La falta de semiconductores se ha convertido en el gran problema de las industrias más importantes del mundo. La desatada demanda de este tipo de componentes ha provocado que las cadenas de suministro no sean capaces de saciar la voracidad mundial, lo que está poniendo en jaque a industrias de lo más diversas.

Los fabricantes de automóviles, smartphones, videoconsolas, ordenadores e incluso electrodomésticos inteligentes están peinando medio mundo en busca de productores que puedan proveerles de estos codiciados elementos. Un mercado fuertemente dominado por compañías asiáticas, pero en el que una empresa europea tiene mucho que decir: ASML.

Esta empresa fundada en Países Bajos en 1984 es, actualmente, el mayor productor del mundo de máquinas capaces de manufacturar semiconductores. Emplea a 28.000 trabajadores que se reparten entre sus sedes de Países Bajos, Berlín, así como de diferentes puntos de Asia y Estados Unidos. En 2020 facturó 14.000 millones alcanzando unos márgenes operativos del 48%.

En la clave del éxito de esta empresa reside la respuesta a muchas de las preguntas que políticos y empresarios se están haciendo durante la crisis de los semiconductores: la apuesta por la inversión en I+D. Los fundadores de esta compañía pusieron en marcha esta iniciativa con el objetivo de construir una máquina de fabricación de chips rápida y precisa que pudiera competir en la creciente industria de semiconductores.

Para ello, la innovación ha formado parte del core de su negocio. Un dato que refrenda que, sólo en 2020, invirtieron 2.200 millones de euros en I+D, el 16% de sus ventas netas.

Historia de ASML

En 1984, el gigante de la electrónica Philips y el fabricante de máquinas de chips ASMI crearon una nueva empresa para desarrollar sistemas de litografía que diera respuesta al creciente mercado de semiconductores. Llamada ASM Lithography, comenzaron a operar en un cobertizo con goteras junto a una oficina de Philips en Eindhoven. Pese a las dificultades inciales, ese año consiguieron lanzar su primer producto: el PAS 2000 stepper.

A finales de la década de los 80, ASML se abrió camino en el mercado asiático, lo que le permitió comenzar a conseguir equilibrar su negocio. Ya en 1995, esta compañía comenzó a cotizar en Ámsterdam y Nueva York. Un momento que aprovechó Philips para vender la mitad de sus acciones de las que, finalmente, se deshizo en años siguientes. Gracias a la inyección de recursos conseguida en la salida a bolsa la compañía pudo dotarse de las capacidades para expandir su negocio.

Con el cambio de siglo la compañía aún aceleró más su desarrollo gracias al lanzamiento de un nuevo sistema de producción. Esta evolución permitió a los clientes de ASML producir chips aún más pequeños al proyectar luz a través de una capa de agua entre la lente y la oblea. Un paso revolucionario que cambió el mercado de este tipo de componentes por completo

En 2007 la compañía adquirió Brion, un proveedor de soluciones de optimización de fabricación y diseño de semiconductores. Esta operación le otorgó una posición de privilegio en el mercado, ya que permitió a ASML unir a sus conocimientos en sistemas de litografía con la capacidad de optimizar el proceso de fabricación de chips antes, durante y después de la litografía. 

Tras una década en la que se entrelazaron nuevas compras de compañías con el lanzamiento de productos cada vez más potentes, ASML llegó a 2020 lista para dominar la fabricación de gran volumen de sus máquinas. Una posición que la crisis del coronavirus ha afianzado disparando el valor de sus acciones un 218% desde marzo de 2020.

Importancia de los microprocesadores

Conocidos como microchips, circuitos integrados, chips de computadora o, más simplemente chips, los semiconductores se han convertido en un elemento clave de un cada vez mayor número de productos. Estas pequeñas piezas de silicio son la base del mundo digital. Hacen que nuestros teléfonos inteligentes, automóviles, equipos médicos y tantos otros dispositivos puedan contar con más capacidades e inteligencia en tamaños, cada vez, más pequeños.

El proceso de digitalización que están sufriendo en paralelo la casi totalidad de industrias del mundo ha desbocado la demanda de estos componentes. Una situación difícilmente corregible a corto plazo ya que, mientras la demanda crece de forma exponencial, la complejidad a la hora de producir estos elementos hace que la capacidad de responder a esta necesidad no evolucione todo lo rápido que sería necesario.

Lejos de remitir, todo parece apuntar que podemos estar ante una crisis que no tendrá solución en los próximos ejercicios. Esto ha provocado que desde Europa se hayan redoblado los esfuerzos para dotar al continente de una industria que pueda responder a la demanda presente y futura. Un proceso que tardará varios años en completarse, en el mejor de los casos.

Así las cosas, la industria europea y mundial se enfrenta a una tormenta perfecta de demanda disparada y oferta colapsada que sólo podrá solucionar con medidas drásticas. Algo en lo que ayudará la puesta en marcha de los fondos Next Generation que, precisamente, tienen entre sus prioridades volver a dotar a los Estados comunitarios de capacidades para poder recuperar el espacio perdido en industrias claves como los semiconductores.

El modelo de ASML señala el camino que el Viejo Continente debe seguir para recuperar relevancia en la nueva era industrial. Para ello tendrá que ayudar a que otras empresas recorran en pocos años el camino que la empresa de Países Bajos ha atravesado en tres décadas. Un reto tan complejo, como necesario. 

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