Huele el éxito y por eso ataca con órdago. Más que nadie. Siempre con las mejores cartas y a calzón quitado. Siempre antes. Siempre visionario. Y siempre eligiendo los mejores equipos y compañeros, porque como él dice reiteradamente “elegir a tu socios es la clave del éxito, es como elegir a tu pareja”. Barcelonés de nacimiento, gallego en lo familiar y personal, y un auténtico diamante en bruto de nuestro ecosistema, Carlos Blanco, no sólo es sinónimo de triunfo, también de entrega y sacrificio, “soy una persona emprendedora”, se define. Se palpa.

Lo que es innegable es que todo lo que toca (llamémosle startup) lo convierte en oro, Y ese es el gran aval de Carlos Blanco, quizás el inversor y emprendedor infinito más mediático, controvertido y exitoso de las últimas décadas en nuestro país. No deja indiferente a nadie. “Cabiedes creo que me supera en número de inversiones”, siempre puntualiza. Él solito ha realizado cerca de 100 inversiones como Business Angel, a las que se suman las casi 30 que desde 2017 han alcanzado a través de Encomenda Smart Capital.

Su diccionario empieza siempre por la letra A, de Akamon. No hay entrevista que le haya hecho, y estarán en cerca de la decena, que no pronuncie la palabra que más lingotes le ha dado en su vida. La vendió, traducido a euros, por algo menos de 24 kilos. Tela. Un golazo por la escuadra, como los que mete su hijo esta temporada en el Marbella C.F, antes en el Villarreal, Juventus o Barça.

Pero aquí no hay casualidad de un día. A los hechos me remito: invirtió en Glovo “cuando era un power point”, y ya ha vendido; salió de Captio o Habitissimo, y su mejor exit “aún no ha llegado”. Deporvillage, Citibox, GOI, Holded o Plátano Melón son su repóquer. Para lograrlo, como Business Angel, ha invertido hasta 100.000 euros en una startup, “en proyectos fundados por mí hasta 800.000 euros” o hasta 1,8 millones en Encomenda, límites (ilimitados) que de mi realidad se escapan.

El emprendedor bajo el cual se ha construido el inversor, es creador de uno de los eventos más longevos del ecosistema, First Tuesday, que se celebra desde 1999 como bien recuerda siempre el amigo Jaime Estévez, y que durante años, y bajo billete de AVE (Preferente, asiento pasillo), ha centralizado en Madrid y Barcelona. Hoy ya es online, como todo. Blanco también fue reconocido en 2014 cuando obtuvo el Premio Pyme al Mejor Emprendedor de Expansión e IFEMA. Este emprendedor/inversor también es cofundador junto al gran Albert Bosch de una de la startups que lo parten, Housfy, nacida del venture builder que también lleva su sello, Nuclio. Vaya con el emprendedor...

Es difícil entrar en el Carlos Blanco más personal. Probablemente nunca tenga broca de tal magnitud que traspase esa coraza de hierro que le protege de esas “personas que eran amigos, pero, a la hora de la verdad, y con dinero de por medio, se ve la realidad de cada uno”. No obstante, su Instagram le delata: el amor que profesa por sus hijos, “el nacimiento del primero fue el más especial”, destaca, y ver eventos deportivos, “fútbol, tenis, baloncesto, Fórmula 1, motociclismo”, añade. Estos detalles le convierten en ser humano, tan humano como tú que me lees, como yo que ahora escribo.

Le conocí personalmente el 12 de junio de 2017 en un espacio para emprendedores que tenía en Telemadrid. Nunca me cansaré de preguntarle, porque siempre tiene algo que decir, como el secreto que revela para esta columna de D+I, “quiero viajar al espacio, quiero ver la Tierra como turista espacial, aunque cada vez me queda menos tiempo”. Y aunque a la gran mayoría de los inmortales emprendedores les parezca un personaje distante o lejano, lo digo de buena tinta, y sin considerarme amigo personal de él, nunca deja un ‘wasap’ sin contestar. Y eso, en el ecosistema emprendedor es oro, como todo lo que toca.