A la izquierda, 'Tormenta en el Mar de Galilea'; a la derecha, 'El regreso del hijo pródigo'. Ambos de Rembrandt.
Dos cuadros de Rembrandt, tras dos citas de Sánchez
Discurso completo de Pedro J. Ramírez, presidente ejecutivo y director de EL ESPAÑOL, en la inaguración del V Foro Económico Español 'Wake Up, Spain!'.
Majestad, excelentísimo señor Comisario de Defensa de la Unión Europea, señor líder de la oposición, autoridades, ponentes, queridos lectores de EL ESPAÑOL que por cientos de miles nos seguís en streaming:
Nuestro mundo parece haberse vuelto de repente del revés.
Desde la mayor democracia de la tierra, amiga y aliada, nos llegan reconvenciones, gestos hostiles y amenazas comerciales. A la vez se blanquea a una férrea dictadura que ha invadido sin justificación alguna un país europeo y pretende quedarse con parte de lo conseguido por la fuerza.
1. Pedro J. Ramírez, presidente ejecutivo y director de EL ESPAÑOL
No es de extrañar que a quienes tuvimos la suerte de asistir a la última entrega de los Premios Princesa de Asturias se nos venga una y otra vez a la cabeza la cita de Michael Ignatieff que incluyó en su discurso la Princesa Leonor. Cuidado con "quienes utilizan la democracia para destruirla".
Y cuidado también con quienes impulsan la polarización. Porque, como advirtió la semana pasada el catedrático Pablo Oñate en un acto presidido por Vuestra Majestad no podemos permitir que nuestra democracia derive en una "democracia patológica" infectada por los populismos.
Esta no es la primera crisis que nos ha tocado vivir recientemente. Wake Up, Spain! nació con la mascarilla puesta en la primavera de 2021 como respuesta a las calamidades de la pandemia. Y en su segunda edición nos tocó ya afrontar las consecuencias económicas y geoestratégicas de la invasión de Ucrania.
Estamos preocupados, pero no amedrentados. Precisamente porque en menos de un lustro hemos afrontado ya dos convulsiones tremendas, debemos encarar este tercer movimiento sísmico, con determinación y confianza en lo que podemos hacer juntos.
Por eso esta V edición de Wake Up, Spain!, coincidente con el X Aniversario de EL ESPAÑOL, tiene como lema Los desafíos de España ante el nuevo orden mundial.
Porque, como bien dijo el presidente Sánchez en una de sus intervenciones en este foro, "la unidad, a pesar de nuestras diferencias ya sean políticas, empresariales o mediáticas -como periodista subrayo, claro, lo de "mediáticas"- es la mayor fortaleza para una sociedad que se enfrenta a desafíos extremos". Y estos de ahora lo son.
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Los españoles de hoy tenemos dos grandes paraguas protectores que defienden nuestra libertad y se convierten en eficaces plataformas para impulsar nuestra prosperidad.
Me refiero a la Unión Europea y a la democracia constitucional representada por la Corona. Cuando España naufragó reiteradamente en los dos siglos pasados no contaba con ninguno de esos dos puertos seguros en los que refugiarse y desde los que emprender nuevos empeños.
La inquietante pregunta de Joaquín Costa: "¿Tiene España aptitudes para ser una nación moderna?" ha quedado contestada con la rotunda elocuencia de los hechos en el último medio siglo.
Y debemos ser conscientes de que han sido estas dos palancas, Europa y la Constitución, las que han convertido el recurrente "problema de España" en un éxito colectivo del que debemos enorgullecernos.
Desde este foro hemos sido testigos de cómo la Unión Europea diseñó una respuesta común a la pandemia, compró vacunas de forma conjunta y habilitó los Fondos Next Generation para superar sus secuelas económicas.
También pudimos constatar el impactante cierre de filas en apoyo de Ucrania tras la invasión rusa y el subsiguiente despliegue de ayudas al agredido y de sanciones contra el agresor.
Han sido estas dos palancas, Europa y la Constitución, las que han convertido el recurrente "problema de España" en un éxito colectivo del que debemos enorgullecernos
El desconcertante cambio de prioridades de la política norteamericana nos obliga ahora a acelerar esa autonomía estratégica europea que ya veníamos percibiendo como necesaria. Será un privilegio contar en este foro con la participación del ex primer ministro italiano Enrico Letta, uno de los heraldos que con más claridad nos marcaron el camino que ya resulta inexcusable abordar.
Y además de un privilegio, hablar hoy ante el primer Comisario de Defensa de la Unión Europea tiene el significado profundo de un compromiso. Señor Kubilius, compartimos sus anhelos y le apoyamos en su responsabilidad.
La autonomía estratégica europea no se limita a la Defensa y la Defensa no se limita al rearme, pero ese rearme concretado en el plan Von der Leyen -digámoslo sin eufemismos ni ambigüedades-, sí, ese rearme resulta imprescindible si pretendemos proteger nuestro modelo de sociedad mediante la disuasión.
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Ese modelo de sociedad, basado en las libertades públicas, el Estado de Derecho, el respeto a las resoluciones judiciales y la solidaridad entre territorios y personas es el recogido en la Carta Magna del 78. Muy pronto podremos celebrarla como la más longeva de nuestras constituciones. Atención, qué alegría. No será por casualidad.
Quienes tuvimos la suerte de vivir desde la política o el periodismo aquel proceso constituyente sabemos hasta qué punto el consenso se convirtió en la clave de bóveda de nuestro modelo de convivencia.
Hay una serie de procesos en los que la formación de mayorías cualificadas no es una opción sino una obligación. Y hay una serie de ámbitos, desde las infraestructuras a la política exterior y, por supuesto, la Defensa, en los que el interés público exige pactos que abarquen varias legislaturas e impliquen a gobiernos diferentes.
Vuelvo a citar al presidente Sánchez cuando acudía a Wake Up, Spain!: "¿Qué más tiene que ocurrir para que seamos capaces de orillar rencillas y diferencias menores para unir fuerzas?". Hoy hago mía su pregunta. Eso, ¿qué más tiene que ocurrir?
El nuestro es un sistema indisociablemente parlamentario y por lo tanto es en el Congreso y el Senado donde deben fraguarse las correspondientes mayorías, empezando por los preceptivos e inexcusables Presupuestos Generales del Estado que, como bien ha dicho el señor Feijóo, deberían servir de pista de aterrizaje de esos grandes acuerdos.
Pero desde fuera de las cámaras también se puede hacer mucho.
Por eso quiero aprovechar esta ocasión para subrayar que una de las funciones de la Corona que más útiles resultan a los españoles es el impulso de la concordia constitucional.
El nuestro es un sistema parlamentario y por lo tanto es en el Congreso y el Senado donde deben fraguarse las mayorías, empezando por los preceptivos Presupuestos Generales del Estado
Y ahora que culminan los actos conmemorativos del décimo aniversario de vuestro reinado, debo deciros, Señor, que una gran mayoría de ciudadanos valoramos y agradecemos el intenso activismo, con un punto de rebeldía inconformista, que Vuestra Majestad viene desarrollando en pro de la convivencia en libertad.
Y también, por supuesto, la empatía y comprensión que hacen que tanto la Reina Letizia como Vuestra Majestad estén siempre con quien más sufre, por encima de cualquier consideración de oportunidad, comodidad personal o conveniencia logística.
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Cada uno tenemos un papel que cumplir en la sociedad, pero todos podemos hacerlo de forma contemplativa o proactiva. Es lo que nos muestra la Tormenta en el Mar de Galilea de Rembrandt, ese cuadro misteriosamente robado hace ya décadas, que a veces pongo como ejemplo.
Tormenta en el Mar de Galilea, de Rembrandt.
Algunos de los apóstoles rezan serenamente para que cesen los rayos y truenos y amaine el oleaje que está a punto de hacer zozobrar la barca. Los otros trepan por los palos, se suben a las velas y tensan las jarcias. Esos son, esos sois, los que venís todos los años a Wake Up, Spain!.
Porque este encuentro entre las empresas y las administraciones, entre los gestores públicos y privados, este Davos español que comenzó siendo una llamada a la acción, se ha convertido en el punto de control anual del grado de cumplimiento de los proyectos en marcha y en la rampa de lanzamiento de las iniciativas innovadoras que redundarán en beneficio de todos.
En este espacio, como subrayó Vuestra Majestad el año pasado, "lo que cuenta es lo que cada uno hace, lo que cada uno aporta y con lo que cada uno contribuye, por encima de cualquier otra consideración". No se podía haber definido mejor el espíritu de Wake Up, Spain!.
Cada edición es el reflejo inevitable de la temperatura de la vida pública española. Pero el sentido de Wake Up, Spain! va más allá de cualquier turbulencia. Este será siempre un foro de encuentro o de "reencuentro" -como ha venido diciendo hasta ahora Salvador Illa- incluso para quienes puedan perder temporalmente el interés por encontrarse o reencontrarse.
De igual manera que Salvador de Madariaga hablaba de esos "españoles que se creen no serlo", no se deja de formar parte de una comunidad política, o no digamos de una sociedad con intereses y responsabilidades enlazadas, porque en un determinado momento alguien se enfurruñe y haga merienda aparte como si la concordia estuviera en vilo por un chiste.
Ni siquiera cuando ese alejamiento de la centralidad obedece a un proyecto ideológico o estratégico diferente. Por algo decimos que nuestra Constitución no es militante: porque no impone la uniformidad a quienes la compartimos, sino que facilita la discrepancia dentro de la legalidad, incluso mediante proyectos que podamos repudiar.
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La Historia nos demuestra que esas derivas que a veces tanto nos inquietan pueden ser muy bien viajes de ida y vuelta. Será cosa del efecto dominó, pero al preparar estas palabras un cuadro de Rembrandt me ha recordado a otro.
El retorno del hijo pródigo, de Rembrandt.
Se trata de El regreso del hijo pródigo. No hace falta tener convicciones religiosas para entender su significado profundo. El hijo menor que ha dilapidado o invertido mal en un desaforado viaje hacia no se sabe dónde la parte de la fortuna que le había sido confiada, es acogido con júbilo cuando regresa a la casa de su padre.
El reproche está implícito en la mirada del hijo mayor y los demás presentes. Pero las manos del padre sobre la espalda del descarriado que retorna reflejan lo esencial: "Estaba perdido y ha sido encontrado".
La Casa del Padre es nuestra Constitución y las manos que dan amparo al que regresa, la Monarquía de todos.
En una democracia las facturas se pasan en las urnas y de los delitos se responde ante los tribunales. Pero lo sustancial del concepto de Nación es su carácter integrador y esto es aplicable a los dirigentes, a los partidos políticos o a los sectores sociales con mayor identidad diferenciada.
Nuestra "morada vital", nuestra democracia constitucional estará incompleta si quienes emprenden un excéntrico periplo con extrañas compañías no llegan un día de vuelta.
Toda ausencia es una amputación. Sobre todo, cuando se alardea de tantos años de vivencias compartidas. Esa ausencia, esta ausencia, es una amputación, una merma, una mengua para quienes se alejan errabundos, pero también para quienes nos quedamos sin su concurso.
La pertenencia a un mismo tronco no pone condiciones ni exige contrapartidas. La convivencia en libertad es nuestro sueño eterno. La centralidad democrática también. Bastará volver a desperezarnos junto a quienes parece que, después de una mala noche, esta vez se les han pegado las sábanas, para que la plenitud se sienta de nuevo en Wake Up, Spain!.
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Majestad, queridos amigos. Cuando hace diez años fundamos nuestro periódico, el tercero que me ha tocado dirigir desde 1980, todos creían que se iba a llamar El Universo o El Universal. No es difícil imaginarse por qué.
Pero el 1 de enero, después de las doce campanadas lo anuncié: "Nuestro periódico será universal, pero se llamará EL ESPAÑOL". Me faltó añadir "valga la redundancia".
Rugimos diariamente defendiendo los valores democráticos, desde una posición progresista, liberal y moderada y criticamos a quienes nos parece que se apartan de ellos.
Al lanzar esta cabecera inédita durante la democracia, queríamos rendir homenaje al gran periodismo político y cultural del pasado, pues no en vano los nombres de Blanco White, Larra, Bonafoux o Antonio Maura estuvieron unidos a distintas mutaciones de EL ESPAÑOL.
Pero sobre todo quisimos tomar posición ante el debate sobre la identidad nacional que permanecía abierto. Por eso, junto a nuestro nombre, elegimos por icono al león, símbolo secular de los españoles, emblema a la vez de la Monarquía y el pueblo, guardián de la soberanía popular.
Desde entonces rugimos diariamente defendiendo los valores democráticos, desde una posición progresista, liberal y moderada y criticamos a quienes nos parece que se apartan de ellos. Es verdad que quienes no hace tanto se beneficiaron fulgurantemente de nuestras denuncias hoy no parecen soportar las que les atañen. Pero el león lo ha visto todo y conoce bien cual es su oficio.
Porque por encima de todo nos sentimos comprometidos con la prosperidad de nuestra sabana extensa y variopinta y con la felicidad de todos sus pobladores. Por eso Wake Up, Spain! resume nuestro ADN en algo tan fieramente humano como el deseo de despertarnos juntos para trabajar juntos y avanzar juntos en la Europa de la seguridad y las libertades. Juntos, conservadores, liberales o socialdemócratas, en Madrid como en Bruselas, no sólo hoy sino todos los días del año.
Gracias, Majestad, por el inmenso honor de acompañarnos por segunda vez en la apertura de este Wake Up, Spain! tan especial para nosotros.