España no es el único país que padece los efectos de la subida de la luz. El repunte del coste de la energía, como consecuencia del encarecimiento del gas y de los derechos de CO2 en Europa, ha provocado un incremento de la inflación en Europa inesperado que pondrá a prueba la recién estrenada estrategia del Banco Central Europeo (BCE) que, entre otros objetivos, busca no tener que subir los tipos de interés en el corto plazo.

En julio, la tasa de inflación interanual en el conjunto de la eurozona alcanzó su cota más alta en tres años al situarse en el 2,2%, frente al 0,4% de hace un año y al 1,9% de junio, según los datos que publicó este miércoles Eurostat.

En países como Alemania, alcanzó el 3,1% y en Estonia nada menos que el 4,9%. En el caso de España, la inflación interanual se situó en el 2,9% el pasado mes, en un momento en el que los precios de la electricidad y los alimentos están al alza, pero los salarios no suben por la fragilidad del rebote económico.

A falta de poco más de un mes para las elecciones que marcarán la era post Merkel, este dato publicado por la oficina estadística europea refuerza los argumentos de los halcones germanos para presionar al banco central y a la opinión pública hacia una política monetaria menos acomodaticia.

Subir tipos es una posibilidad que la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ya ha descartado en público por tener claro que en este momento la recuperación económica debe ser la prioridad.

Sin embargo, con la inflación sobrepasando el 2% y sin visos de que el coste de la energía vaya a bajar en el corto plazo, esas voces se escucharán con más fuerza en los próximos meses. De momento, el argumento de Fráncfort para mantener su política monetaria es que la subida de la inflación es coyuntural y no estructural.

El fantasma de la inflación es un viejo temor conocido de los alemanes desde que en los años 20 provocó el caldo de cultivo propicio para que Hitler llegara al poder. Una fuerte subida de precios es, además, un castigo para un pueblo ahorrador, como es el alemán, con lo que la tentación de utilizar estos datos en campaña electoral puede ser grande para algunos partidos.

En el caso de España, aunque sin apuntar a la política monetaria del BCE, el líder de la oposición, Pablo Casado, ha señalado ya la escalada de la inflación como una de las grandes amenazas para la economía de las clases medias y la ha calificado de "impuesto a los pobres" en Twitter.

No obstante, pese al aumento del coste de la vida, los analistas financieros consideran improbable que Fráncfort vaya a modificar su hoja de ruta actual de mantener los tipos bajos durante un periodo dilatado de tiempo.

Inflación en sentido laxo

Tras varios años trabajando en la revisión de su estrategia, el BCE hizo públicos sus nuevos objetivos la pasada primavera y fijó que su meta será una tasa de inflación del 2% en sentido laxo y permitiendo que de manera temporal supere ese objetivo.

Algunos analistas consideran que el BCE podría mantener su actual política de tipos incluso aguantando incluso dos años con la inflación rebasando el 2%.

En Fráncfort no se ha dado por cerrada la revisión de su estrategia y se mantiene abierto el debate de qué elementos se deben tener en cuenta para dar claridad a sus objetivos de inflación. Por ejemplo, la vivienda ganará peso en sus cálculos, precisamente, por la presión de sus miembros más ortodoxos por introducir elementos que eleven el IPCA (Índice de Precios de Consumo Armonizado) antes de modular la política de tipos.  

Para España cualquier movimiento sorpresa por parte de Lagarde es una amenaza para la sostenibilidad de la deuda pública que en junio marcó un nuevo récord histórico hasta situarse en 1,42 billones de euros (más del 122% del PIB).

Por ello, los datos de inflación interanual son un aviso de que el apoyo incondicional de Fráncfort a la financiación del Tesoro no va a ser eterno.

Según la información que publicó este miércoles Eurostat, la energía es responsable del 1,34% del avance, seguida de la subida del precio de los alimentos.

Los problemas de suministro en las cadenas de valor y el precio de las materias primas hace que sea posible aventurar que los precios seguirán al alza en los próximos meses.

De hecho, la inflación será una de las protagonistas de la cita de los banqueros centrales en las montañas de Jackson Hole la próxima semana. Un encuentro al que Lagarde no asistirá y en el que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, podría dar algunas pistas sobre su hoja de ruta para empezar a retirar estímulos monetarios en Estados Unidos.

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