La sentencia del caso Madrid Arena pone fin a un juicio que ha conmocionado a la sociedad española. La fatídica noche del 1 de noviembre de 2012 cinco muchachas murieron aplastadas por una avalancha en una sala de fiestas de la capital. Un cúmulo de negligencias inadmisibles en materia de seguridad acabaron causando una tragedia que nunca debió producirse.

La Justicia ha condenado a cuatro años de prisión al promotor de la fiesta, Miguel Ángel Flores, por cinco homicidios imprudentes, y ha impuesto penas de entre tres años y dos años y medio a sus subordinados. La sentencia coincide con lo solicitado por la Fiscalía y es la máxima aplicable en dichas circunstancias, por más que a una parte de la opinión pública pueda parecerle que estas muertes salieron baratas a los culpables.

Lógicamente, el  Ayuntamiento de Madrid ha sido declarado responsable civil subsidiario, pues es responsable en la medida en que no hizo nada pese a que los técnicos ya habían advertido que el Madrid Arena presentaba deficiencias en materia de seguridad anti-incendios. Lo grave y escandaloso es que, a día de hoy, estas anomalías no se hayan resuelto y la sala de fiestas sigue operativa para organizar eventos, lo que la convierte evidentemente en un lugar de riesgo potencial.

Queda demostrado que el afán desmedido de lucro de unos desaprensivos se convirtió en un atrampa mortal. Aunque la Justicia haya sido contundente, el caso Madrid Arena debería sentar un precedente para que las administraciones sean mucho más rigurosas en el control de las medidas de seguridad de los locales de ocio.