Este viernes Naturgy anunció la venta del 96% de su filial chilena (CGE) por 2.570 millones de euros al fondo chino State Grid International Development Limited (SGID). La operación se cerró con unas plusvalías cercanas a los 400 millones de euros después de casi siete años en el país suramericano.

La operación es el penúltimo episodio del repliegue ordenado de las compañías del Ibex en Latinoamérica, el continente que les convirtió en multinacionales en los años noventa y que les ayudó a capear el temporal en la crisis de 2008 -obtuvieron 81.000 millones de euros de beneficios en la región entre 2007 y 2012-  pero que lleva una década dejando de ser rentable.

La constante depreciación de sus divisas, la inseguridad jurídica de algunos países, la crisis económica que ya lleva casi diez años y un marco regulatorio cada vez más inestable ha obligado a muchas grandes compañías españolas a replantearse su negocio en el continente: Naturgy, pero también Telefónica, BBVA y Santander llevan un par de años reduciendo su exposición a estos mercados.

Después de dos décadas gestionando los servicios básicos de países como Brasil, Argentina, Chile, Colombia, Perú o México se ha producido un lento, pero sostenido divorcio que a las empresas españolas les ha permitido hacer caja para reducir la deuda, recortar su perímetro para centrarse en negocios core y en regiones donde los riesgos son más controlables y buscar socios estratégicos que les permitan seguir presentes, pero no en solitario.

Volviendo al caso de Naturgy, su presidente Francisco Reynés puntualizó a los analistas tras anunciar la operación en Chile, que Latinoamérica, a pesar de que seguirá teniendo importancia en la cartera del grupo, verá reducida su importancia para la energética, y su peso sobre su resultado bruto de explotación (Ebitda) caerá al 33 o 34%.

Telefónica

En 2018, el 30% de los 24.300 millones que facturó Naturgy en el mundo llegaron de Latinoamérica, de los cuales el 15% procedía desde su hasta ahora filial chilena Compañía General de Electricidad (CGE).

Pero el caso de Naturgy no es aislado. Hace un año Telefónica anunció que hacía un spin off del continente creando Telefónica Hispam, una sociedad que se escindía para intentar monetizar sus activos en el continente. La nueva compañía, que no incluye los activos de Brasil, busca socios financieros, acuerdos y una posible salida a Bolsa.

Una estrategia que ha vuelto a cobrar importancia tras la presentación de resultados del último trimestre. La operadora perdió 160 millones de euros, lastradas por un deterioro de 785 millones de euros en sus activos en Argentina. Sin este impacto de extraordinarios entre junio y septiembre, las ganancias habrían sido de 734 millones.

La operadora ha tenido que aplicar este ajuste contable por la compleja situación que atraviesa el país latinoamericano -con un decreto que impide subir precios- con graves problemas económicos por la crisis del coronavirus.

Una coyuntura que es sintomática en los negocios de Telefónica en el continente, históricamente afectados por una endémica depreciación de sus monedas y con recurrentes deterioros en activos lastrados por la inestabilidad política y económica del continente. 

BBVA y Santander

Telefónica Hispam ingresó 5.988 millones de euros en los primeros nueve meses del año, lo que supone el 18,6% de su facturación global. El problema es que los negocios en estos países solo representan el 5,3% de sus beneficios operativos brutos.

A comienzos de 2019 la operadora anunció la venta de sus negocios en Panamá, Nicaragua, Costa Rica, Guatemala y El Salvador por unos 2.000 millones de euros. El camino inverso al que emprendió en 2004 al comprar las operaciones de la estadounidense Bellsouth en la región por valor de 4.727 millones de euros.

Hace exactamente un año Santander vendió su filial en Puerto Rico por unos 1.000 millones de euros. La entidad explicó que tomaba esta decisión para centrarse en mercados con potencial de crecimiento. Santander estaba lejos de los tres primeros bancos de Puerto Rico, que acaparan un 70% del mercado.

El banco presidido por Ana Botín realizó otras dos grandes operaciones antes de la crisis. La venta al Gobierno de Hugo Chávez de su filial venezolana por 750 millones en 2009 y el traspaso de su negocio colombiano, en 2011, por cerca de 1.000 millones. Puerto Rico, Venezuela y Colombia, tres mercados en los que no tenían el liderazgo y donde se acumularon problemas regulatorios y la rentabilidad cayó en picado.

Del mismo modo, BBVA anunció a finales de 2017 la venta de su filial chilena de banca minorista por 1.870 millones de euros a ScotiaBank y en verano de 2019 anunció la venta de su negocio en Paraguay por 240 millones.

Caída de la inversión

Unas desinversiones que se agudizaron después de la crisis de 2008. De esta manera, vendió su filial en Puerto Rico en 2012 por 302 millones, en 2013 la de Panamá por 472 millones y la parte mayoritaria de su negocio de fondos de pensiones en México, Colombia, Chile y Perú, por 4.000 millones. 

Estas operaciones reflejan que el idilio de las empresas españolas con el continente comienza a agotarse. Atrás queda la década dorada de los noventa en que la inversión extranjera directa de las empresas españolas en América Latina y el Caribe pasó de los 9.200 millones de dólares de 1990 a los casi 100.000 de 1999. 

De hecho, entre 1993 y 2015 la inversión bruta acumulada por las empresas españolas allí superó los 207.000 millones de euros, pero los últimos datos reflejan que se ha caído a una media de 10.366 millones entre 2014 y 2018, los últimos datos consolidados disponibles. De hecho, en 2018 la inversión española bruta en el continente fue de 9.662 millones en 2018, y de 6.907 en 2017.

Unos resultados que se han ido desplomando de la mano del empeoramiento de la situación económica del continente y de sus grandes mercados como Brasil, Argentina o México. Entre el año 1991 y 1998 el PIB de la región creció una media del 5%, para registrar un fuerte bajón a finales de esta década y volver a crecer por sobre el 6% entre el 2004 y el 2008.

No obstante, la última década ha sido para olvidar. Descontando el crecimiento de 5% de 2010, desde 2012 la media de alza del PIB ha estado cerca del 0%. Y todo ello antes de que llegase la pandemia a todo el mundo. Una cifra que no es casualidad y que ha estado relacionada con la inestabilidad política en muchos países, intentos de nacionalización en Argentina, Bolivia o Venezuela o cambio en las reglas del juego en muchos otros países.

Las empresas españolas del Ibex han visto que es muy difícil seguir rentabilizando todo el continente y han entendido que lo mejor es replegarse y centrarse en países concretos disminuyendo su huella en el continente.

Un proceso que está en plena marcha y que -según todos los expertos consultados- irá a más. ¿Es el fin de las compañías españolas en Latinoamérica? Probablemente no, pero todo depende de los coletazos del coronavirus que todavía no terminan de valorarse. Todo está abierto.

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