En pleno debate sobre la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) entre los sindicatos y el ala morada del Gobierno, por un lado, y la vertiente socialista, por otro, surge la pregunta sobre si es el momento de llevarla a cabo. En la actualidad, está situado en 950 euros repartido en 14 pagas. Dicho de otra manera, 13.330 euros al año.

Según la vicepresidenta segunda de Asuntos Económicos y ministra de Economía, Nadia Calviño, la prioridad es otra: crear empleo y reactivar a los trabajadores en ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo). Por su parte, la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, cree que hay que subirlo para “tener salarios dignos”.

¿Es indigno un salario mínimo de 950 euros? Para responder, un viaje al pasado para ver cómo se vivía entonces y cómo ha evolucionado la calidad de vida de los españoles. De paso, servirá para responder a otra de las cuestiones que están de actualidad: ¿Vivirán peor los hijos que sus padres?

El SMI y las televisiones

Para comparar, hay que mirar hacia la década de los años 80 del pasado siglo XX. Un momento histórico que, como el actual, también se definió por ser complejo desde el punto de vista económico.

El salario mínimo interprofesional a principios de dicha década se situó en poco más de 25.000 pesetas (154 euros). A modo de ejemplo, una barra de pan costaba 12 pesetas; un batido, 14 pesetas; una bolsa de sal, 11 pesetas; un litro de aceite Koipe 139 pesetas; un kilo de garbanzos, 105 pesetas; un kilo de chorizo de cantimpalo, 340 pesetas; o cuatro yogures Danone de sabores, 62 pesetas.

Son precios que aparecieron en el primer folleto de Alcampo que, en el año 1981, abrió su primer establecimiento en España. Lo hizo el 23 de febrero, el mismo día del golpe de Estado del teniente coronel Tejero.

Anécdotas históricas aparte, y más allá de los bienes de primera necesidad, basta con echar un vistazo a los precios de otros artículos para ver la dificultad de adquirirlos. Hoy, en los hogares, hay más de un televisor. Por no hablar de ordenadores, tablets, consolas, equipos de música...

¿Y cuál era el precio de las teles en 1981? Una Philips de color, de 22 pulgadas, costaba 81.900 pesetas. Es decir, que hacían falta más de tres SMI para hacerse con una. Hoy en día, con un SMI, se pueden adquirir hasta siete televisores de 24 pulgadas. En Media Markt se pueden comprar desde 129 euros.

Con un salario mínimo de principios de los 80, casi se podía uno llevar a casa una lavadora New Pol (29.900 pesetas), un frigorífico Festor (25.900 pesetas), o una lavadora Otsein (24.500 pesetas). Más difícil lo tenía si era amante de la música. Las cadenas de alta fidelidad (hi-fi) estaban por 74.990 pesetas (una Philips), o 132.000 pesetas (una Sanyo).

Hipoteca o al contado

Más allá de los alimentos que llevarse a la boca, y del ocio casero, tener una vivienda era otra de las prioridades de las familias. Por aquel entonces, básicamente era un sueldo el que entraba en casa. Fue a partir de 1984 cuando se produjo la incorporación masiva de la mujer. Prueba de ello es que, en 1987, ya había llegado al 32,4%. En 2020, se situó en el 52,2%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Un piso en Madrid costaba, en la zona centro, alrededor de 5,25 millones de pesetas (unos 31.500 euros). El salario medio era de 1.400.000 pesetas. Por tanto, había que destinar el sueldo bruto de cuatro años para pagarlo. En la actualidad, son seis años. Más tiempo, pero más facilidades.

El tipo de interés que se pagaba en los 80 estaba sobre el 17%.

El porcentaje del crédito sobre el PIB fue del 12% en la primera mitad de los años 80. En el primer trimestre de 2021, llegó al 46%, según el Banco de España (BDE). Por tanto, hace cuarenta años no era tan fácil acceder al crédito para adquirir la casa de sus sueños.

Entre otras razones, porque los intereses que había que pagar eran más que elevados. Así, el tipo hipotecario de los años 80, el llamado mibor, estaba sobre el 17%. Por eso, y según el Ministerio de Obras Públicas (Moptma), un 35,5% de los españoles que optaban por la compra, preferían ahorrar y pagarla al contado sin acudir a las entidades de financiación; el 16,7% la pagaba a plazos; y el 47,8% se decantaba por pagar una parte al contado y, el resto, a plazos.

Ahora, básicamente, la situación es al contrario. Son mayoría, por no decir la totalidad, los que acuden al crédito hipotecario. Y son dos las opciones que tienen aquellos que desean adquirir una vivienda: hipoteca a tipo fijo o variable. De media, y en el primer trimestre de 2021, la de tipo fijo está al 1,7%; la variable, al 1,5%. La cuota media de la hipoteca es de 445 euros si es fija, y de 409 euros, si es variable. Son datos aportados por Tecnocasa.

El precio del suelo de vivienda nueva, a mediados de la década de los años 80, era de 326 euros el metro cuadrados. En junio de 2021, se situó en 2.482 euros, según Sociedad de Tasación. Otro dato relevante es el relativo al saldo hipotecario, es decir, la parte que está pendiente de amortizar. En 1981, y según la Asociación Hipotecaria de España (AHE), era de 12.921 millones de euros. En 2020, llegó a los 487.855 millones.

El futuro de los jóvenes

La calidad de vida de los españoles ha mejorado durante los últimos 40 años. Sin embargo, hay varios estudios que ponen el foco en que los hijos vivirán peor que sus padres. Uno de ellos es el de Fedea. Viene a decir que un joven que se incorpore ahora al mercado laboral, tendrá menos ingresos (un 7,2%) a lo largo de su vida laboral, que quien lo hizo en 2007.

Hasta la crisis de 2008, los salarios medios mensuales a tiempo completo “presentaban una estabilidad intergeneracional bastante marcada, tan solo rota por ligeras subidas en el caso de los jóvenes menos formados, y pequeñas bajadas en los trabajadores de mediana edad más cualificados”.

Esta es una de las conclusiones del estudio del BDE titulado ‘Tendencias laborales intergeneracionales en España en las últimas décadas’. Y añade. “La llegada de esa crisis coincidió con moderaciones salariales generalizadas para las nuevas cohortes, que han sido más intensas para los trabajadores más formados”.

Dicho informe pone de relieve que los salarios reales medios percibidos a cada edad por los trabajadores más cualificados han caído a lo largo de distintas generaciones. En el caso de los menos cualificados, apenas ha variado. También que las rentas anuales medias han disminuido de forma generalizada. Eso sí, una caída que suele tener un comportamiento cíclico.

La generación nacida entre 1985 y 1995 se ha dado de bruces con dos grandes crisis: la de 2008 y la del coronavirus. Sin duda, afectará a su formación y a su incorporación al mercado laboral. La tasa de paro juvenil es del 39%. En la década de los 80, estaba por encima del 30%. A su favor cuenta con que están más preparados. Una educación que debe ser continua y adaptada a las necesidades del mercado laboral actual.

Con estos pilares, y con los fondos Next Generation sobre la mesa, el deseo es crear el empleo necesario que permita absorber a estos jóvenes. ¿Calviño o Díaz? La balanza se decanta a favor de la ministra de Economía frente a su homónima de Trabajo. La caída de los precios de la tecnología, o las mayores opciones para acceder a la vivienda que hace cuatro décadas, hace que subir el SMI no sea tan prioritario como crear empleo.

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