando su programa ordinario de compra de deuda (APP) para sostener la recuperación.

"Incluso después del final esperado de la emergencia pandémica, seguirá siendo importante que la política monetaria, incluida la calibración adecuada de las compras de activos, respalde la recuperación en toda la zona del euro y el retorno sostenible de la inflación a nuestro objetivo del 2%", ha asegurado Lagarde. Una calibración que se decidirá en la próxima reunión del Consejo de Gobierno el 16 de diciembre.

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