Tormenta eléctrica. Llora Verónica Trapa, cofundadora Swanlaab, en el ecuador de una entrevista de 90 minutos vía Zoom. Y llora de rabia porque “aquella persona” le hizo perder todo su dinero. “Casi pierdo hasta mi casa, la gente mala es capaz de todo”, exclama. Entre sus lágrimas marcadas también por una juventud robada por su devoción empresarial, se atisba un arcoiris procedente de la luz que inunda su vida hoy.

Porque ahora vive sus felices años 20, ilusionada en lo personal –se casa el próximo 3 de julio–, y volcada en lo profesional entre los cisnes de Swanlaab, el vehículo de inversión hispano-israelí que creó junto a su vecino “de la A-1”. El gentleman de la inversión, Mark Kaavelars, que, aunque también es coprotagonista del perfil de hoy, huye, como le caracteriza, de ser centro de atención mediática.

“Verónica es una persona que siempre se involucra, que pone el 100% de sí misma en cada proyecto”, corroboran allegados, “nunca pasa inadvertida, es muy lanzada”. Y así ha sido siempre la vida de nuestra inversora de hoy, donde ha cabalgado cada día a galope, pisando el acelerador, alcanzando velocidades no aptas para cardiacos, salvando tinieblas y volcanes en erupción. “Con 34 años tuve que despedir a 150 personas y cerrar un grupo empresarial. Soy una contracorriente”, se define, y su pasado así lo retrata. 

Su prematura madurez profesional, inicio de su calvario personal, llegó a partir del año 2000 cuando entró en Viapostal de la mano de Luis Sans, “su ética deja mucho que desear”, comienza la descarga Trapa. Y no se calla. Unió su vida once años a los diferentes proyectos que éste lanzaba, y que iban cayendo desde sus inicios, como el lanzamiento de Vía Postal, competencia de Correos, que apenas llegó a dos años de vida.

“Cerré una empresa con 1.000 empleados, despedía personas desde las 9 de la mañana a las 8 de la noche en grupos de siete que, además, se iban a quedar sin Fogasa". Comenzaba la pesadilla pero ella “confiaba en Luis, nos llevábamos bien”. Luego llegaría Life and Colors, proponiendo la venta de sábanas y toallas de producción portuguesa. “De manera ciega confié en la otra persona, y lo perdí todo, 300.000 euros de mis ahorros. Me hizo perder también dinero de mis padres y estuve a punto de perder mi casa”, respira hondo nuestra inversora de hoy mientras se le saltan las lágrimas. Bebe agua, se recompone y culmina su paso a la indiferencia “sobre esta persona” citando el último proyecto, también fallido, que les unió, Tu Chef.

Verónica Trapa.

Verónica Trapa.

Pocos años después y con todo lo aprendido encontró su hábitat, el lago para bailar y el plancton para acelerar y convertirse en uno de los cisnes mágicos que configuran la brillante camada de Swanlaab. “Conocí a Verónica cuando éramos vecinos, entablamos una gran amistad personal, y también profesional, ya que en la empresa pedíamos los menús de Tu Chef” recuerda Kavelaars, que accede a ser entrevistado, vía Zoom también, minutos antes de su partido de pádel de los sábados, a primera hora. 

It takes two to tango” dice Mark, y a bailar fundando el primer fondo nacido en nuestro país con capital israelí, “El viaje de emprender no se puede hacer solo, ella es una muy buena cofounder, existe un juego de roles entre los dos, hay que tratar a Verónica como merece, ella siempre quiere que yo cumpla mis sueños”, añade. “Entre los dos existen valores que no tienen precio, como la amistad, el respeto, el aprecio… Es una mujer fantástica”, sentencia.

Lejos de copar los principales focos, rara avis en el entorno VC, tanto Verónica como Mark insisten en que “son doce jugadores los que ganan las Champions League”, casualmente los 12 que componen el ‘Us’ de su página web. En su alineación caben nombres de la talla de Juan Revuelta, Jaime Gil-Delgado; “o los israelíes”, como Yuval Avni, Zvi Schechter o Tal Mizrahi.

Ellos ya ganaron su Champions en 2016 cuando levantaron el primer fondo de 40 millones de euros. Ahora, se encaminan a por un segundo fundraising que podría alcanzar los 70 millones, y para el que ya calienta el jugador 12+1, al que todos apuntan, Bernardo Martínez, amigo personal y artífice de la columna de hoy.

Con un comité de inversión igualitario, en lo que a nacionalidades se refiere, cuatro nacionales y cuatro israelíes, Swaanlab tiene ya un portfolio de 12+1 startups invertidas con su primer fondo, todas de base tecnológica y con modelo de negocio B2B. Con exits a la vista para el próximo 2022, solo dos compañías de las 13 tiemblan, “pero estamos intentando rescatarlas y esperamos buenas sorpresas”.

Verónica Trapa acompaña, se implica, se la juega y es parte del equipo de cofounders de su portfolio. “Me gusta el fregado de ayudar a construir empresas de éxito. Soy mucho de hacer las cosas y siempre que me necesitan, ahí estoy, es mi prioridad” afirma. “Me encantan los founders obsesionados con traer el mejor talento posible para dar velocidad a sus startups”, como para ella está haciendo “Pablo Enciso con Predictiva, un trabajo increíble” subraya. O Varis Babé con Pulpomatic, “que revoluciona el mundo de las flotas de coches y apuesta también muy fuerte por el talento”.

Añade también comentarios sobre el “talento y ambición” de Javier Perea, de Smart Protection; o del “gran” Rodrigo Rodríguez de Odilo; así como nuestros CEOs más jóvenes “por su foco, madurez y capacidad de ejecución” Jiaqi Pan de Landbot, Álvaro Verdoy de Sales Layer o Víctor Álvarez, de Situm. CEO´s & Verónica Trapa. “Creemos fuertemente en la implicación dentro de nuestras startups, en la coinversión con otros VC´s potentes e internacionales, siempre hemos liderado las rondas para acompañar a nuestros emprendedores”, apunta.

El arcoiris ilumina su rostro cuando relata su alineación favorita de las startups que cambiarán el mundo con la vacuna de la tecnología y la innovación. También lo ilumina cuando habla de su vida personal, de que se casa en apenas dos semanas, cuando habla de su hija Manuela, “una mujer especial, muy lista”, o cuando piensa en cocinar nuestro ecosistema con su buena mano de chef. Para los emprendedores, “que son muy fashion”, una ensalada de quinoa con lima y un tiradito de atún versión peruana. Para los inversores, jamón, buen vino y queso, “todo para compartir, que falta hace”. 

El arcoiris se nos ilumina a los que la escuchamos cuando nos delata que su electricidad también es solidaria, que desde hace diez años acude de misión a Lourdes para compartir seis días “y ponerme en contacto con la realidad” con personas especiales. O que desde 2009 es miembro fundador de la Fundación Arca, donde han creado la primera casa para familias con hijos que tienen discapacidad intelectual. Verónica, sonríe, que te lo has ganado.