Pongamos que usted luce ya alguna cana. Piense en cómo era su bandeja de entrada de emails hace 15 o diez años. Y ahora, repase cómo estaba esta misma semana. La cantidad de mensajes que recibimos cada día se ha multiplicado a un nivel impensable por entonces y los emails verdaderamente importantes y con contenido se pierden entre newsletters a las que se apuntó y ahora no sabe por qué, envíos publicitarios y un montón de mensajes en los que está en copia sin participación activa.

No está solo. Bienvenido a la era de la información. O de la saturación. "Todo este caos de mensajes es culpa nuestra. Hemos querido recibirlo todo y ahora no podemos gestionarlo", decía esta semana en Toronto John Radko, vicepresidente de desarrollo de producto de Opentext, la empresa de software más grande de Canadá y responsable de gestionar en todo el mundo los servicios de información de compañías como Coca-Cola, instituciones como el Banco de España o gobiernos como el de Canadá. La metáfora le servía para introducir el que se ha sido el argumento principal de su gran congreso anual, el Opentext Enterprise World: las empresas han dedicado tanto tiempo a generar datos que se han olvidado de organizarlos para hacer más negocio.

"No es que  haya mucho ruido en el mercado, es que hay muchos datos. Las empresas han sido acaparadoras, guardándolo todo por si acaso algún día necesitaban esa información, sin pensar en el valor real de negocio o en su caducidad", explicaba a INNOVADORES Anthony di Bello, vicepresidente y responsable de desarrollo estratégico de Opentext, que ha hecho de este caos su nuevo negocio con toda una batería de productos dedicados a ordenar y optimizar la información de cualquier área empresarial: desde el marketing a los recursos humanos pasando por el desarrollo.

Y es que hoy la gestión de los datos se enfrenta a tres problemas básicos, dicen los portavoces de la compañía: digitalizar, globalizar y automatizar. Y lo más importante para sortearlos con éxito y que la empresa salga reforzada es atravesar otras tres fases, apuntaba Marco de Vreis, responsable de marketing de la firma: reconocer quiénes son los disruptores del mercado y por dónde vienen (a veces por motivos de regulación, a veces por nuevas tecnologías), encontrar el problema y diseñar la oportunidad. 

Y en el primer paso reside la mayor dificultad, porque hoy los disruptores no tienen que ser actores nativos del sector. La disrupción es la información. El CEO de Opentext, Mark Barrenechea, lo explicaba utilizando como ejemplo el universo del automóvil. Primero fueron los carros de caballos, que se vieron superados por los coches mecánicos. La siguiente disrupción fueron las plantas de ensamblaje, luego los sistemas de gestión y después el vehículo autónomo.

¿Lo próximo? "Las aseguradoras", decía Barrenechea. ¿Por qué? Porque ellas saben (y sabrán cada vez más, gracias al internet de las cosas) a qué velocidad conduces, si te saltas los pasos de peatones, si eres violento, si conduces en horas de tráfico...  Y así cualquier sector. "Es la era del conocimiento, innova quien posee los datos del coche, del conductor y de la carretera porque lo sabe todo y la información es el poder". El dato convertido en informacion y procesado a través de tecnologías como la inteligencia artificial es lo que permite desarrollar nuevos modelos de negocio. "Los datos te permiten ser prescriptivo y predictivo y eso abre una nueva era".

Así, la información es la ventaja competitiva y no el proceso como hasta ahora. Por eso al capital humano y al tradicional capital de bienes (oro, petróleo) se suma el capital de la información. "Inglaterra ya no es un país de capital de mercancía", decía el CEO. "Tiene reservas de petróleo por valor de 40.000 millones de dólares, pero su propiedad intelectual a partir de música o desarrollos científicos vale más de 100.000 millones", apuntaba para reforzar la idea de que el valor económico ha cambiado de sentido.

A su juicio, la inteligencia artificial; el 5G y el universo conectado; la nueva fuerza laboral formada por la Generación Z y los millennials;  y la potencia de la experiencia de usuario son los grandes habilitadores de este cambio que nos conducen a hablar hoy de cuestiones antes impensables como el control de la identidad digital, las cadenas de suministro éticas, la economía de las API o los gemelos digitales. Y todo, en medio de una guerra por el talento y un clima de "confianza cero"

"Tenemos que ser adaptativos y ágiles ante los cambios. Vivimos en una batalla continua, pero nuestro reto no es diferente al de otros sectores", decía Mayank Mishra, responsable de digitalización del gigante bancario Citi. Su banco mueve cada día 5.000 millones de dólares y controlar cada uno de los datos que dejan en el camino es crucial. "Buena parte del negocio bancario es mantener la confianza entre todas las partes", decía. Y la inteligencia artificial se convierte en la aliada estrella para ordenar todo este proceso. Entre sus prioridades, reducir el coste de los nuevos clientes gracias a una gestión más inteligente de la información. "El manejo de contenidos personalizados y la experiencia de usuario serán la clave de la diferenciación", apuntaba Mishra. Una vez más: la información es la clave del negocio.

Lo mismo cree Bal Bansal, director de innovación de Coca-Cola. "Necesitamos tener todo nuestro conocimiento ordenado en tiempo real para después poder aplicar IA y obtener resultados. No podemos ir despacio porque están pasando tantas cosas y hay tantas tecnologías y productos nuevos que si lo haces te quedas atrás". Sin embargo, añadía una premisa: la de la simplicidad para que todos los estamentos de la empresa entiendan la nueva importancia de la información. "Hay que pensar de forma sencilla. Si no podemos explicarlo fácilmente, no nos sirve". Una filosofía que Barrenechea resumía así: "Nunca hemos ido tan rápido y nunca iremos tan despacio".