Enrique Arias Vega

Enrique Arias Vega

Opinión

Hipocresía y abusos sexuales

23 enero, 2018 11:49

Resulta que todo el mundo conocía los abusos sexuales del productor de Hollywood Harvey Weinstein y callaba. Ahora, una vez hecha pública su continuada perversión y sus repetidos ataques a actrices y aspirantes a serlo, la lista de denunciantes se ha hecho enorme. ¿Dónde estaban éstos y por qué callaban mientras el depredador sexual seguía cometiendo sus crímenes?

Ahí radica la impunidad y la reiteración de la violencia machista: en el silencio cómplice y encubridor de muchos ciudadanos cobardes y amedrentados que conocían esos delitos.

Ahora, de repente, se ha levantado la veda y todos se apuntan a ser tan justicieros como el que más. Grandes carreras, como la del oscarizado Kevin Spacey, se han ido al traste por su depravada conducta, y míticos personajes como Woody Allen están ya estigmatizados por sus colegas del mundo del espectáculo.

Lo mismo acaba de suceder en el deporte. En el juicio en el que se arriesga a cadena perpetua Larry Nassar, médico de la gimnasia olímpica norteamericana, se han podido probar veinte años continuos, veinte, de gravísimos abusos sobre adolescentes que habían sido confiadas a su cuidado. ¿Nadie supo nada durante tanto tiempo?

La lista de casos y de lugares donde semejantes hechos suceden con el conocimiento de gente que mira hacia otro lugar es enorme. No hace mucho tiempo, se reveló que el fallecido presentador de la BBC británica Jimmy Savile había maltratado sexualmente durante veinte años de más de doscientos niños participantes en sus programas. Lo peor es que pese a las frecuentes sospechas nadie quiso comprobar los hechos ni presentar denuncia alguna.

Por eso no desaparecen las violaciones y otras agresiones sexuales. No por falta de manifestaciones. No por ausencia de programas sociales al respecto. No por ignorancia ciudadana. No por carencia de leyes. No por escasez de campañas informativas,… sino por la hipocresía cobarde de tanta gente que dice estar en contra de ellas pero mira hacia otra parte para no meterse en líos o porque nunca se sabe qué pasa realmente o porque qué dirán.

Hacia esta gente deberían ir las campañas de concienciación y no hacia unos violadores que, obviamente, siempre harán caso omiso de ellas.