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Opinión

Nuevo PSOE o la hoguera de las vanidades

23 mayo, 2017 20:57

Tras la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, muchos temen la noche de los cuchillos largos, muchos observan la victoria de un iluminado extremista, todos ven el triunfo de la radicalidad y la debacle de la socialdemocracia en España, pero yo lo que vi era un equipo absolutamente nuevo sin ningún rostro, bueno o malo,  del pasado, y al frente un personaje que ha conducido al anterior PSOE a las más bajas cotas de votación y lo dirigía a la fusión, más o menos oculta, con el sector menos radical de Podemos.

En cualquier caso, con mayor o menor acierto, la fotografía que se veía era la de una regeneración del aparato y del partido que se patentizaba en la afirmación del “nuevo PSOE”.

Este cambio en el panorama partitocrático de España, aunado con la falta de refundación del PP, a la que está obligado por la corrupción que se ha desarrollado en el seno del actual partido de gobierno, la incapacidad de Ciudadanos de captar cuadros solventes y crear una estructura sólida que le permita presentarse al electorado como un  partido de gobierno y no simple bisagra inconsistente, y la anulación en Podemos de los menos radicales y la militarización radical Leninista, bien aderezado por una deriva nacionalista secesionista retroalimentada por unas autonomías desmadradas y carentes de solvencia intelectual que han servido más para el latrocinio que para la solución de problemas a los ciudadanos, provoca que todos se encuentren con el pie cambiado y nos veamos, pisando el acelerador, ante unas más que previsibles elecciones generales que pongan nerviosos a los mangarranas que habían pillado cacho y lo ven peligrar, y la pléyade de “putillas y chaperines” que,  pululando los partidos, buscan colocarse para verse unos segundos en la foto.

De este modo, el PSOE considera haber cumplido un ciclo y haber practicado la refundación del partido anulando el pasado, enterrando a los caídos que le dieron gloria y esplendor, lapidando a las meretrices que pudieran haberle comido la tostada al futuro y abriendo un período nuevo, con gente nueva, caras nuevas y cabeza ya vieja y conocida que le dará un nuevo rumbo. Ya veremos si para bien o para mal, a mí personalmente, no me gusta como caza la perrina.

Al final, la egolatría de Sánchez provocará una redefinición del esquema político diseñado tras las últimas elecciones, que coge desprevenidos a los demás que verán cómo han de acelerar el paso o se encontrarán avocados a posiciones y planteamientos muy difíciles de aceptar y, todo ello, en un magma de mierda en el que nadan sin pudor los constructores de la nada y los detritus ladinos.