David Bustamante, antes de ser uno de los artistas más conocidos de España, tuvo una etapa marcada por el esfuerzo y el trabajo duro en la construcción.
Nacido en San Vicente de la Barquera (Cantabria), Bustamante nunca ha ocultado que su vida no siempre estuvo llena de fama y luces; de hecho, sus primeros años laborales los pasó entre ladrillos y cemento, trabajando como albañil junto a su padre y su tío.
El artista comenzó en la obra siendo apenas un adolescente, desde los 14 hasta los 19 años, una época que él mismo ha descrito como fundamental para entender el valor del sacrificio.
"Se pasa frío, calor, duelen las manos y la espalda. Esa fue mi mili", confesó el cantante en una entrevista, dejando claro que este oficio fue una verdadera escuela de vida.
Para Bustamante, el trabajo de albañil representó tanto esfuerzo físico como mental, una experiencia que, asegura, no olvida.
"Sin ningún problema, sabría a día de hoy poner un tabique. Los materiales han cambiado, pero eso no se olvida", ha llegado a declarar.
Las dificultades eran muchas y el trabajo exigente. Las jornadas comenzaban temprano y terminaban tarde, con frío en invierno y calor en verano.
"A la gente le cuesta trabajar en ese tipo de oficios", reconocía el artista, mostrando respeto por quienes siguen en la construcción.
La dureza del día a día compensaba con pequeñas cosas: "Me apañaba con la paga del fin de semana", recuerda, dejando entrever la sencillez con la que afrontaba la vida en ese entonces.
En cuanto a ingresos, Bustamante recibió un sueldo de 80.000 pesetas al mes, lo que equivale a unos 480 euros actuales, una cantidad nada despreciable para un joven de su edad, pero que él destinaba casi íntegramente a su familia.
"El salario lo entregaba sin falta a mi madre", explica, subrayando la importancia de la unidad familiar y el apoyo mutuo.
Esta generosidad se vio recompensada años después, cuando al cumplir 18, su madre le devolvió el dinero ahorrado, lo suficiente para dar la entrada a un piso.
Bustamante lo recuerda como un gesto que resume el sacrificio y la solidaridad cotidiana de muchas familias de trabajadores.
La etapa en la obra también le dejó anécdotas curiosas, como construir un hotel en su pueblo poco antes de un concierto de Sergio Dalma: "Tuve que meter muchas horas para construir un hotel porque venía un gran artista que hoy en día es mi amigo, Sergio Dalma".
"Le dije que ojalá algún día fuera como él porque le admiraba mucho", relató Bustamante. Lo más sorprendente llegó el verano siguiente, cuando como cantante consiguió reunir 22.000 personas en el mismo campo de fútbol donde había trabajado como albañil.
El pasado de Bustamante
"Al verano siguiente tenía 22.000 personas en ese campo de fútbol... así que ojo con lo que deseas", rememoró entre risas.
Las vivencias de David Bustamante como albañil, lejos de querer olvidarlas, las pone en valor y asegura: "Siempre he sentido respeto por este oficio y por las personas que siguen en él".
"Mi origen lo llevo muy presente y nunca se debe perder la humildad", añadió. Así, su historia muestra que detrás del éxito hay esfuerzo, sacrificio y muchas lecciones aprendidas a pie de obra.
