Madrid

“Crear valor y mejorar la vida de las personas”. Esta es la respuesta que dio Uri Levine (Israel, 1965) a la pregunta que le formuló uno de los asistentes a su conferencia en WOBI (World Business Forum), que se ha celebrado esta semana en Madrid, sobre sus motivaciones para no parar de emprender en 30 años.

Y lo sigue haciendo a pesar de haber cerrado dos operaciones mil millonarias en los últimos años: en 2013 Google adquirió Waze por 1.300 millones de euros; y hace dos años vendió Moovit a la multinacional Intel. Dos unicornios cofundados por este emprendedor en serie israelí.

En este tiempo, ha sido testigo de excepción de cómo ha evolucionado el mundo del emprendimiento, “una acumulación de experiencias que se está devolviendo al propio ecosistema para construirlo con más solidez”, afirma Levine en entrevista con D+I. 

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Un encuentro que mantuvo tras su intervención sobre el escenario de WOBI, con un auditorio lleno, y al que se subió con una camiseta en la que se leía el lema Fall in love with the problem, not de solution(Enamórate del problema, no de la solución), título del libro que publicó hace unos meses. 

“Ser emprendedor es como enamorarte, empieza con un compromiso emocional”, afirma. Un flechazo que puede culminar en éxito, pero que hay que asumir que también puede ser un fracaso y, en ese caso, “hay que aprovechar para aprender”.

En busca del impacto, no del éxito

Parte de esos aprendizajes los comparte en este libro que, cuenta a este medio, envió a Steve Woznick, cofundador de Apple, para pedirle su opinión: “Me dijo que debería ser una lectura imprescindible para cualquier emprendedor”.

Confiesa que cuando empezó a escribirlo, lo hizo “pensando en los empresarios”, pero según avanzaba se dio cuenta de que “podía ser de utilidad para toda las personas que se dedica a los negocios y a la innovación. Es un manual sobre cómo aumentar las probabilidades de tener más éxito”, asegura. Pero no lo garantiza porque no existe una fórmula mágica

Auditorio de WOBI Madrid 2022 durante la conferencia de Uri Levine. MediaSiesta / David Vega

A cambio, ofrece algunas claves: “No hay que pensar en el éxito, si no en dónde nos gustaría tener impacto, qué problema queremos resolver y no perderlo de vista”. Y recupera de nuevo la palabra “fracaso” como parte del proceso de emprendimiento, porque poner en marcha una idea es iniciar “un viaje en el que se va a fallar muchas veces, pero en el que no cabe rendirse si se quiere tener éxito. Hay que ser perseverante”. 

Una fórmula a la que añade un tercer factor: “Tomar decisiones que a veces resultarán difíciles, pero que hay que adoptar, estando totalmente convencidos de ello”. 

La tecnología no es siempre la solución

Sus éxitos más sonados mediáticamente son, como se adelantaba más arriba, las operaciones de venta de Waze y Moovit. Ambas, aplicaciones relacionadas con la movilidad. Ahora, entre los proyectos en los que participa a figura Zoomcar, también relacionado con la búsqueda de fórmulas que ayuden a las personas a desplazarse de forma más cómoda y sostenible.

Reconoce que es un sector que le gusta porque “cuando empezamos a crear Waze en 2007 nuestra misión, donde queríamos tener impacto, era ayudar a la gente a evitar los atascos”, explica.

“Hoy, los seguimos sufriendo, incluso peor que entonces, lo que significa que el mundo no ha progresado lo suficiente en ese sentido y debemos adoptar enfoques diferentes para resolver el problema”, justifica así Levine su interés por startups relacionadas con la movilidad. 

En esa búsqueda de alternativas defiende que “la tecnología no siempre tiene la solución”. Y aclara: “En muchos casos la solución va a ser tecnológica, pero otras lo que se necesita es que cambie algo en las normativas, en la educación o en el comportamiento de las personas”.

El ecosistema en España

Preguntado sobre el ecosistema de startups de nuestro país, cree que, al margen de las medidas que se deben tomar para acelerar el emprendimiento, “para mejorar drásticamente, hay que perderle el miedo al fracaso”, reitera.

“Si hay miedo a fracasar, entonces no se intenta, y si no se intenta, no hay suficientes emprendedores”. Aquí hace una comparación con Israel donde, con el mercado más maduro del mundo, “hay diez veces más startups que en España”, asegura. 

“El ecosistema –continúa– está formado por tres piedras angulares: empresarios, inversores e ingenieros. Si queremos la cuarta, la experiencia, esta debe venir de personas que han creado empresas antes y que pueden enseñar en las universidades o ser mentores. Si queremos acelerar, necesitamos acelerar todos y perder el miedo al fracaso”, incide.