Hija de la editora Esther Tusquets y del poeta Esteban Busquets, Milena Busquets (Barcelona, 1972) saltó a la fama tras la publicación de su segunda novela También esto pasará, donde se enfrentaba narrativamente al duelo por la muerte de su madre. Han pasado seis años desde el éxito de aquel título y su tercer y último trabajo, Gema (Anagrama), vuelve en parte a sus inquietudes de entonces. Con un estilo y una voz sencilla, Busquets narra ahora la historia de una amiga de su infancia que falleció a los 15 años de leucemia. “Una historia de amistad –describe ella misma- que en el fondo es una historia de amor”.

El proceso, reconoce, ha sido largo. “Pasé casi dos años haciendo promoción aquí y fuera. Después necesité un año para aterrizar en mi mundo. La voz de un escritor es como la de un cantante de ópera, es muy fácil de perder, al menos para mí, y necesité un año después de toda la locura para reencontrarla”, comparte durante la presentación de su nuevo libro en rueda de prensa. No obstante mantiene que entre un título y otro se ha producido “una evolución absoluta”. “Creo que Gema es una mejor novela que También esto pasará”, analiza.

Protagonizada por una escritora de 40 años, madre de dos hijos y con un novio actor, Gema cuenta la historia de una mujer adulta que rememora la existencia de una compañera del colegio que murió con 15 años de leucemia y que trata de descubrir cómo fueron aquellos días. “Todos tenemos unas cuantas historias potenciales en nuestro interior sin resolver o muy bien resueltas –afirma la escritora-. Gema siempre estuvo de alguna manera conmigo y pensé que en esta labor de rescate que es escribir, debía rescatarla”. Como en su vida real, a Busquets le persigue al menos esta historia desde hace más de diez años, antes de escribir También esto pasará.

Memoria y literatura

Como tal, su novela es también un ejercicio y una reflexión sobre la memoria. “No sé por qué recordamos las cosas que recordamos. Estamos constituidos por momentos y hay cosas que sin saber por qué te marcan. Malas y buenas pero yo pienso que sobre todo buenas. Con Gema puede que haya un cierto sentido de culpa. Soy mucho más consciente ahora de lo que es la muerte que cuando tenía 15 años. Por eso no tengo mucha fe en que mucha gente la recuerde demasiado porque a los 15 años la muerte está en las antípodas de quién eres”.

"No utilizo la literatura para saldar cuentas. Se han hecho obras geniales desde el odio pero no es mi caso. Yo escribo desde la paz y el amor por muy cursi que suene"

Es así como su protagonista, y la propia Busquets, inician una especie de investigación en torno a aquella amiga de la infancia que le conduce a indagar en otros recuerdos que le lleven de vuelta a ese patio del colegio donde, sabe, piensa o cree, que la vio por última vez. No en vano, advierte, la memoria puede ser engañosa. “Estamos hechos de memoria auténtica y después estamos hechos de recuerdos que nos inventamos o que inventan para nosotros para sobrevivir. Solo hay una pregunta realmente interesante para un escritor y un ser vivo que es “quién soy” y pasamos la vida intentando contestarla. Gema para mí es una pieza más en el quién soy”.

En este sentido, comparte, su memoria está escrita desde la memora. “Escribir es un trabajo de recuperación de la memoria”, dice la escritora, autora también de la novela Hoy he conocido a alguien. “Ya sea un diario o una estructura más compleja, somos lo que recordamos –continúa-. Por eso para ser novelista mejor tener una cierta experiencia, cosa que no ocurre con la poesía. Con una novela necesitas un andamiaje más complicado. Es muy importante la imaginación y la memoria y sin una mezcla de las dos cosas es muy difícil escribir un buen libro”.

La tragedia en tono desenfadado

Escrita con un tono desenfadado, Gema es, a pesar de todo, una novela sobre las ganas de vivir y las pequeñas alegrías de lo cotidiano que se aleja de la nostalgia. “Es un libro que nace de la memoria y de mi experiencia pero es un libro bastante vital y alegre”, coincide Busquets que “quería hacer un libro con la vista puesta en el presente y en el futuro”, lejos de la tragedia.

"A mí me gustaría que mis libros se pudiesen leer en el tiempo que se ve una película. No escribo para darme placer a mí, escribo para dar placer a los demás"

“La nostalgia en la literatura es un terreno muy delicado –reflexiona-. Delicado porque es muy fácil caer en la cursilería que es uno de mis temores narrativos mayores. Y en temas como la muerte, la muerte de una niña de 15 años o la muerte de tu madre, es muy fácil caer en lo cursi. He intentado huir de la nostalgia porque para mí no es productiva ni fiel a mi voz ni a la verdad que yo quería contar”.

Ni nostalgia ni rencor, Busquets retrata en sus libros a las personas que ya quiere. “No utilizo la literatura para saldar cuentas. Utilizo material cercano sí, pero los mejoro infinitamente. Escribir para machacar a la gente me parece horrible, nunca se me ocurriría. No escribo desde la rabia. Creo que se han hecho obras geniales desde el odio y la reivindicación pero no es mi caso. Yo escribo desde la paz y el amor por muy ridículo y cursi que suene”, sostiene.

El duelo y la muerte

Junto a la memoria, el duelo y la muerte son dos de los temas que recorren sus dos últimas novelas como parte esencial de la vida. “Creo que las pérdidas forman parte absoluta de las reglas de lo que es estar vivo. En los dos casos, quizás más en este, quería ver si era capaz de coger una muerte que me había dolido y que me duele treinta años después y rodearla de vida. Esto lo hace genial Woody Allen. En todas sus películas hay una obsesión por el amor pero también por la muerte”.

Autora de libros no muy extensos, Busquets presume además de la brevedad de sus historias. “A mí me gustaría que mis libros se pudiesen leer en el tiempo que se ve una película, una hora y media o dos horas. Hay una versión más larga, lo mismo dentro de 20 años decidimos publicar una de esas versiones. Pero quería publicar de esa manera. Yo voy con una flecha recta a la diana y lo que voy limpiando me parece que son divagaciones o autocomplaciencia. No escribo para darme placer a mí, intento escribir para dar placer a los demás. Entonces pienso que en una hora y media lo puedo manejar. En 150 páginas me comprometo”.

La autoficción en las novelas de Busquets

Busquets establece aquí, como ya hiciera en su anterior novela, un diálogo entre lo personal, la ficción, lo que le han contado o lo que ella misma ha vivido. Sin embargo, reconoce divertida, en su obra “hay más ficción de lo que la gente quiere creer. A los lectores les gusta mucho pensar que todo lo que cuento es verdadero y me ha pasado”. Pero más allá de los límites entre la ficción o la no ficción, la escritora busca que su narrativa resulte auténtica. “Es fácil engañarse y un escritor no tiene derecho a engañarse”, concede. No obstante, continúa, para ello “hay que poner un foco muy potente encima de uno mismo y no es siempre agradable o fácil. Como escritora me gustaría llegar a una honestidad completa. Y esto también requiere muchísimas reescrituras. Es, como dice Jorge Herralde, picar piedra, es ir sacando”.

"Un escritor no tiene derecho a engañarse. Hay que poner un foco muy potente encima de uno mismo y no es siempre agradable o fácil"

Traducida a más de treinta países por También esto pasará, confiesa que el éxito es casi “un accidente” o “una casualidad”. “El éxito no sirve para nada y no es un buen compañero para escribir. Hay que olvidarse y volver a empezar”, sostiene. Con el lector siempre presente, en este sentido recuerda que uno no debería escribir para sí mismo ni para sentirse mejor. “Cuando escribo me siento peor. Después si se me ocurre algo bueno estoy contenta un rato”. Pero reconoce: “Ahora con Gema me he dado cuenta de que dentro de todo lo mal que puedo estar estoy un poco mejor si por las mañanas he escrito”.

Los límites de la libertad de expresión

Acostumbrada a escribir sobre sí misma, Busquets rehúye de cualquier límite y se muestra crítica con la censura y las nuevas dinámicas de opinión en redes sociales. “No digas nada que pueda ofender a nadie, todo lo que escribas con matizaciones... –dice con hartazgo-. Realmente hoy no podemos decir lo que pensamos sin pelearnos. No podemos llegar a una conclusión lógica de que una opinión es una opinión. Esto de las peleas por pensar diferente no había pasado nunca. Antes estaba bien pensar distinto. Ahora no”.

“¿Qué es esta idea de cancelar a los demás? -se pregunta-. A la gente no se le cancela ni se le insulta. El otro lado de la moneda es esta cursilería de que todos somos iguales. La igualdad es una cosa que se consigue día a día y cuesta muchísimo. Ya está bien de salvajes y de cursis. Volvamos a un término medio. Es una locura. Ni los cómicos pueden hacer bromas ya”, defiende.

@mailouti