Hola, amigos. 

La era de la información es, más bien, la de la publicidad. El algoritmo sabe quiénes somos mejor que nuestras familias y por eso en la pantalla se nos abren unas ventanas y otras no. La información que importa no es la noticiable, sino la que habla de nuestra personalidad, la que delata nuestros anhelos a las empresas al acecho. Y cuando menos te los esperas, te salta un anuncio que te ofrece el jersey que no creías o sabías necesitar (pero el algoritmo sí). Sobre esto escribiremos la semana que viene, sobre la omnipresente publicidad. A partir del lunes. 

Veamos, entre tanto, quiénes son los finalistas de la semana dedicada a los dilemas morales: 

Androide 

Atormentado por atropellar y matar a un anciano, compró una soga, la amarró a un árbol y se columpió un par de horas para relajarse.

Sito 

Este dilema lo va a resolver el azar —pensó mientras lanzaba una moneda. Luego bajó del tejado y siguió con la vida que tan poco le gustaba.

Sito 

El verdugo levantó el hacha, atinó al cuello del reo y exclamó: ¡no puedo!, este hombre tiene cara de bueno.

Elorror 

Mientras, en la trinchera, decidía si disparar o no a matar, una bala le atravesó limpiamente la frente.

Gatillo 2 

El cazador observó al lince por la mira del rifle.

Su dedo fue más rápido que la conciencia.

Maibe

Le dijo que parecía querer más al coche que a ella. Él sonrió, pero pasó el resto de la tarde meditabundo.

NIña la Puebla 

Después de años denunciando la corrupción, comprobó que a los votantes no les importaba. No rechazaría más sobres.

Cuauhtémoc 

En el confesionario, reconoció que también se acostaba con el cura de la otra parroquia. El padre Lucas no supo si absolverla o no.

Pablo Cavero 

El oncólogo le dijo que le quedaban unos días, pensó vengarse de personas pero acabó retomando amistades.

El Gordo 

Mira a su esposa a través de la celosía del patio y recuerda lo que pensó la primera vez que la vio tras la celosía del confesionario.

Miguel Á. Molina 

De él dependía que muriera el dictador y población civil o lograr que el avión no arrojara las bombas. Cerró el libro y se acostó a meditar.

Zaci 

Mientras intentaba decidir si salvaba a la madre o al bebé, perdió unos segundos preciosos.

Mosi 

Una mañana la alcaldesa descubrió que no se atrevía a mirar a los ojos a sus hijos y, por unos instantes, pensó en dimitir.

Khamisi 

Después de cinco días sin llevarse nada al estómago, se sorprendió a sí mismo observando con interés el cuerpo del piloto de la avioneta.

Ramón J. 

Dice que cada día de los 20 años que se ha librado de la cárcel por inculpar a su hermano, los ha pasado sufriendo grandes dilemas morales.

Cicely 

Tras la gran explosión, se sacó una mota del ojo. Es tierra, exclamó, sopesándola en el dedo, no sé si no serán ya demasiados planetas.

Pilar Alejos 

Al soldado le asaltaron las dudas cuando le ordenaron disparar y, frente a la mirilla, reconoció a su hermano.

Chausiku 

Se aproximaban ya los rebeldes armados y los aldeanos dudaban entre ocultarse en el bosque o salir a recibirlos con los brazos abiertos.

Loreta

Le remordía la conciencia dejarlo así, entonces, volvió sobre sus pasos y terminó de descargar su pistola sobre el cadáver.

Cuauhtémoc

Después de más de dos horas sopesando el mismo dilema, decidió, una vez más, seguir en la cama.

Y uno, de regalo: 

Ramón J.

Aunque dudaron cuando el cura les advirtió que se quedarían ciegos si se masturbaban, ellos prefirieron asumir el riesgo.