El 'mayor D', de uniforme, cuyo rostro aparece opacado por un borrón digital.

El 'mayor D', de uniforme, cuyo rostro aparece opacado por un borrón digital.

Investigación Defensa

Israel habla abiertamente de innovación militar… pero los resultados son secreto

La iniciativa Innofense reúne al propio ejército, una aceleradora de Defensa y un hub de innovación civil para 'reclutar' startups y captar desarrollos.

19 diciembre, 2020 00:55

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El general de brigada en la reserva Daniel Gold no tiene inconveniente en mostrarse a cara descubierta, con una camisa de color gris neutro y una sonrisa. No así el 'mayor D', de uniforme, cuyo rostro aparece opacado por un borrón digital, desde alguna dependencia de la fuerza aérea. Gold es el jefe de Maf’at, un área, digamos, administrativa de la defensa israelí, mientras que el puesto de 'D' está en 'primera línea de fuego' de la inteligencia tecnológica.

Ambos, interviniendo públicamente en el seminario iHLS Innotech, componen una magnífica metáfora en los contrastes de cómo el ejército de Israel desempeña un importantísimo papel en impulsar la innovación y la aprovecha, en un país envidiado por su modelo y su ecosistema. La autoridad militar no tiene inconveniente en explicar abiertamente cómo hace lo que hace, pero se reserva la etiqueta de alto secreto para los resultados concretos que le dan 'ventajas competitivas'.

Maf'at, cuya denominación en inglés respondería a 'administración para el desarrollo de armamento e infraestructuras tecnológicos', es algo así como la versión israelí del DARPA estadounidense. El departamento que lidera Gold es el directorio de I+D para la Defensa, una entidad administrativa conjunta del ministerio y cada uno de los ejércitos. Coordina a los militares con la industria de defensa y aeroespacial (especialmente con las empresas israelíes), la corporación Rafael (vinculada al ministerio para producir armamento) y el Instituto de Investigación Biológica. "Nuestro papel es crear el I+D para lograr la superioridad tecnológica", ratifica Gold.

Hay que recalcar que el dinero que invierte la Defensa en investigación, innovación y tecnología es una de las seis patas sobre las que se sustenta el modelo israelí, con tanta importancia como las aportaciones del Gobierno, la inversión privada y las corporaciones multinacionales que se instalan en el territorio. Las otras dos patas son la creación masiva de startups y la implicación de la educación en el ecosistema.

Una iniciativa clave para los objetivos de Maf'at es Innofense, un centro de innovación para el desarrollo de tecnología de doble uso, civil y militar, en colaboración con los ejércitos de tierra y aire, y operado de manera bicéfala por iHLS, una incubadora y aceleradora del departamento de seguridad nacional, y SOSA, que es el mayor hub privado del ecosistema de innovación en Tel Aviv. Esa es la puerta que se abre desde la instancia militar para la entrada de startups y empresas.

"Hemos elegido este camino", dice el general Gold, "porque sabemos que el mercado está impulsando la innovación y deseamos salir del ámbito militar para llegar hasta esa innovación y traerla a nuestro terreno. Y, a la vez, aportar la nuestra para reforzarla comercialmente, a través de las dos aceleradoras, para trabajar en el mercado comercial y en el de la defensa". Asegura que el método "funciona perfectamente".

También señala que las startups que postulan sus proyectos, "por supuesto, después de haber sido escrutadas y seleccionadas, consiguen dinero para desarrollar sus pruebas de concepto y apoyo tecnológico de los expertos [militares] para que alcancen el éxito, contando con el usuario de la parte de defensa y con el mercado al mismo tiempo".

Desarrollo tecnológico

La iniciativa afronta muchos retos, según su responsable, trabajando con 1.500 proyectos simultáneos, "por tierra, mar y aire". Sin entrar en detalles habla de sistemas de inteligencia artificial y de una veintena de modelos de drones, no sólo voladores. Son máquinas robóticas que abarcan desarrollos para funcionar "en el suelo, en el subsuelo, en el aire, bajo el mar y sobre el mar. Hay cosas que son muy rígidas. No es lo mismo crear un misil que una startup para trabajar con aceite de oliva…".

Concretando un poco más el encaje entre el mundo militar y el comercial, Gold explica que "hay muchas áreas que se están moviendo muy deprisa, drones, inteligencia artificial, coches automatizados, en las que trabajamos muy directamente con entidades comerciales, haciendo uso de su capacidad para llegar rápido al mercado".  Otro ámbito de especial interés es el espacio y el desarrollo de satélites, cuya doble aplicación, civil y militar resulta bastante obvia.

Para comercializar los productos que surgen de esta colaboración, "cada compañía que quiere vender algo, tiene que venir al Ministerio de Defensa y 'aplicar' para una licencia de exportación. El comité de políticas técnico-operacionales evalúa todo y sopesa los riesgos y, por supuesto, las ventajas de exportarlo".

Una parte esencial de la política de innovación, en general, que hace de Israel la 'Startup Nation' es que su mercado es global. Los emprendedores no planean sus desarrollos pensando en el mercado interior, sino para venderlos en todo el mundo.

Ya hemos aplicado nueva tecnología a nuestros tanques, sin tener que esperar a un nuevo gran carro de combate. Lo hemos hecho con nuestros tanques actuales.

"En nuestra organización, la creatividad y la innovación es nuestro 'pan y mantequilla'. Hemos demostrado, contando con grandes y pequeñas compañías y startups, que podemos integrarlo", asevera Gold. "Ya hemos aplicado nueva tecnología a nuestros tanques, sin tener que esperar a un nuevo gran carro de combate. Lo hemos hecho con nuestros tanques actuales", añade. 

Otra cuestión es entrar en desarrollos específicos. Cuando se le pregunta al 'anonimizado' mayor D sobre resultados concretos de esas colaboraciones entre militares y empresas privadas, para la fuerza aérea, su respuesta es que "lo explicaría encantado, pero lamentablemente es clasificado".

Lo que sí señala D es que se trata de un programa de "innovación abierta, para traer desarrollos a la fuerza aérea". Y aunque duda de que en la calle haya mucho entusiasmo por "unirse al gobierno" para desarrollar una startup, "hacerlo es una gran oportunidad", para disponer de un "laboratorio operacional" y una organización que observa la innovación en todo el mundo. Plantea Innofense como una forma de "resolver necesidades del ejército y también necesidades de las startups".

Reclutar startups

Guy Keren, CEO de iHLS, explica el procedimiento para 'reclutar' a las startups: "Ambos centros de innovación [iHLS y SOSA] lanzamos una convocatoria, para empezar, a través de la web y de anuncios. Se presentaron un centenar de startups". Después de ser analizadas, y vistas sus propuestas tecnológicas, "seleccionamos unas 40, para competir entre ellas, y finalmente cinco son elegidas para integrarse en el programa". Sólo un 5% de las candidatas llega a puerto.

"Luego nos sentamos con cada una de ellas, para proporcionarles ayuda personalizada en todo lo que necesiten. Este no es un programa en el que todos consiguen lo mismo", aclara Keren, desmintiendo que si una startup "trabaja con el ejército este le bloqueará y no le permitirá vender su producto fuera". Asegura que cuando los militares trabajan estrechamente "con gente inteligente" y la aceleradora civil, "en seis meses se ve un gran éxito".

La mayor Doris Pitilon, jefa del departamento de innovación del ejército de tierra (sí, en Israel existe esa oficina…), uniformada y a cara descubierta, establece para Innofense "dos objetivos principales", desde el punto de vista de su área. "Uno es implementar una cultura para animar a los integrantes del ejército al emprendimiento. Y, por otro lado, en el programa tecno-operacional, ayudar, desde el soldado más joven hasta el oficial más sénior, a tomar su idea y desarrollarla como un producto. Y también traer un montón de tecnología del mundo civil al ejército".

A ella le toca aclarar un asunto primordial: qué pasa con la propiedad intelectual de los desarrollos de las startups. "Ese es uno de los grandes avances de este programa", asegura Pitilon. "No nos quedamos con la PI, la conserva la startup. Nosotros les ofrecemos entrar a un mercado nuevo y comprender los retos que afrontamos en las fuerzas de tierra y les damos la oportunidad de desarrollar con nosotros la tecnología y la arquitectura, sin tomar su propiedad intelectual".

"Tampoco tomamos parte en su capital", especifica Michal Altschuler-Kalifa, jefa de la división de desarrollo e innovación del Ministerio de Defensa. "Sólo les pedimos que no la utilicen comercialmente para usos militares".