Opinión El merodeador

Merodeos

8 octubre, 2016 02:08

Si el PSC se rebela, el PSOE debe ser firme

El anuncio de Miquel Iceta de que, llegado el caso, los socialistas catalanes votarán 'no' a la investidura de Rajoy supone un desafío al PSOE, ya que equivale a decir que no acatarán la disciplina de voto ni siquiera en el caso de que el Comité Federal se pronunciara a favor de la abstención.

Es verdad que tras su ya famoso mitin en Gavá, en el que hasta invocó a Dios para animar a Pedro Sánchez a cerrarle el paso a Rajoy, al líder del PSC le resultaría embarazoso explicar su cambio de posición. Pero también lo fácil, en este caso, es mantenerse firme a costa de dejar en evidencia al partido.

Son contadas las ocasiones en las que se el PSOE se ha dividido a la hora de votar en el Parlamento, y de hecho ha sido tradición en el partido la apelación a "la mayoría de cemento" como expresión de solidez y de compromiso.

La última vez que se rompió la disciplina fue en 2013, cuando los diputados del PSC -entonces dirigidos por Pere Navarro- votaron 'sí' a una moción a favor del derecho a decidir. Pero ni siquiera en momentos muy complicados, como los años del crimen de Estado y la corrupción, hubo deserción de votos. Habría que remontarse a finales de los 80 para encontrar otra rebelión interna: entonces la protagonizaron Nicolás Redondo y Antón Sarazíbar, con su oposición al plan de empleo juvenil.

Las palabras de Iceta ponen en un compromiso al presidente de la gestora, Javier Fernández, quien días atrás aseguró que el PSOE es un partido serio y que, fuera cual fuera la decisión sobre la investidura, todos los diputados votarían lo mismo.

Está muy bien que Iceta trate de salvaguardar su coherencia, pero el PSOE también está en su derecho de hacer valer la suya. Por eso, si finalmente se diera la circunstancia de que los socialistas catalanes votaran de forma diferente al resto de sus compañeros, el PSOE debería plantearse muy seriamente si ha llegado el momento de desmarcarse del PSC y presentarse con su propia marca en Cataluña. Lo mismo hasta Iceta les habría hecho un favor.

Una paliza que tendría que haberse evitado

La paliza que una niña de ocho años ha recibido en un colegio de Palma de Mallorca a manos de una docena de chavales es una salvajada, pero que ningún profesor ni responsable del centro estuviera cerca para impedirlo es una gravísima imprudencia. En horario escolar, los menores deben estar siempre custodiados en previsión de accidentes o de sucesos como éste.

Todo indica que ha habido una grave negligencia por parte del centro, pues tras la brutal agresión ni siquiera se avisó inmediatamente a los padres, y la niña siguió dando clase con normalidad hasta concluir el horario.

El colegio Anselm Turmeda tendrá ahora que explicar por qué nadie evitó la agresión, más aún por cuanto la niña sufría un acoso continuado, según ha denunciado su hermana. De ser esto así, habrá que averiguar por qué no se activaron tampoco los protocolos establecidos para responder a este tipo de casos.

El asunto deja en evidencia incluso a la Consejería de Educación balear, que acaba de implantar este curso un protocolo contra el acoso escolar considerado pionero. A la vista está que hace agua.

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