En el primer programa de MasterChef, Tuki explicó a Pepe Rodríguez (y a toda la audiencia) que es una persona no binaria, esto es, que no se identifica como hombre ni como mujer. “¿Se podría decir que ni chica ni chico? ¿Se podía decir chique, que a veces se dice...?”, le preguntó en el casting final Rodríguez, no sin cierta indiscreción. “O ambos... Chiqui, chique, como te guste”, respondía al juez, que también quiso saber si por su identidad de género se había sometido a algún “cambio físico”. “Mentalmente sí, tenía disforia y me hice la masectomía”, explicó entonces Tuki, dando el tema por zanjado.

Esa misma noche, cuando se convirtió en concursante de pleno derecho, la web de RTVE arrojó más luz sobre este participante, aclarando entonces que era no binaria. “Tuvo una infancia feliz pero al mismo tiempo “algo impostada” porque no iba en consonancia con lo que llevaba por dentro”, escribían, y puntualizaban la buena relación con su madre.

En la entrega de este domingo, Tuki volvió a coger peso durante la prueba por equipos. Estaba cocinando codo a codo con Camino cuando esta dijo: “No me has contado del todo bien cómo fue tu transición”. Tuki entonces narró cómoA los 27 dije que no podía más, ya tenía que salir de ahí”, narraba a su compañera del equipo azul. “Mi infancia fue muy marimacho, muy todo de chico

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Lo dejé con mi ex y...”, seguía narrando. Camino le preguntaba que qué pensaba en su infancia, y Tuki reconoció que durante la adolescencia creyó que tenía que “encajar en un molde” y gustar a los chicos “y hacer ese paripé que no me identifica nada”. Hasta que hace tres años aceptó quién era, y entendió que no se identificaba “como hombre ni como mujer, sino como persona no binaria. Los roles de hombres y mujeres se me quedan ya... uff”, suspiraba.

Lo interesante de este momento es que Tuki reconoció que una serie de televisión fue la que le abrió los ojos para descubrir quién era: Good Girls, disponible en España a través del catálogo de Netflix. “A un niño de televisión le pasó, dijo no soy tu hija, soy tu hijo, y me ‘focó’ la mente y no dejé de pensar en eso y de pensar que ojalá fuese yo esa persona”, le relataba con ilusión a Camino. Tuki siguió narrando cómo en casa costó al principio que dejasen de utilizar su nombre de nacimiento, pero nada más. “Al año me hice una mastectomía y fue liberador. Cuando dije en el trabajo y la familia no me siento mujer fue genial y la operación fue la guinda y se quedó como el día más feliz de mi vida”.

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Este diálogo pone de manifiesto cómo es de importante tener referentes en televisión. Una persona de 27 años se vio reflejada en el personaje de un niño, y gracias a que ese niño dijo que era trans, Tuki pudo darse cuenta de que había cosas que debía cambiar en su propia vida para encontrar la felicidad.

Sucedió en el capítulo 8 de la segunda temporada de Good Girls. El personaje de Sadie acaba de tener un hermano por parte de padre, y su madre le dice que es un niño. Entonces él aprovecha para decir que él también lo es. Annie, interpretada por Mae Whitman, le abraza entonces y le responde: “Siempre quise un niño”. A partir de entonces, el personaje pasó a llamarse Ben. Una tierna historia que además encaja con la vida real del actor que interpreta a Ben, Isaiah Stannard, quien hizo su transición durante el transcurso de la ficción.

Por relatos como el de Tuki queda patente que es importante ver a personas que se salgan de lo cisheteronormativo en televisión, ya sea en programas o en series. Que cuenten sus historias, que ayuden a normalizar a aquel que está en su casa pasando por un calvario al que quizá no sabe ponerle una etiqueta. Por eso hay que cuidar tanto todo lo que se dice y hace en televisión en lo referido a orientaciones sexuales o identidades de género, sin cruzar líneas que puedan legitimar a otros que también las crucen. Porque se puede hacer mucho bien al que está en casa. La televisión te puede cambiar la vida, sin necesidad de ganar el bote de Pasapalabra. Y si no, que se lo digan a Tuki.