Toda crisis trae una oportunidad. Incluso la del Covid-19, una pandemia que asola el mundo y que ha sido especialmente virulenta en España. En estos dos meses, el virus ha obligado a cambiar los usos y costumbres de la población, también los laborales. El teletrabajo, de ser una costumbre marginal, se ha convertido en una necesidad en las empresas españolas que ha llegado para quedarse. ¿Está preparado nuestro país para este paso?

Lo cierto es que la base de la que parte el teletrabajo en España es pobre. Según Eurostat, solo el 7,5% de los ocupados españoles practica su jornada laboral de forma telemática, mientras que la media de la Unión Europea es del 13,5%. Y a pesar de que año a año España ha ido mejorando en este ámbito, siempre lo ha hecho por debajo de la media continental.

Es decir, que el potencial de teletrabajo que tiene nuestro país ha estado prácticamente inexplorado hasta el Covid-19. De hecho, según un reciente informe del Banco de España, el 30,6% de los españoles podría trabajar desde su casa. Y esta proporción se multiplica por dos, hasta el 60%, si se trata de las ocupaciones cualificadas.

Teletrabajo @purzlbaum en Unsplash Omicrono

Y la productividad no tiene por qué verse dañada, sino más bien potenciada. Así lo indican los estudios al respecto, que apuntan a un incremento de la productividad importante, de al menos el 13% según el propio Banco de España.

Eso sí: Para ello el trabajador tiene que estar dotado de herramientas tecnológicas suficientes y todo depende del sector y el tipo de trabajo. Mientras que el empleo telemático apunta a ser positivo para trabajos creativos, en el caso de las tareas urgentes y complejas puede ser incluso perjudicial.

Cultura presencial

La llegada de la pandemia y del confinamiento por el coronavirus ha provocado que empresas y trabajadores hayan tenido que lanzarse en brazos del teletrabajo. Y todo ello en contra de una cultura empresarial como la española, que no ha terminado de confiar en dar paso pasos en esta dirección en los últimos años.

“La revolución tecnológica para el teletrabajo ya existía. El gran obstáculo en España es la cultura empresarial: el presentismo. Es un obstáculo muy profundo para su extensión”, explica Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de Comisiones Obreras (CCOO).

Lo cierto es que fuentes del sector privado admiten que ha habido empresas ‘vagas’ en este asunto. “Hay que superar esta fórmula de gestión empresarial para pasar a otro modelo que es más positivo para todas las partes, también para los trabajadores: se evitan el gasto en tiempo y dinero del transporte, y se reduce el impacto negativo en el medio ambiente”. Un beneficio que también redunda en las compañías que ahorran costes, precisa Gutiérrez.

Un trabajador con suficientes recursos tecnológicos para el teletrabajar. @lukepeters en Unsplash Omicrono

El Covid-19 ha obligado a la empresa española a ponerse las pilas. Una encuesta realizada por Hays revela que un 95% de las compañías han tenido que recurrir al trabajo telemático, que ha supuesto un parche indispensable para poder mantener su actividad.

Pero esto no acaba aquí. Conscientes de que el confinamiento se puede reproducir ante eventuales rebrotes del virus(de hecho, así lo considera la propia AIReF en sus escenarios económicos), el 56% de las empresas va a aumentar y revisar sus opciones de teletrabajo cuando llegue lo que se ha venido a llamar la 'nueva normalidad'.

Priorización

Con todo, este replanteamiento laboral difícilmente hubiera sido posible sin el propio confinamiento y las medidas gubernamentales. Tanto las comunidades autónomas como el Estado han ordenado que, allá donde sea posible, los trabajadores no acudan a sus centros de trabajo y que se priorice el teletrabajo.

Este ordenamiento, a día de hoy, está planteado para toda la desescalada y hasta que el territorio español aterrice en la ‘nueva normalidad’. “A nivel legislativo, la medida se ha prorrogado en el RDL 15/2020, manteniendo el carácter preferente de esta modalidad de trabajo" durante estos meses. "Hasta que no esté totalmente controlada la pandemia, el riesgo de contagio y expansión existe", explica María Jesús Galiana, directora del Área Laboral de Novit Legal.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, en una sesión de teletrabajo (Borja Puig de la Bellacasa)

Pero la implantación del teletrabajo no ha estado exenta de disturbios. “A pesar de que no han sido mayoritarias, en estas semanas han llegado a CCOO numerosas quejas de trabajadores cuyas empresas no han implantado el teletrabajo a pesar de poder hacerlo y que tiene que ser preferente. Se trata de un problema que sucedió sobre todo al principio”, explica Gutiérrez, uno de los responsables de este sindicato.

¿Qué hacer si se da este escenario, poco habitual según sindicatos y patronales? “Lo mejor que puede hacer el trabajador es acercarse a su organización sindical y, en el caso que corresponda, llevarlo a la inspección de trabajo”.

“En nuestra situación actual de pandemia, la empresa no puede permitir que se produzcan contagios ni exponer a sus trabajadores, por lo que el trabajo a distancia se ha impuesto, siempre que fuese posible, como medida de prevención del Covid-19”, insiste Galiana, quien avisa de que las empresas que no habiliten esta fórmula se arriesgan a infringir la ley de prevención de riesgos laborales y sufrir sus correspondientes multas. “Este tipo de sanciones oscila entre los 2.000 euros para la más leve hasta los 819.000 euros en las muy graves”.

Base legal

Está claro que para el Gobierno el futuro laboral de España pasa por el teletrabajo. Ya sea por darle una mejor base legal o por normalizarlo ante el temor de nuevos rebrotes de Covid-19, el Ministerio de Trabajo ya está desarrollando una reforma legislativa que refuerce y cubra todo los agujeros legales que tiene el empleo telemático.

Según ha indicado la propia Yolanda Díaz, la idea es reformar el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores sobre el trabajo a distancia, que es el único nicho legal en el que hoy se ampara el teletrabajo. "Hemos hecho una autoevaluación muy rápida para desplegar el teletrabajo en las casas, pero hay que pautarlo y dar garantías y el derecho de desconexión", ha apuntado esta misma semana en varias de sus apariciones mediáticas.

Yolanda Díaz, ministra de Trabajo.

“La reforma tiene ser ‘con sentidiño’, como diríamos en Galicia”, opina Fabián Valero, director de Zeres Abogados. “Lo primero que yo haría sería reformar el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores y vincular el teletrabajo a causas personales para favorecer la conciliación”.

Además, apuesta por “una regulación más detallada de todos los aspectos, incluidos los medios de producción. ¿Es la empresa la que los pone a disposición del trabajador o el trabajador a disposición de la empresa? ¿Cómo se va a regular dentro del salario? Trabajaría en la extensión del derecho, en los sistemas de compensación por el mecanismo de teletrabajo y por uso”, explica.

Este abogado laboralista alerta de que “habría que valorar la propia prevención de riesgos laborales en el domicilio. Aunque no haya un riesgo evidente de accidente, sí que puede haberlo de riesgos psicosociales. El aislamiento puede afectar a la salud del trabajador”.

Modelo mixto y Diálogo Social

Valero se refiere, en definitiva, a que no todo puede ser teletrabajo. Hay un riesgo evidente de aislamiento social por esta causa. Un modelo que combine lo presencial y lo telemático debe ser el horizonte laboral de España.

“Una vez que podamos retornar a la ‘nueva normalidad’, yo abogaría más por tender a implantar un modelo mixto, en el que puedan convivir tanto el trabajo presencial como el trabajo a distancia, con el fin de no sufrir las carencias de uno u otro modelo. Todo ello, claro está, en función de las circunstancias y posibilidades de cada puesto y empresa. No debemos olvidar que hay puestos de trabajo que no son susceptibles de realizarse a distancia, por lo que deberán convivir ambas modalidades de trabajo dentro de la empresa y buscar un equilibrio en la regulación de ambos”, valora a su vez María Jesús Galiana.

Desde la CEOE consideran que este es el camino. El teletrabajo, a pesar de que ha llegado forzado por el coronavirus, “no es que haya venido para quedarse, sino que es una evolución natural del propio mercado laboral”.

La plana mayor del Gobierno y de la Mesa de Diálogo Social.

Respecto a la legislación futura, alertan que no se debe gestar de manera unilateral por parte del Gobierno o del Congreso. “Todo esto se debe plantear en el Diálogo Social”, donde se negociaría con sindicatos y patronales con el fin de dar con una respuesta que contente a todos… o que no termine de gustar a ninguna de las partes pero permita un acuerdo de mínimos, como ocurrió en el caso del salario mínimo interprofesional (SMI).

En CCOO se muestran de acuerdo con esta perspectiva, pero consideran necesario avanzar hacia una precisión mayor por sectores. “Se puede establecer un marco general que establezca unos mínimos a través del Diálogo Social, pero la negociación colectiva de empresas y trabajadores es fundamental”, indica Gutiérrez. “La aplicación concreta por sectores la llevaremos patronales y sindicatos”.

Entre las cuestiones que se tendrán que abordar en el futuro inmediato estarán las disfunciones generadas por el teletrabajo. Bajo esta modalidad, los empleados españoles han trabajado dos horas más durante el confinamiento y han aumentado su jornada laboral media en un 25 %, según datos del proveedor de servicios VPN (Virtual Private Network) NordVPN.

Y todo ello a pesar de existir una legislación de control de jornada que, tal y como admiten las fuentes consultadas, se tiene que mejorar ante los tiempos presentes y los que están por venir.

Además, habrá de vencer la propia falta de confianza de los trabajadores ante la fórmula telemática. A tan solo 3,4 trabajadores de cada 10 les gustaría seguir teletrabajando, según una reciente encuesta de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). 

Sin embargo, los pasos dados, obligados por el Covid-19, ya son difícilmente 'desandables'. Trabajadores y empresas tienen que adaptarse a una nueva realidad cuyas bases se están construyendo con rapidez y en la que el teletrabajo ya no es negociable sino necesario.  

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