Tiene menos de 30 años y, sin embargo, ya sobresale como uno de los investigadores más pujantes en computación cuántica del mundo. Se llama Juan Cruz y en su haber están algunos de los trabajos de mayor relevancia en la actualidad sobre las interacciones entre máquinas y personas, reconocidos recientemente por la Sociedad Científica Informática de España (SCIE) y la Fundación BBVA. Y desde Salamanca, donde reside, trabaja ahora en el equipo de vanguardia de IBM que está democratizando el acceso a las tecnologías cuánticas, codo a codo (virtual) con sus compañeros de Nueva York.

"Mi investigación, durante la tesis y el trabajo fin de máster, se centró en la intersección entre la persona y el ordenador, especialmente en los ámbitos donde había una aplicación evidente, como la educación o el análisis de datos en entornos abiertos. Cuando llegué a IBM vimos que había la posibilidad de aplicar algunas de esas ideas en la forma en que se hace computación cuántica", explica Cruz a INNOVADORES.

El objetivo era hacer que la programación en este campo fuera más sencilla, mediante sistemas inteligentes que ayudaran a los ingenieros, por ejemplo sugiriéndoles texto. Todo con una única y ambiciosa misión: sacar la computación cuántica del laboratorio, acercándola a la gente corriente, "ya sean investigadores, desarrolladores, curiosos o cualquier persona que tenga interés en aprender".

Este propósito no es nada baladí: en medio de la batalla por lograr la supremacía cuántica y entre mensajes equívocos sobre el ‘más por el más’ en la cantidad de cúbits, el cambio de paradigma a la hora de trabajar en computación cuántica respecto a la programación tradicional es enorme. "Al igual que investigamos en el volumen cuántico, también tenemos que asegurarnos de facilitar la nueva programación, los nuevos lenguajes de ensamblador y las nuevas librerías a los desarrolladores", defiende Juan Cruz.

¿Cómo se logra minimizar esa fricción (inevitable por otro lado) en la migración hacia el universo cuántico? "La clave está en mejorar la experiencia de usuario, tanto en la interfaz como en todos los procesos que están por detrás y que no se ven. Por ejemplo, automatizando ciertas tareas del backoffice que antes se tenían que realizar manualmente podemos acelerar y simplificar el trabajo de los desarrolladores", detalla el joven investigador.

"También hemos trabajado mucho en que puedas ejecutar todo el entorno de programación en la nube de manera sencilla, con tan solo introducir tu nombre de usuario y contraseña; así como hemos llevado a cabo muchos avances en los sistemas de colas. Hemos mejorado mucho las políticas de planificación, con colas dinámicas, para que las operaciones se ejecuten más velozmente y devuelvan resultados lo antes posible".

Este es el camino para lograr el viejo anhelo de toda la comunidad cuántica, la misma que lleva pregonando con esta tecnología desde hace décadas: hacer que sea una realidad. "Si no logramos que trabajar con la computación cuántica sea sencillo seguiremos en un mundo de investigación purista", admite Cruz.

Una realidad materializada en un sinfín de promesas que este ingeniero comparte, como el análisis avanzado de procesos químicos, simulaciones moleculares, búsqueda de nuevos materiales... "La evolución está siendo brutal, y es un lujo poder participar en ello", añade con la humildad de quien se siente parte fundamental en este devenir. 

Le pedimos a Juan Cruz que saque la bola de cristal y pronostique, al igual que diagnostica el presente y pasado, cuál será el futuro inmediato de esta auténtica disrupción: "Hace cinco años nadie podría imaginar el punto en el que estábamos ahora: la computación cuántica no había salido del laboratorio. Espero que en 10 años ya podamos resolver algunas de las incógnitas que seguimos teniendo sobre esta tecnología, especialmente en lo que tiene que ver con las tasas de error, que se enseñe de manera habitual en las universidades y que en España tomemos nota pronto del potencial que tenemos en esta área e introduzcamos esta materia en los estudios de grado", concluye. "Tenemos muy buena formación teórica previa y creo que podemos aportar muchísimo".