El príncipe Alfonso de Hohenlohe en Miss Marbella en 1971.

El príncipe Alfonso de Hohenlohe en Miss Marbella en 1971. Getty Images

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Los protagonistas de la época dorada de Marbella: de los Hohenlohe a los Von Bismarck y al rey Fahd

La ciudad de la Costa de Sol fue durante mucho tiempo una de las preferidas por las estrellas de Hollywood y de la realeza.

30 julio, 2023 01:35

Desembolsar una fortuna en leña para calentar un palacio de 8.000 metros cuadrados en la finca el Quexigal (Ávila) no era un buen negocio para el príncipe Max von und zu Hohenlohe-Lagenburg y su esposa, María de la Piedad Yturbe, II marquesa de Belvís de las Navas, por lo que siguieron los consejos de su íntimo amigo Ricardo Soriano, marqués de Ivanrey. El dinero de la leña lo invirtieron en una finca de pinos e higueras a orillas del Mediterráneo en un pequeño pueblecito pesquero llamado Marbella. Corría el año 1947 y , a partir de ese momento, los Hohenlohe iban a tener unos inviernos más calentitos sin arremeter contra la naturaleza.

A aquel terreno lo bautizaron como Santa Margarita. El hijo de la pareja, Alfonso de Hohenlohe, cuyo padrino era el rey Alfonso XIII, era un inquieto joven de veintitantos años que decidió construir un humilde motel de 20 habitaciones "con el fin de que la gente que viajaba de Málaga a Gibraltar tuviera un lugar para descansar, alimentarse o, simplemente, llamar por teléfono -asegura Hubertus (64), hijo del aristócrata- ya que en esa ruta había mucho trasiego". Su estratégica ubicación entre el Mediterráneo y la montaña de la Concha proveía a esa pequeña localidad de un microclima prácticamente único en Europa. El visionario Alfonso de Hohenlohe estaba convencido de que tenía entre manos una perita en dulce y en 1954 abrió aquel motel que, en pocos años, se convertiría en el elitista Marbella Club.

Al año siguiente se casó con una de las jóvenes más ricas de Europa, Ira von Fürstenberg (83), hija del príncipe Tassilo von Fürstenberg y de Clara Agnelli, nieta de Giovanni Agnelli, fundador de la Fiat, y cuya familia ha gobernado desde la sombra el designio de Italia. Ésta falleció en 2016 a los 96 años. Aquel enlace fue un escándalo ya que Ira tenía 15 años y Alfonso, 31. Tuvieron dos hijos, Christoph (1956-2006) y Hubertus (1959).

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Alfonso de Hohenhole jugando con sus hijos en el jardín de su villa en Marbella.

Alfonso de Hohenhole jugando con sus hijos en el jardín de su villa en Marbella. Getty Images

Como Alfonso era un lince para los negocios, aprovechó el viaje que hizo con su esposa a Los Ángeles para recabar un montón de contactos entre la élite hollywoodiense, entre la que se encontraba Ava Gardner "con quien mi padre tuvo un romance cuando se peleó temporalmente con mi madre", asegura Hubertus. Dicho y hecho. En la finca habían empezado a construirse varias mansiones cuyos primeros inquilinos fueron estrellas del cine como Gina Lollobrigida, Stewart Granger y Audrey Hepburn con su marido Mel Ferrer, con construyeron villa Santa Catalina en 1962 "entre las casas del conde de Meran y los barones de Rothschild. En aquellos años, en la finca solo había un bonito jardín y un beach club donde un señor freía chanquetes y huevos fritos con una bombona. Y para beber solo había Fanta de Naranja y de Limón", asegura con cierta nostalgia Sean H. Ferrer (63), primogénito de la protagonista de Sabrina. "Al final, mi padre la malvendió porque le engañaron y se compró un rancho en California", remata Sean, que en la actualidad se encuentra en Manila porque el 1 de agosto se inaugura la exposición Audrey íntima.

El otro pilar fundamental del Marbella Club ha sido y lo sigue siendo, el conde Rudolf Graf von Schönburg (91), conocido popularmente como el conde Rudi. El aristócrata, que había estudiado en la mejor escuela de hostelería del mundo, l’École Hôtelière de Lausanne -ahí estudiará el próximo curso Irene Urdangarin y Borbón (18)- estaba haciendo la práctica en el lujoso hotel Palace en St. Moritz cuando, un buen día, se encontró con su primo lejano, Alfonso de Hohenlohe. Éste se quedó sorprendido al verle sirviendo la mesa y atendiendo la recepción, por lo que le hizo una oferta irresistible: "Vente a Marbella que he abierto un hotelito de 18 habitaciones y me gustaría que fueras el director". En las navidades de 1956, el conde Rudi se plantó en la Costa del Sol.

El conde tiene el mérito de haber convertido aquel motelito en un hotel de cinco estrellas gran lujo con 131 habitaciones y 17 villas y bungalós que es la referencia mundial entre la jet set internacional. Allí se han alojado Brigitte Bardot (88) -desde hace unos meses tiene serios problemas respiratorios-, Elizabeth Taylor, James Stewart, Grace Kelly, los duques de Windsor e importantes dinastías como los Rothschilds, los Krupps, los Oppenheims, los Onassis, los Niarchos…

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Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz.

Gunilla Von Bismarck y Luis Ortiz. Gtres

Si la Costa del Sol fuera una monarquía, indudablemente su reina sería Gunilla von Bismarck (73), bisnieta del canciller de hierro y artífice de la unificación alemana Otto von Bismarck. Su madre, la socialité sueca Ann-Mari Tengbom insistió a su esposo, el príncipe Otto von Bismarck para que compraran una enorme finca al lado de Santa Margarita cuyos límites llegaban hasta la arena de la playa. ¡Un paraíso!. "Los niños Bismarck llegaron en tropel", asegura entre risas Hubertus.

Gunilla confiesa que su familia empezó a vivir en Marbella en 1961, "así que hemos sido testigos directos de cómo ha ido evolucionado la ciudad. Aquellos años fueron maravillosos porque había mucha tranquilidad, podíamos ir a la playa con otros personajes sin que nadie nos molestara…". Se refiere a los paparazzi, que empezaron a merodear por la zona a partir de 1970, cuando se inauguró Puerto Banús. El entonces ministro de Información y Turismo Manuel Fraga firmó un contrato con los millonarios José y Juan Banús que en aquel momento eran protegidos de Franco tras haber construido el Valle de los Caídos y los barrios de la Concepción y el Pilar en Madrid.

Testigo de ello fue el periodista José Luis Yagüe, único testigo vivo de toda aquella época de esplendor que ha plasmado todas sus vivencias en el libro Lo que yo vi, lo que yo viví. El profesional recuerda con especial cariño a don Juan, quien en la década de los setenta viajaba a menudo de Estoril a Gibraltar "donde se quedaba unos días y cargaba en la bodega del barco cajas de güisqui que luego repartía entre sus amigos cuando atracaba en Puerto Banús. Cada tarde se sentaba en la cubierta para recibir a los monárquicos de la zona que venían a saludarle" y añade que su hijo Juan Carlos -aún no había sido designado por el caudillo como su sucesor- "tenía unos 14 años cuando vino por primera vez a Marbella donde se alojó en casa de unos amigos. De tabardillo solía comprar tabaco".

La década de los setenta fue muy loca, en gran parte, debido a los Chorys, el cuarteto juerguista de playboys formado por Yeyo Llagostera, Jorge Morán, Antonio Arribas -ex amante de Carmina- y Luis Ortiz, que terminó casándose con Gunilla. A pesar de la imagen que ofrecían de despendolados, amantes de la bebida y de las fiestas hasta altas horas de la madrugada, la aristócrata alemana admite que "todos fueron muy educados, divertidos y respetuosos. Su máxima era disfrutar de la vida y hacernos a nosotros partícipes de ella". Gunilla y Luis forman una de las parejas más peculiares de la jet set ya que aunque estén separados oficialmente, siguen compartiendo sus vidas. El bon vivant trató, por decirlo de alguna manera, con otro personaje emblema de aquel momento, la ex emperatriz Soraya "que era tremendamente sosa, pero no te puedo decir si era simpática o antipática porque no hablaba con las personas que tenía al lado".

A este respecto, su mujer asegura que "era muy dulce, elegante, le encantaba bailar y una mirada verdosa que transmitía tristeza". Eso es legendario, sobre todo, a partir de que el Sha de Persia la repudiara por no tener hijos. "No le facilitaba el trabajo a los fotógrafos, sí, se ponía ahí a posar pero de mala gana, como si la cosa no fuera con ella", afirma Juan Carlos Teuma, uno de los paparazzi más importantes de aquella época que consiguió lo imposible colgado de las ramas de un árbol, el toples de Elizabeth Taylor en una de las terrazas del Marbella Club mientras tomada el sol con su novio, el actor George Hamilton.

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La impresionante villa del rey Fahd en Marbella.

La impresionante villa del rey Fahd en Marbella. Gtres

Cuenta Teuma que en cuanto llegó a los oídos de la protagonista de La gata sobre el tejado de zinc removió Roma con Santiago para encontrarme ya que quien se lo había dicho fue Gunilla, "así que de madrugada vinieron unos cuantos coches hasta mi casa que me llevaron a la suite de la Taylor, que revisó todos los negativos. Se vio tan bella que comentó: 'George, ¿quién soy yo para ir en contra de la Primera Enmienda?' y concedió el permiso para que se publica el reportaje en las revistas más importantes del mundo".

Otro de los inolvidables personajes fue Jaime de Mora y Aragón, hermano de la reina Fabiola de Bélgica, a quien le encantaba sentarse en un trono en el bar Antonio "para que los visitantes le fotografiaran con su monóculo, el bastón y su pelo engominado". Tenía tanta jeta que durante un festival taurino en la plaza de toros de Nueva Andalucía los beneficios se los quedó él, según explica la web de la Real Academia de la Historia: "De lo que a mí me pertenece voy a entregar un regalo a los pobres de Marbella y el resto para otro pobre que se llama Jaime de Mora". Era tan divertido que se lo perdonaban todo. No se perdía ni un sarao, especialmente, los que organizaba en los ochenta Adnan Khashoggi, que a bordo de su yate Nabila, cuyo nombre estaba fabricado en oro macizo, donde se celebraban las mejores fiestas. Legendario es el posado de Elizabeth Taylor con pantalones de cuero negro en pleno verano. Y sus veladas en su mansión Al-Baraka, cuyo terreno en la actualidad es la urbanización de maga lujo La Zagaleta, fueron legendarias. Rappel recuerda que “en una de sus fiestas de cumpleaños en cada trozo de tarta los invitados se encontraban con alguna joya como un brillante, una esmeralda, una perla…”.

Otro ínsigne árabe al que esperaban como agua de mayo todos los marbellíes fue el rey Fahd "a quien Juan Carlos I siempre visitaba en su palacio que era una réplica exacta a la Casa Blanca", explica Jaime Peñafiel (91). Su llegada provocaba largas colas de gente que esperan a las puertas de su propiedad en busca de trabajo ya que el promedio de los salarios era de 3.000 euros mensuales. Tal era su fortuna que el difunto monarca y su séquito gastaban 6 millones de euros diarios. Falleció en 2005.

El rey Fahd en uno de sus veranos en Marbella en 2002.

El rey Fahd en uno de sus veranos en Marbella en 2002.

En la actualidad, Marbella vive de los recuerdos. Sí, están los nuevos ricos, ostentosos, vulgares. Y sí, Gunilla aún recala en la Costa del Sol, aunque pasa menos tiempo porque la mayoría de sus amigos han fallecido o prefieren otros lugares. "Esto ya no es lo que era. Lo que yo viví fue algo increíble. Momentos irrepetibles".