Fotograma de 'The kindness of strangers'.

Fotograma de 'The kindness of strangers'.

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Ángeles caídos y traumas vacíos en una decepcionante apertura para la Berlinale

La danesa Lone Scherfig ha inaugurado el Festival de Berlín con 'The kindness of strangers', una película que no merecía tal distinción.

7 febrero, 2019 17:36
Berlín

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La alfombra roja del Festival de Cine de Berlín se ha desplegado hoy sin grandes estrellas ni autores de peso. En los próximos días llegarán las nuevas películas de directores prestigiosos como la francesa Agnès Varda, el israelí Nadav Lapid, los alemanes Angela Schanelec y Fatih Akin, o la española Isabel Coixet, pero la encargada de inaugurar el certamen ha sido una obra de voluntad humanista y universal, The Kindness of Strangers, firmada por la realizadora danesa Lone Scherfig.

Se trata de una vieja conocida de la Berlinale, no obstante estrenó aquí su ópera prima The Birthday Trip en 1991, y su trabajo más notable hasta la fecha, Italiano para princiantes, ganó el premio a la mejor dirección en 2001. Aquel film se inscribió en el movimiento Dogma 95 -Scherfig fue compañera de Lars von Trier en la escuela de cine-, pero poco queda de aquella actitud frágil y audaz en esta nueva cinta, tan sólida en lo formal como rígida y previsible en su discurso.

La película despliega una trama de almas perdidas partiendo de Clara, joven madre que se desplaza desde Búfalo a Nueva York junto a sus dos hijos. No se trata de unas idílicas vacaciones en la gran urbe, sino de una huida en toda regla, el desencadenamiento de las garras de un marido violento, policía admirado por sus compañeros que descarga su furia en el núcleo familiar.

El equipo de la película en Berlín.

El equipo de la película en Berlín. EFE

Su escapada hacia la libertad estará repleta de complicaciones por la absoluta falta de dinero, sin nada que comer ni lecho donde dormir. Pero Clara y sus hijos no son una excepción. Scherfig presenta un amplio abanico de personajes descarriados, ángeles caídos que vagan por Nueva York soportando traumas indelebles.

Una enfermera solitaria que consagra su vida a la caridad, un ex convicto responsable de un lujoso restaurante ruso, un abogado exhausto por su inexistente vida sexual y sentimental, o un joven indigente al borde del desequilibrio mental, se cruzarán en el camino de la familia, convirtiéndose en piezas fundamentales de su salvación. Según afirmó la directora en rueda de prensa, “en Norteamérica hay mucha gente que vive puerta con puerta y no se habla en años. Analizar ese estado de soledad fue mi principal motivación para hacer esta película”.

Pese a la dureza de la historia, Scherfig adopta un tono amable, defendiendo la bondad innata en el ser humano y el poder de la esperanza. Su empeño por buscar destellos de luz en el infierno se vuelve excesivamente artificial y buscado. Los personajes, lejos de plantear diferentes aristas de la supervivencia en la sociedad contemporánea, terminan por asemejarse unos a otros por la ausencia de matices.

En Norteamérica hay mucha gente que vive puerta con puerta y no se habla en años. Analizar ese estado de soledad fue mi principal motivación 

El brillante y heterodoxo elenco, formado por actores de trayectorias notables como la estadounidense Zoe Kazan, la británica Andrea Riseborough, o el francés Tahar Rahim, aporta dignidad y emoción a una película de grandes pretensiones humanistas que acaba por reducirse a intenciones bondadosas y paz de conciencia.

The Kindness of Strangers, funciona como perfecto epílogo de una era: esta es la última edición del veterano Dieter Kosslick como director de la Berlinale desde que aceptase el cargo en 2001. El festival ha acusado una perspectiva conservadora y tímida en los últimos años, quedando relegado a un rol secundario respecto a otros eventos similares como Cannes, Venecia, Toronto o incluso Locarno. Será precisamente el hasta ahora modélico director del certamen suizo, Carlo Chatrian, quien tomará las riendas de Berlín a partir de 2020.

Hay grandes esperanzadas depositadas en ese cambio. Una revolución es urgente para devolver a la Berlinale al lugar que tradicionalmente ha ocupado: una plataforma para cineastas rompedores, poderosos discursos políticos y estéticas innovadoras. Con Chatrian, muy probablemente, una obra como The Kindness of Strangers no hubiera tenido sitio en el festival, o al menos no se le hubiera otorgado un espacio tan señalado.