El desempleo está aumentando en todos los países de la UE debido a la pandemia y consiguiente recesión. España lidera el desempleo juvenil en Europa con una tasa del 40,7% seguido de Grecia que alcanza el 35%. En el otro extremo de la tabla que aporta el Eurostat encontramos a Alemania con un 6,1% y Países Bajos con un 9,5%. Mirando al futuro, algunas previsiones indican que el paro juvenil en España alcanzará su pico en otoño de este año con unas cifras cercanas al 45%.

Esta última semana hemos asistido a gravísimas protestas ocasionadas por la encarcelación del rapero Pablo Hasel en las que la policía detectaba entre los manifestantes una mezcla heterogénea de jóvenes sin una gran carga ideológica y diverso perfil. Preguntados algunos de ellos por sus motivaciones se destacaba la existencia de una rabia acumulada junto a una serie de injusticias y problemas de difícil solución, como, por ejemplo, la imposibilidad de acceder al mercado laboral o acceder únicamente a trabajos muy precarios.

A esta situación se le suma que España no es percibida por la gente joven como un buen país para el emprendimiento. En un reciente artículo de Eduardo Jiménez para este periódico se indicaba que ocho de cada diez jóvenes empresarios considera que en España no existe un ecosistema favorable para la creación de empresas, algo que se está intentando revertir con un plan a diez años para impulsar el emprendimiento innovador desde la 'Estrategia España Nación Emprendedora".

La cuestión es qué pueden hacer los jóvenes que buscan sus primeros empleos y los no tan jóvenes que han perdido los suyos, mientras los distintos gobiernos buscan que la espiral virtuosa de la triple hélice de la innovación se convierta en una realidad en nuestro país.

Recordemos para los que no estén familiarizados con este concepto que la triple hélice surge de los trabajos que desarrollaron los autores Etzkowitz y Leydesdorff en 1997 explorando las relaciones recíprocas que se producen entre los sectores educativo, privado y público. Se busca alcanzar que estos tres ámbitos dejen de trabajar de manera independiente y pasen a interactuar entre sí, generando una espiral virtuosa. El sector educativo proporcionaría investigación y formación. El sector privado transformaría el conocimiento en bienes y servicios para el mercado. El sector público facilitaría el marco legislativo y el apoyo financiero en el proceso de la innovación.

Una respuesta a la cuestión planteada nos la ofrece C. Vijayakumar, presidente y CEO de HCL Technologies en un reciente artículo para el Foro Económico Mundial. En los tiempos actuales, el trabajo ha sufrido una disrupción sin precedentes y debemos asumir que la era post-Covid será moldeada principalmente por la tecnología. Asimismo, la forma en que las personas interactuarán en sus futuros trabajos cambiará significativamente bajo cinco grandes tendencias.

La primera será trabajar desde cualquier lugar. En un reciente estudio de BCG titulado “Workplace of the Future” se espera que un 40% de empleados trabajen en remoto. La segunda plantea que la tecnología abrirá nuevas oportunidades llevando el trabajo directamente a las personas debido a que un número mayor de la población podrá participar en trabajos a los que antes estaban limitados por temas logísticos y operativos.

La tercera es trabajar a voluntad por medio de las plataformas de la economía gig, como Fiverr, UpWork, TaskRabbit o Kalido. La economía gig se puede definir como una fuerza laboral basada en proyectos únicos o tareas en las que un profesional es contratado por medio de una plataforma tecnológica para trabajar bajo demanda. Se calcula que el año pasado el 40% de los trabajadores estadounidenses ya eran contratistas independientes. Uno de los motivos es que a los millennials les gusta tener la flexibilidad de elegir cuándo y dónde trabajar. También disfrutan de la libertad de mejorar el equilibrio entre su vida laboral y personal al tener un mayor control de sus horarios de trabajo. Una actividad importante del sector público en este aspecto será velar para evitar un posible riesgo de precarización laboral.

La cuarta es que a medida que la inteligencia artificial y la colaboración hombre-máquina se hagan cargo de las tareas repetitivas y rutinarias, los empleados podrán centrarse cada vez más en actividades en las que alcanzarán una mayor autorrealización. Los humanos continuaremos con lo que hacemos mejor —crear, imaginar, decidir cuál de nuestros muchos objetivos y proyectos priorizar en un mundo de recursos limitados—, mientras que la inteligencia artificial nos asistirá en nuestra toma de decisiones.

La quinta y última será trabajar por el planeta ya que entramos de lleno en la era de la economía sostenible. Aumentarán los empleos que impulsarán esta forma de vida sostenible y las tecnologías exponenciales habilitarán nuevos puestos de trabajo en la intersección del cambio climático y los servicios públicos, así como los productos de consumo sostenibles.

En conclusión, mientras los distintos gobiernos intentan transformar el país para que sea más emprendedor e innovador dinamizando la espiral virtuosa de la triple hélice, lo mejor que podemos hacer nosotros es prepararnos para surfear las olas de empleo del futuro.

*** Paco Bree es profesor de Deusto Business School