Es reconfortante que una jornada sobre innovación empiece con severas sesiones de autoflagelación constructiva, en vez de dedicarse a lustrar medallas prendidas del pecho. Empezando por la presidenta de HP en España, Helena Herrero, que lo es también de la Fundación Innovación España (I+E), convocante de la jornada 'Innovar para mover España', en la sede de Manpower en Madrid.

Herrero arranca con la raquítica cifra de inversión en investigación, desarrollo e innovación, el 1,24% del PIB español, tan alejada del 2% que se plantea como objetivo medianamente inexcusable. Y, naturalmente, reprocha al gobierno su cortedad en el empeño y pide más dinero público. Pero acto seguido habla de las empresas ("nosotros", dice), que aportan sólo un 55% de esa inversión que se ha de medir al nivel de toda la actividad económica del país.

"Aquí hay para todos", advierte: en los países más avanzados, que en algún caso llegan hasta el 4% del PIB para I+D, la inversión privada aporta hasta un 70% y 80%. "La colaboración público-privada tiene un impacto en la agenda industrial", señala. La industria está aportando un 16% al PIB y debería ser, al menos, el 20%. Y estas cifras también tienen su impacto en el empleo. Añadiéndose al coctel las cuestiones del talento y la educación: "Estamos en un momento de transformación. Hay que pasar a la acción". 

También cita otra cuestión alarmante, la demografía. Huyendo del tópico al uso sobre la "España vaciada", Herrero plantea la necesidad de "vertebrar España demográficamente". No es sólo un problema de despoblación en unas zonas, sino también de superpoblación en otras.

Apoyándose en datos del estudio Palancas para mover España, señala que "un 30% del territorio alberga un 90% de la población". En España se encuentran 23 de las 33 parcelas de un kilómetro cuadrado más pobladas de Europa. En Hospitalet de Llobregat se da la mayor densidad de población europea, con 737 habitantes por kilómetro cuadrado, según puntualiza luego Renato Del Bino, director general de I+E. Mientras, en 1.200 pueblos españoles no hay censado ni un solo menor de 5 años y en 311, ninguno con menos de 20 años.   

Tras Herrero sale al atril el Gobierno, representado por Teresa Riesgo, directora general de Investigación, Desarrollo e Innovación, que, siguiendo la misma senda, se aplica el gato de siete colas para confesar que "desde el Estado hay que invertir más", aunque también reprocha el porcentaje de participación empresarial.

Su viacrucis es ir a "piarle a Hacienda" para que le dé más dinero "del que podemos gastar". Es decir, dinero de "los capítulos 1 al 7" del presupuesto, que es el que se destina a gastos de personal y subvenciones de proyectos. De esto "se ejecuta el 98% porque es casi imposible ejecutar más", dice.

En cambio, del Capítulo 8, el destinado a préstamos para financiar proyectos empresariales "y también del sector público", la ejecución se queda en el 14%. Y ese capítulo de dinero para préstamos, como es bien sabido, se come prácticamente la mitad de la asignación presupuestaria pública.

"Necesitamos presupuesto del bueno", proclama la directora general, alegando que el conocimiento se genera en España, mayoritariamente en centros de investigación públicos y universidades, lo que hace que nuestro país sea el décimo del mundo en publicación de 'papers'. Un lugar "que no nos corresponde, por delante de otros países con más investigación".

"Los nuestros publican mucho, porque se ha favorecido", añade Riesgo, desgranando la paradoja de que en el índice de impacto de publicaciones España es duodécima del mundo, mientras "en índices de innovación va de mal en peor", con puestos en torno al número 30 (hay varios que computar). "Algo no funciona".

Ya en carne viva, Riesgo pide a las empresas presentes alguna ayuda: "Estamos empeñados en favorecer la transferencia público-privada, pero necesitamos interlocución".

"Nos tiramos a una piscina con muy poca agua", cuenta, para favorecer que los investigadores trabajen más pensando en esa transferencia de conocimiento, creando un criterio retributivo similar al ya existente 'sexenio' por publicación de papers. También relata la sorpresa en la convocatoria para mejorar "el interfaz de los investigadores con las empresas" (el sistema OTRI, Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación): se encontraron con 17.000 candidaturas, cuando esperaban 2.000.

Pero el OTRI español, lo admite, no es bueno. Tiene insuficientes empleados y "en otros países están repartidos por los laboratorios, van con una cartera a visitar empresas", para ofrecer los desarrollos y avances de los investigadores. Sugiere que sería bueno que, con total normalidad, los profesores universitarios pudieran irse seis meses a trabajar, por ejemplo, a Pfizer (mención directa a una de las empresas presentes en la sala para una ponencia).

En fin, una jornada, con más intervenciones, que retrata al desnudo cojeras y desequilibrios de la innovación española, incluyendo esa paradoja de que haya 270.000 empleos "sin ser cubiertos por falta de perfiles", en un país con el 14% de paro.

Datos que remacha Juan Carlos Cubeiro (Head of Talent de ManpowerGroup y CEO de Right Management) con valoraciones de un 24% de escasez de talento, 60% de sobrecualificación, 56% de migración y entre un 12% y 18% de ni-nis. "Una tormenta perfecta", dice, en "un país que es ingenioso (muchos memes) pero no innovador (poca creatividad)". Y esto se traduce en débiles posiciones, en diversos índices mundiales, como el número 25 en innovación; el 43 en calidad directiva; 61 en mercado laboral; 63 en educación; 69 en meritocracia; y 116 en prácticas de selección y desvinculación (o sea, contrataciones y despidos).

No toda la sesión, por supuesto, se dedicó a la tortura. Uno de sus objetivos era, precisamente presentar ese estudio 'para mover España' (para lo cual es bastante sano empezar por asumir lo que está inmóvil o se mueve sin ritmo), dar ocasión a compañías como Dow Packaging y Pfizer de hablar de lo que hacen y escuchar a una experta de nivel mundial como Paloma Cabello, miembro del foro empresarial del MIT (primera europea que llega a ese nivel).

Cabello, que imparte enseñanza sobre 'fusiones y adquisiciones' en la prestigiosa escuela de negocios de Wharton, se define a sí misma como "inversora alternativa". Defiende la transferencia tecnológica con impacto en el tejido local, para crear innovación y riqueza con recursos que pueden haberse desperdiciado "por la velocidad de los avances".

"La división española en 17 comunidades autónomas permite una gestión de recursos y una distribución de riqueza que no se da con el desarrollo del país", afirma. "Es un paradigma nuevo, en el que la tecnología impacta sobre todo".

Se refiere a aplicar innovación a lo que era conocimiento histórico y recursos locales, como los materiales característicos que se encuentran en el Levante, para la industria azulejera, las posibilidades de aplicar agrotech en el área de la huerta o en la ganadería en Extremadura.

Cabello llama la atención sobre el hype de titulares referidos a inteligencia artificial, datos y algoritmos, cuando "son cinco personas las que están haciendo cosas nuevas, creando, y el resto utiliza tecnologías que ya tienen 10, 15 o 20 años". Y, en su opinión, lo que hace falta es que el 90% de la población entienda de lo que se habla.

Con innovación, aplicando tecnologías que están ahí, subraya, "un territorio pequeño puede ser competitivo a nivel mundial en muy poco tiempo".