Los buenos hijosRosa Ribas

Tusquets. Barcelona, 2021. 368 páginas. 19,50 €. Ebook: 9,99 €

Rosa Ribas (Barcelona, 1963) es una de las escritoras más estimulantes en el panorama noir, más que nada porque se sale de cualquier contorno preciso. Aunque sus novelas pueden tener anclajes en el género policial esto termina importando menos que sus personajes y las relaciones que se establecen entre ellos. Con Un asunto demasiado familiar creó a los Hernández, una familia de detectives de barrio que le ha servido para rastrear el círculo infernal de los lazos de sangre a través de una narración admirable, tan limpia en la superficie como negrísima en esencia.

Si ya aquella primera entrega giraba sobre los temas ocultos de los Hernández a partir de la desaparición de Nora, su hija mayor, en esta Los buenos hijos los amplía para sacar a la luz los rencores, miedos, esclavitudes y disfraces que existen en cualquier familia.

“Es que si conoces todos los secretos de la gente, no podrás quererla”. Sobre esta línea de diálogo parece construir Ribas esta historia profundamente humana que habla de fracasos, desilusiones, culpas y mentiras. El dolor hizo que Nora investigara a su familia y descubriera lo que no se puede contar. Ahora que su hermana Amalia la trajo de regreso, sus padres, Mateo y Lola, no entienden los motivos del silencio de su hija mayor.

Brillantemente escrita y de sugestión armoniosa y musical, 'Los buenos hijos' refleja un mundo sucio y triste, lleno de dilemas morales

La aparente normalidad de los Hernández es aún más fina que una hoja de papel. Nora, Amalia y Marc, los tres hijos que trabajan en la agencia se relacionan con sus padres desde la sofocante convivencia familiar en la que “los seres humanos aprenden a fingir incluso antes que hablar”. Los buenos hijos se estructura a partir de las investigaciones que realiza la agencia de detectives, casos que se vinculan al lado emocional de los personajes y que sirven para mostrar sus miserias y lealtades. De esos casos, el de una niña de 14 años que se suicida cobra relevancia y entronca de raíz con los Hernández, con el amor y la competición que durante años se ha dado entre los hermanos por el cariño de los padres.

Porque esta novela habla de eso, de la feroz tragedia que se esconde en la relación que existe entre padres e hijos. Un libro brillantemente escrito y de sugestión armoniosa y musical mientras lo que refleja es un mundo sucio y triste, repleto de dolor, de dilemas morales y, sobre todo “lleno de hijos mintiendo a sus padres y de padres que mentían a sus hijos”.

Dentro de Los buenos hijos se mueve un torbellino encerrado en una botella, como en los experimentos infantiles, que saldrá cuando la rotura sea irreparable… un círculo de sangre y venganza en el que solo suena los ecos del dolor, como el tictac de un reloj del pasado. Un tictac bien medido, que nos oprime el corazón en la tercera parte y que cierra la novela de manera espléndida.

@M_A_OESTE