Ironías del destino, la casualidad ha querido que Facebook -y sus apps hermanas WhatsApp e Instagram- sufrieran una caída masiva a escala global a escasos días de que la empresa presentase sus últimas innovaciones en materia de conectividad. Un momento duro para la popular red social (Mark Zuckerberg perdió 6.000 millones de dólares tras este incidente) pero que desde la firma han querido reinterpretar como una prueba viva de la importancia de que las sociedades modernas gocen de una buena conexión a internet.

Hemos sufrido una caída muy seria y, aunque todos los sistemas ya están funcionando de nuevo, cuando construyes una plataforma central de comunicaciones para miles de millones de personas nunca quieres ver algo así”, reconoce Mike Schroepfer, CTO de Facebook, durante una sesión con prensa internacional en la que participó D+I. “La gente depende de servicios de internet como el nuestro para prácticamente cualquier aspecto de su vida y economía diaria. Quiero pedir disculpas a todo el mundo que se haya visto afectado por esta caída”.

Para Schroepfer, este incidente es además una “buena prueba de cómo algo que damos por hecho, como una conexión a internet fiable y de alta velocidad, es algo inaccesible para millones de personas en todo el mundo. Un problema ligado a limitaciones tecnológicas que, desde la perspectiva de negocio, no estamos solucionando”.

Hila el directivo así la caída de sus servicios con los trabajos desarrollados en Facebook Connectivity para democratizar el acceso a la Red de Redes en países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Unas iniciativas de innovación que no son nuevas para los de Zuckerberg, pero sí que demuestran un grado de madurez y posibilidades de implantación mucho mayores. Cubriendo, además, del aire al mar, pasando por nuestra terrenal existencia.

Los datos reflejan el enorme desafío al que nos referimos: en 2019, el 70% de la población mundial seguía viviendo a más de 10 km de una red de fibra óptica, bien por limitaciones orográficas (como montañas o desiertos), la despoblación rural (y la consiguiente falta de rentabilidad para los operadores) o la escasez de materiales asequibles capaces de soportar condiciones meteorológicas adversas, como fuertes vientos o el calor del desierto.

Tierra

No sabemos si la Tierra está encogiendo, como anticipaba Julio Verne (“puede ser recorrida diez veces más rápido que hace cien años”) pero lo cierto es que la necesidad de desplegar más y más rápido la fibra óptica hacia zonas rurales o de difícil acceso resulta imperativa para conseguir que todos, en todo el globo, tengan la posibilidad de sumarse a la era digital.

Cabe recordar que el coste de desplegar fibra óptica es muy variable según la zona y el país, pero resulta en cualquier caso demasiado alto para que comunidades con pocos recursos puedan gozar de ella. Tirando de nuevo con las ironías, un metro de filamento de fibra apenas cuesta unos céntimos; lo verdaderamente costoso es su instalación (entre decenas y cientos de euros, según indican desde Facebook).

Por ello la multinacional se planteó cómo reducir ese montante y la solución la encontró en los tendidos eléctricos de media tensión. “Los tres cables que estamos acostumbrados a ver en la parte superior de los postes de la luz”, predica Karthik Yogeeswaran, ingeniero de sistemas inalámbricos en Facebook. “En la mayor parte del mundo, estas líneas recorren prácticamente todas las calles. Si encontráramos un modo de añadir fibra a esas líneas, tendríamos una solución que podríamos implementar a escala global”.

Una imagen del robot Bombyx, instalando fibra óptica sobre un tendido eléctrico de media tensión.

De la aspiración a la realidad con Bombyx (gusano de seda, en latín), un robot que facilita la instalación de cables de fibra aérea, que aprovecha las infraestructuras ya colocadas de los tendidos eléctricos para ahorrarse los costes de excavación e instalación.

El robot en cuestión tarda apenas cuatro minutos en cruzar una línea eléctrica y posee una particular estabilidad que le permite subir en vertical por estas líneas. Aunque no es totalmente autónomo y requiere de supervisión humana, este innovador dispositivo es capaz de superar obstáculos y dar la vuelta cuando lo necesita a lo largo de su ruta.

¿Cuál es el objetivo último de Facebook? Que cada robot instale más de un kilómetro de fibra evitando con autonomía docenas de posibles obstáculos en cuestión de hora y media.

Por el camino, los ingenieros de la marca están resolviendo retos de carga (usando fibra de Kevlar para no romper los tendidos eléctricos con demasiado peso) y de tamaño (reduciendo los pares de fibra, de 96 a 24). Según Facebook, un solo par puede ofrecer cobertura hasta a 1.000 hogares, así que 24 pares deberían ser suficientes para surtir a todas las viviendas y empresas a las que abastece cada alimentador eléctrico. 

Mar

Aunque vivamos en tierra firme, y aquí sea donde se desarrollan nuestras vidas digitales, lo cierto es que la magia de toda ello viene del mar. No hablamos del marisco de las rías gallegas ni de la belleza de los corales, sino de los miles de millones de kilómetros de cables submarinos que conectan las orillas de múltiples países entre sí, vertebrando la conectividad mundial desde las profundidades de los océanos.

Sin embargo, estos cables tampoco están exentos de desafíos tecnológicos que limitan su rendimiento. Por lo pronto, encontramos la barrera de la energía, ya que la electricidad se entrega desde la orilla hasta una serie de repetidores, dispuestos de forma consecutiva a lo largo del cable, cada uno a 80 km. de distancia del anterior aproximadamente, que impulsan la señal en toda esta trayectoria. Obviamente, este modelo limita la longitud del cable de forma dramática.

Una de las balizas solares con las que Facebook quiere alimentar los cables submarinos.

En esta ocasión, los investigadores de Facebook han optado por subirse al carro de las energías renovables con un invento obvio pero, al mismo tiempo, rompedor: unas balizas solares que pueden desplegarse en el océano y entregar energía directamente al cable submarino. 

"Estamos estudiando otras soluciones más sostenibles, que combinan la acción de conversores de energía undimotriz (de las olas) y paneles solares. Se trata de una solución única que nos permitirá innovar tecnológicamente y pasar de medio a cinco petabits por segundo, es decir, diez veces más capacidad", añaden desde la compañía.

No es el único freno que encuentran los cables submarinos pese a su ya dilatada vida: hasta hace poco, los cables submarinos transoceánicos tan solo incluían de dos a ocho pares de fibra. Pero Facebook ya ha anunciado el primer sistema de cable submarino transatlántico de 24 pares de fibra de la historia que conectará Europa a Estados Unidos, con una capacidad de medio petabit por segundo, es decir, medio millón de gigabits. 

Sumen a lo anterior la irrupción de la inteligencia artificial en la etapa previa de todo ello: el diseño de los propios cables submarinos. En ese sentido, Facebook ha dado vida a una herramienta de modelado predictivo, el modelo Atlantis, que les ayuda a prever dónde deben construir rutas de cable submarino para garantizar la disponibilidad de red si se producen eventos inesperados.

Aire

Nos queda un último elemento de la naturaleza por explotar en esta carrera por la conectividad mundial (con la salvedad del fuego, mal amigo en estos lares). Es el aire, por donde ya desplegamos las redes móviles como la 5G y que también puede jugar un rol trascendental en la última milla de la fibra óptica. Esto es, una vez que ya se ha entregado del cable submarino a la fibra sobre el tendido eléctrico y tan sólo queda llegar hasta el hogar del usuario final.

En estas lides, Facebook ha creado Terragraph, una tecnología ya usada en Anchorage (Alaska, con velocidades de descarga de hasta 1 gigabit y 100 Mbps de subida) y Perth (Australia) que usa transmisores instalados en los tejados y el mobiliario urbano para crear una red distribuida de conectividad.

Esta innovación no requiere de cables, con lo que su despliegue es inmediato, y su cobertura es modular y ampliable, a través de nodos que se pueden colocar en semáforos, tejados o, de nuevo, en postes eléctricos. Y, además, Facebook se ha comprometido a facilitar licencias a cientos de operadores para explotar estas capacidades, tanto en ciudades aisladas de países desarrollados como, de nuevo, en aquellas zonas que más necesitan internet para salir de la pobreza.

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