La creación de un potente fondo de inversión insurtech y fintech por parte de Ping An, la principal aseguradora del país, es sólo un ejemplo más de las muchas iniciativas que se están desarrollando en este camino. La desaceleración de la economía del país asiático con las caídas que viene registrando el yuan durante de los últimos meses es una de las causas que pueden estar detrás de esta apuesta de la externalización de la inversión China, pero, sin duda, esta tendencia hacia la capitalización de compañías extranjeras es toda una declaración de intenciones de la que aspira a ser la primera economía del mundo.

De hecho, y más allá de la iniciativa privada, a principios de este año fue el propio gobierno del gigante asiático el que anunció la creación de un nuevo fondo de inversión con más de 100.000 millones de yuanes (unos 14.000 millones de euros) para apoyar nuevos negocios vinculados a internet. El objetivo era convertir a ese país en el actor más importante de los negocios online y responder la línea de férrea apuesta por el negocio online que están haciendo otros gobiernos como el de India, que también tiene su propio fondo de inversión en startups y tecnología.  En cualquier caso, este fondo se enmarca en la estrategia más amplia que las autoridades comunistas dieron a conocer poco antes y con el que pretenden destinar más de 1,2 billones de yuanes en los próximos dos años para desarrollar todas las empresas y áreas de actividad en el entorno de las TIC.

Y lo cierto es que esta inversión en internet en general y en fintech en particular tiene sentido. Según un informe de la consultora McKinsey&Company, unos 500 millones de personas movieron entre 12 y 15 billones de yuanes (entre entre 1,6 y 2,1 billones de euros) a través de las empresas tecnofinancieras de China en 2015.

El auténtico líder del sector en China es Ant Financial, compañía propiedad del gigante del retail Alibaba creció como plataforma de pagos y ha ido ampliando sus servicios. Actualmente es la empresa china de mayor tamaño en esta industria caracterizada por su diversidad y, con un valor de mercado estimado en 60.000 millones de dólares, aparece situada en muchas clasificaciones como la tecnofinanciera más grande del mundo. Un ejemplo de su ambición internacional es su reciente oferta de compra del gigante de las transferencias internacionales Money Gram.

El ascenso de esta nueva generación de empresas en China no se entiende sin la existencia de grandes masas de población apartadas del sistema financiero tradicional, lo que crea una enorme demanda de financiación que crece a medida que esos colectivos tratan de sumarse al desarrollo económico del país. Con un país en continua expansión y una población cada vez más cualificada y con mayores ingresos, el devenir de las fintech en el gigante asiático no puede ser más prometedor.