La presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, durante su intervención.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, durante su intervención. Sara Fernández

Wake Up Spain (2025) LA BARRA DEL 'WAKE UP' (2)

Tres PP en el mismo búnker: el tatuaje de Ayuso, la afonía de Juanma y el "loco amor" de López Miras

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Ya son cinco años encerrados en este búnker de la Casa de América. Oficialmente, seguimos llamando evento al 'Wake Up', pero se trata sin duda de un secuestro. Hay gente que entra y que jamás vuelve a aparecer. Como la pequeña Raimunda, la niña que los marqueses de Linares emparedaron en este palacio al darse cuenta de que era fruto del incesto. Los padres eran hermanos.

En el PP, de un tiempo a esta parte, ¡cuerpo a tierra, que vienen los nuestros!, nos preguntamos si pelean porque son hermanos o si pelean porque carecen de fraternidad. Hemos tenido todo el día para pensar en esto porque venían este martes Isabel Díaz Ayuso, Juanma Moreno y Fernando López Miras.

Parece que el padre Feijóo ha actuado como Pío XI con los marqueses cuando supo que eran hermanos, dándoles la bula "casti convivere", que permite habitar el mismo techo sin consumar el amor. Eso es el PP, o eso vuelve a ser el PP, la casa de liberales, conservadores, tecnócratas del Opus, democristianos y casi cualquiera que desee echar a Sánchez sin haber caído en el delirio trumplepenista.

Porque, ¿qué tienen que ver Ayuso, Juanma y López Miras más allá de unos principios fundamentales? Es un riesgo esta casta convivencia, pero es la única manera que tienen de ganar.

La primera en llegar fue Ayuso, que es incapaz de sustraerse del sanchismo. Isabel es una mujer atravesada por el Gobierno. Porque el Gobierno quiere y porque ella quiere. Venía a hablar de Defensa y acabó hablando de Moncloa. No dio tiempo a escribir los titulares. Cuidadosamente medidos. Cuidadosamente escritos con su cabeza de periodista.

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Pero Isabel, aunque quiso dar un discurso en el atril, cuando mejor funciona es en el canutazo, en el cuerpo a cuerpo. Ayuso es en sí misma una contraposición. Esa es ya su naturaleza y nunca podrá desprenderse de ella.

Más o menos este es el resumen: Madrid acoge inversiones porque hay otros que se preocupan por ahuyentarlas, Madrid es alegre porque Moncloa es triste, Madrid conjuga lo público y lo privado porque Moncloa se emperra en criticar lo privado, Madrid es la democracia porque Moncloa es la dictadura. Y le funciona. El auditorio estaba abarrotado como el día del Rey.

Ayuso tenía razón cuando nos explicaba, entre bambalinas, que lo de los ataques a la universidad privada son simplemente otro invento del Gobierno para "enfrentar a la sociedad". La lucha de clases. Pero Ayuso sabe que, quiera o no, es esa lucha de clases la que la ha convertido en Manuela Malasaña. Y la disfruta.

Suponíamos, con ostentosa ingenuidad, que Ayuso venía a hablar de Defensa, pero lo hizo dos minutos y dibujó la contraposición durante veinte. Mientras tenga a Sánchez enfrente, las inversiones y el capital extranjero seguirán haciendo de su ciudad la capital de Hispanoamérica. ¿Cómo será Ayuso sin Sánchez?

Cuando se iba, para provocar un poco, que para eso nos pagan, le pusimos sobre la mesa lo que más la acerca al sanchismo: una promesa sin cumplir. Nos dijo antes de las últimas elecciones que si sacaba la mayoría absoluta, se tatuaba un "69". Hizo lo más difícil y se negó a lo más fácil: ganó con mayoría absoluta y se olvidó del tatuaje.

–¡Presidenta!

–¡Dime! –nos contestó ya montándose en el coche.

–¿Y el tatuaje qué?

–¿De verdad lo prometí?

–Está grabado en vídeo.

–Lo haré, entonces.

–Si no, un paso más cerca del sanchismo.

–¡Eso nunca!

Juanma Moreno apareció de otra manera. Como suele aparecer Juanma. Como el que es presidente por un milagro que casi nadie sabe explicar, como el que parece que lleva en el cargo toda la vida cuando ninguno en su partido daba un duro por él. La ausencia de expectativas genera tranquilidad y capacidad de diálogo.

Juanma es el hombre que apareció por casualidad y que se convirtió en antídoto al cortijo de los Eres. Y Juanma, como metáfora de su llegada a la presidencia, por poco no viene.

–Que Juanma dice que no sabe si va a aguantar los quince minutos de la charla.

–¡No jodas!

–El que está jodido es él. Muy afónico, muy afónico.

Juanma parecía Sabina este martes. Ayuso no ha estado afónica en la vida. En la barra, que somos muy maliciosos, nos acordamos de las fotos de este fin de semana en la cumbre del PP de Sevilla. Que si la cervecita, que si el vinito, que si hombre ya que habéis venido nos tomamos otra. El problema –le decimos a Juanma– es que salir con el padre Feijóo obliga a beberse "las suyas y las tuyas".

–¿Es así, no?

–Feijóo no bebe ni una cerveza.

Juanma salió, se sentó en el sillón y fue desplegando su programa de hombre tranquilo, de diletanti. A Juanma, en cambio, le gustaría ampliar todavía más los kilómetros que le separan de Sánchez. Se le ve que habla del presidente porque tiene que decirlo, pero es más de la UCD. Un democristiano de toda la vida.

Y López Miras, ¡qué alegría López Miras! Se casó Almeida y lo dejó como último mohicano de la soltería genovesa. No sabemos su relación con los excrementos de pájaro ni con los patinazos con cáscara de plátano, pero se apareció como un hombre tremendamente afortunado. Cargado de inversiones para Murcia y cargado de amor. Es la Comunidad que más ha crecido en el último año.

A los de la barra nos daba apuro preguntárselo, pero, como le recriminó un día Jesús Quintero al director de este periódico, "¿hace cuánto que los diarios no publican una carta de amor?". Andaba nuestro López Miras asombrado con los efectos de la globalización. Había contado lo de su amor reciente a la radio autonómica –"locamente enamorado"– y ya estaba publicado en todos los diarios nacionales.

López Miras piensa en el amor, en la tecnología, en los presupuestos, en el aeropuerto de San Javier y si le preguntan, esa es la diferencia, piensa en Sánchez, en Puigdemont y compañía. Mientras tanto, lo va poniendo todo perdido de música indie. Un festival en Murcia, otro en Lorca. ¿Y dónde conoció a su novia? Eso se queda en la barra, bajo secreto de corsario.

¿Qué es el PP? ¿Cuál es el PP que manda? ¿Quieres que gobierne el PP? En ese caso, ¿cuál PP quieres que gobierne? En la barra, probablemente en este periódico en general, no estamos para responder a eso, sino para poner a los tres sobre la mesa y que usted, con un piscolabis, desembrolle esta marañana de católicos, agnósticos, ateos, indies, democristianos, tecnócratas, liberales, libertarios y la madre que los parió.

Sinfonía de cañones... bancaria

Los de la barra venimos a alborotar, pero a punto estuvimos de convertirnos en los cascos azules de la pacificación. Íbamos a aprovechar el turno de los banqueros para rellenar el vaso. Porque los banqueros, creíamos, nunca dicen nada. Los banqueros hablan de números que nuestra cartera no alcanza a entender y despejan las preguntas como los futbolistas. Hasta que... Vaya lío.

Venían por separado el presidente del BBVA y el presidente del Banco Sabadell. Pero venían bastante seguidos. En este evento, más bien secuestro por su carácter semanal y subterráneo, los ponentes circulan prietas las filas. Y si llegamos a poner a los dos banqueros todavía más seguidos, nos hubiera caído además de esta crónica un obituario.

Josep Oliu, que fue el primero, dejó claro que el Sabadell se resiste, que no quiere Opa amable ni hostil, y que sus accionistas deberán decidir si quieren ser un banco europeo –seguir siendo el Sabadell– o uno "turco y mexicano" –así se refirió al BBVA–.

Fue un gesto de agradecer porque todos nos sentimos como en casa. Era una frase como muy del Congreso de los Diputados. Pero, tras un par de mandobles, cuando creíamos que la cosa ya frenaba, dijo: "¡Todavía no hemos sacado la artillería pesada!". Y nosotros, los de la barra, que tampoco la habíamos sacado, abrimos la botella de Fundador, que según su CEO, Ángel Piña, es muy sano. El Fundador, en boca de Piña, además de una canción de Mecano es una ensalada verde.

Luego apareció el presidente del BBVA, Carlos Torres, el opador, que casi daba por hecha la absorción, o como quiera que se llame. Tanto la daba por hecha que a su entrevistador en el ruedo, Arturo Criado, casi le da un jamacuco. Despojado de su institucionalidad, le dijo: "¡Están ustedes on fire!".

Y todavía nos quedan tres días de evento. Seguiremos echando gasolina.