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Joaquín Sabina, a sus 76 años, sigue siendo un torrente de creatividad, humor y energía, y quizá el verdadero secreto de su diosa juventud radica en aceptar el paso del tiempo con gracia, cuidarse sin renunciar a uno mismo y, claro, conservar ese chisporroteo que pocas estrellas alcanzan.

Después de haber vivido intensamente, no ocultó que en su momento fue "un superviviente", Sabina transitó hacia una vida más consciente, sin dejar de lado su esencia bohemia, su curiosidad infinita y ese pulso vital que se cuela en cada canción.

El cantautor reconoció que el accidente cerebrovascular que sufrió marcó un antes y un después: pasó de la juerga y los excesos a preguntarse cómo quería continuar.

Y fue entonces cuando empezó a cuidar detalles: la alimentación, el descanso, el humor, el movimiento, sí, pero sobre todo el ánimo de seguir escribiendo y cantando, porque mantenerse "joven" para él significa no quedarse quieto.

En una divertida entrevista en El Hormiguero, cuando le preguntaron si bebía los dos litros de agua diarios que recomiendan, respondió con ironía: "Bueno, parece que es igual si los dos litros son de tequila o de whisky".

"Eso es una cosa que me dijo el médico que le di un abrazo. O sea, bebo por prescripción facultativa", bromeó el cantautor con Pablo Motos.

Esa anecdótica confesión resume más que una broma: es la mezcla de conciencia y autenticidad que define su estilo de vida.

Es cierto que el cuerpo ya no es el de hace treinta años, ni lo pretende, pero Sabina lo abraza. No busca volver atrás: busca reinventarse, sacar partido de la historia, de los golpes, de las pérdidas.

Esa actitud es lo que realmente le mantiene fresco: esa risa socarrona, ese verso que aparece en el momento justo, esa voluntad de seguir haciendo lo que le gusta.

Porque cuidarse no es una lista de imposiciones, sino una forma de honrar quienes fuimos, quienes somos y quienes queremos seguir siendo.

Cuidar la mente, tener una rutina de movimiento moderado, evitar lo que daña sin dejar de vivir: esto es lo que transmite su ejemplo sin decir demasiado.

La rutina de Sabina

Hay días de paseo por la ciudad, de guitarra en mano, de conversación larga, de risas inesperadas. No todo es gimnasio rígido o dieta estricta: hay lugar para el vino, la canción, el chiste y la vida compartida.

Y es que cuando Sabina dice que ha vivido porque no sabía cómo estar vivo antes, lo hace con esa mezcla de humildad y orgullo que engendra cercanía: "No sé ni cómo estoy vivo".

Sabina se encuentra precisamente en la recta final de su carrera en los escenarios, con su gira de despedida titulada Hola y Adiós, que dio comienzo este año y concluirá esta noche en su último concierto en Madrid.

Así, Sabina mantiene la frescura porque cada amanecer le parece motivo para escribir una línea más, cada paseo se convierte en una letra posible, cada café con amigos en un escenario improvisado.

En definitiva, Sabina nos enseña que la juventud no es un número sino una actitud, que cuidarse no significa renunciar sino redirigir, que la vida puede tener 2 litros de agua... o lo que uno quiera mientras siga brindando.

Y si un día decide que esos dos litros sean de whisky, los tomará con la misma sonrisa de siempre.