Jaime Olmedo durante su conferencia 'Libertad y Cultura', dentro del ciclo 'La libertad en el siglo XXI'

Jaime Olmedo durante su conferencia 'Libertad y Cultura', dentro del ciclo 'La libertad en el siglo XXI' Rodrigo Mínguez

La libertad en el siglo XXI

Jaime Olmedo: "La posverdad es el término cursi con el que la corrección política ha rebautizado la mentira"

El filólogo y académico arremete contra la dictadura 'woke' en el ciclo 'La libertad en el siglo XXI' de EL ESPAÑOL y la Universidad Camilo José Cela, de la que es rector.

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La cultura se ha instalado en dos realidades que han relegado el arte a la intrascendencia: por un lado, el relativismo, que ha derivado en la posverdad; por otro, la corrección política, que se traduce en la dictadura de lo woke.

Así de contundente ha arrancado Jaime Olmedo su conferencia Libertad y Cultura, la octava del ciclo La libertad en el siglo XXI, que celebra el décimo aniversario de EL ESPAÑOL y el vigesimoquinto de la Universidad Camilo José Cela, de la que el filólogo y académico es rector.

Convencido de que "la cultura no puede ser para unos pocos", Olmedo ha arremetido contra la instrumentalización que se hace de ella desde las esferas políticas. Aunque antes ha señalado algunos hitos históricos que, según él, determinaron la situación actual.

El rechazo de los cánones clásicos y del positivismo, origen del dogmatismo al que la cultura se ve ahora abocada, surgió en el siglo XIX. "Pasamos de una confianza en lo racional a un refugio en lo irracional", ha explicado, y el primer movimiento artístico que incurrió en lo que él denomina "descrédito de la verosimilitud" fue el Romanticismo.

Cuando la sociedad mutó "de la rebeldía al desencanto", surgió la bohemia: "El artista exacerbó los rasgos del romántico atormentado" –ha deslizado el rector–, llevándose por delante los atributos humanísticos que corresponden a la creación.

Salvador María Granés acuñó en nuestro país el concepto "golfemia" para impugnar "el arte por el arte" de los románticos, pletóricos de individualismo. "Odio con toda mi alma la bohemia literaria", sentenció Unamuno, referencia recurrente entre las múltiples que ha utilizado Olmedo.

Las vanguardias fueron incluso más allá en los albores del siglo XX. Si poco antes el simbolismo había revelado "la incapacidad" de los artistas para esgrimir un lenguaje articulado con dotes de excelencia y el expresionismo se abandonó a "la búsqueda de lo feo", los movimientos vanguardistas fueron "el gran envite estético" contra el arte.

En nombre del "horror a lo convencional" y prescindiendo de los conceptos "razón" y "tradición", el futurismo, el cubismo, el dadaísmo y, al fin, el surrealismo desembocaron en la "aniquilación estética" y la "insignificancia más absoluta". El dadaísmo incluso se atrevió a dictaminar que desde entonces el artista sería más importante que la obra, una noción que –lamentablemente para Olmedo– sigue reverberando en la actualidad.

"Este irracionalismo condujo al hermetismo", ha afirmado el rector, y aquello fue la antesala de la incomunicación entre artista y público.

Con todo, "aquello pudo tener sentido en su momento", concede; el problema fue que se prolongó en el tiempo "insufriblemente" hasta nuestros días y hoy ya arrastramos "un siglo de vanguardias" en el que la crítica ha quedado paulatinamente relegada.

Pero resulta que "la verdad existe y existe el error", por mucho que la soberbia cultural contemporánea no contemple que se le lancen reprobaciones, ha venido a decir Olmedo, que ha insistido en la importancia de "volver sobre la Historia". No solo se trata de "transmitir el conocimiento a las generaciones futuras" para que puedan "rechazar las trampas" y ser verdaderamente libres, sino de señalar las "interpretaciones interesadas de la Historia" y la "tergiversación como finalidad política".

Jaime Olmedo 'Libertad y cultura'

Al respecto, ha deslizado Olmedo algunos ejemplos. La desconolización de los museos, sin duda, el más actual. "No acierta ni en el nombre porque España no tuvo colonias, sino provincias en ultramar", ha asegurado. Por no hablar del "presentismo" con el que se aborda esta medida política, auspiciada por la "fuerza moral" de la que siempre hace gala la izquierda, ha venido a decir.

No obstante, si en el plano cultural la progresía combate tras la trinchera de su presunta "superioridad ética", la derecha se muestra "displicente", ha dicho. Y esto siempre desemboca en el populismo.

Volviendo al ámbito puramente artístico, Olmedo ha recordado la irrupción de Harold Bloom a finales de siglo para reivindicar "la autonomía de la estética" y proponer, a la contra de los tiempos, el denostado canon.

"Contra el relativismo, la demagogia y la hipocresía" que acabó consolidando una "vanguardia institucionalizada" donde el arte contemporáneo es "puro espectáculo provocativo, cínico y antiesteticista", el canon es una suerte de vector contracultural. Y es que no se trata solo de que "no hay modo de saber qué es arte y qué no", sino que también resulta prácticamente imposible distinguir "lo bueno de lo mediocre", ha aseverado el rector.

La obra de arte contemporáneo está en manos de "embaucadores" y "empresarios", ha dicho, y además de ser "incapaz de comunicar", tampoco saben titular. Las exposiciones ni siquiera tienen ahora un epígrafe que las defina, ha deslizado ante un público divertido con sus ocurrencias y, al mismo tiempo, rendido ante su elocuencia.

La cultura, en fin, se ha abandonado al consumo y, en su nombre, "todo vale". Un universo en el que gobierna la "charlatanería" porque hace tiempo vive oprimido por "la dictadura del relativismo". A propósito, "la posverdad es el término cursi con el que la corrección política ha rebautizado la mentira", ha sentenciado.

La cultura de la cancelación y la autocensura son algunas de sus expresiones actuales, pero su origen es mucho más remoto. El público asistente a la clase magistral de Olmedo ha podido dar buena cuenta de ello.

Así y todo, el rector tenía un mensaje esperanzador para el final. Para luchar contra la tiranía del dogma, el filólogo y académico propone "el esfuerzo comunitario por buscar la verdad". Ante el efectismo, "el arte debe recuperar su aura", pues "la cultura, o es una necesidad o es una necedad".