Felipe VI y Mariano Rajoy el pasado jueves durante la ronda de contactos del monarca.

Felipe VI y Mariano Rajoy el pasado jueves durante la ronda de contactos del monarca. Efe

Las preguntas de la semana

Que Rajoy sea presidente de una vez ¿y desfile en ataúd en 2017?

31 julio, 2016 02:41

Sí. Lo uno y lo otro. Los lectores que tengan el buen gusto de informarse a través de EL ESPAÑOL disfrutarían este sábado con un magnífico reportaje publicado en estas páginas, titulado 'Del ataúd al bar: el desfile de los muertos vivientes en la patria chica de Rajoy'. Firmado por Noemí López Trujillo y Mónica Ferreirós, se contaba cómo todos los 29 de julio se celebra en el pueblo pontevedrés de As Neves (Nieves) una procesión en la que, al menos, cinco “ofrecidos” pagan por desfilar dentro de unos féretros en agradecimiento por haberse salvado de la muerte gracias a la intercesión de Santa Marta, patrona del pueblo, quien en tiempos de Jesucristo consiguió rescatar de la muerte a su hermano Lázaro.

Si los españoles conseguimos sobrevivir al caos en el que estamos sumidos por culpa de los políticos, el año que viene deberíamos procesar todos en ataúdes, los 40 millones de habitantes del país, al habernos salvado de la ciénaga nacional. Pero como ni habría cajas de pino suficientes ni la hilera cabría en la península, que lo hagan los responsables del desaguisado: Mariano Rajoy, encabezando la procesión, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera y, de convidado de piedra, Felipe VI como jefe de Estado. En la sacristía de As Neves esperan religiosamente los cinco féretros.

De entre todos, quien no debería faltar a la cita de As Neves es el pontevedrés Mariano Rajoy si finalmente revalida la presidencia del Gobierno y no muere en el intento, como realmente se merecería. Es la contradicción insuperable en la que España se encuentra políticamente. En la misma persona confluyen todos estos atributos: 1) Presidente en funciones durante más de nueve meses; 2) Candidato ganador por dos veces en las elecciones el 20 de diciembre de 2015 y el 26 de junio de 2016; 3) El hombre que no debía haber encabezado la lista del PP, partido mayoritario, por los interminables casos de corrupción habidos en esta formación siendo él presidente; 4) El dirigente que ha chuleado al jefe de Estado en los dos procesos de investidura poselectorales; y 5) El político señalado por la corrupción que volvería a ser candidato si hay unas terceras elecciones y que las ganaría pese a él. Cinco verdades como los cinco ataúdes de As Neves.

Durante la procesión sólo salen cinco féretros. El sexto lo alquiló una anciana para poder participar.

Durante la procesión sólo salen cinco féretros. El sexto lo alquiló una anciana para poder participar. Mónica Ferreirós

Recordaba el filósofo Javier Gomá hace unos días la distinción que hacía Kant entre lo que es dignidad y lo que no es dignidad. Aquello que tiene precio, que puede ser sustituido por algo equivalente, no cabe enclasarlo dentro de la categoría de la dignidad. Lo que trasciende a todo precio y no admite nada equivalente, eso es la dignidad.

Rajoy ha puesto precio a su continuidad política sin importarle ni Bárcenas ni Gúrtel ni Rita la cantaora. Antes de dejar paso a otro dentro de su partido, está dispuesto a provocar unas terceras elecciones si no suma a sus 137 diputados el apoyo o la abstención de los 32 parlamentarios de Ciudadanos y una parte de los 85 parlamentarios del PSOE. Rajoy carece de dignidad.

Si la política fuera un juego de Pokémon Go sería impagable poseer una aplicación que identificara a los 7.903.928 votantes del PP del 26-J y así cazarlos con nuestros smartphones para preguntarles cuántos votaron a este partido pese a ser Rajoy el candidato indiscutido. Indiscutido, no indiscutible, porque conviene recordar que el PP debería haber convocado en febrero de 2016 un congreso nacional del partido para elegir al presidente candidato en unas nuevas elecciones. Como no hubo congreso, no hubo discusión. Ser indiscutible también tiene un precio en el partido: la democracia interna. El precio de la indignidad.

La aplicación política del Pokémon Go también serviría para localizar a los 3.122.853 votantes de Ciudadanos el 26 de junio para hacerles una pregunta: llegado al punto en el que nos encontramos, con la espada de Damocles de unas terceras elecciones, ¿cree usted que su voto debería servir para evitar el naufragio político, aunque sea a costa de apoyar a Mariano Rajoy? Indigno en el sentido kantiano. Ganaría el sí entre los votantes de Ciudadanos. En menor medida, algo parecido sucedería  entre los 5.423.644 votantes del PSOE.

Una imagen tomada el pasado 26 de junio, día de las elecciones generales.

Una imagen tomada el pasado 26 de junio, día de las elecciones generales. Efe

Porque llegado a este punto de desgobierno, angustioso para la mayoría de los españoles, ya no estamos hablando de tener un presidente digno o indigno como Rajoy, sino del futuro inmediato de España, con tantos compromisos nacionales e internacionales pendientes. Pongamos algunos ejemplos. A principios de otoño el país debería tener unos Presupuestos Generales del Estado aprobados para seguir funcionando como nación. A mediados de octubre España ha de presentar en Bruselas un plan de ajuste para reducir el déficit y evitar así sanciones y nuevas complicaciones económicas. También está el desafío del secesionismo catalán, que aumenta de manera directamente proporcional a desunión de los partidos constitucionales; por cierto, los independentistas preparan para el próximo 11 de septiembre una Diada dirigida a la comunidad internacional, con el mensaje mientras España no tiene gobierno, nosotros sí lo tenemos y sabemos lo que queremos. En este escenario de compromisos y amenazas para España, no debemos olvidar el terrorismo. ¿Qué sucedería si, como no es descartable, se produjera un atentado yihadista en nuestro país, con un gobierno en funciones,  los grandes partidos peleados, la mirada puesta en unas nuevas elecciones y con un jefe de Estado descapitalizado por la actitud egoísta de unos líderes que no lo serían ni en el patio del recreo?

Mariano Rajoy -Yo o el caos y Yo, el caos en una misma persona-, debe ser elegido Presidente del Gobierno de una vez para salir del maldito dédalo en que España está atrapada. Si es necesario, ya se le pasará factura al PP en las siguientes elecciones, dentro de unos años. El presidente del Gobierno en funciones se ha portado como un maltratador de género político. Ha dicho: la presidencia o es mía o no es de nadie. Pues así tendrá que ser aunque para muchos equivalga a encargar al Nani la vigilancia de una joyería, la Dirección General de Seguridad al infractor en silla de ruedas que conducía a 250 kilómetros por hora, el sistema de control antidoping a Lance Amstrong o al Papa Francisco la portería de un lupanar. Será como sea, pero Rajoy, con legitimidad de los 137 diputados de su partido y los casi 8 millones de votos, tiene que ser presidente del Gobierno ya. Y, si lo consigue, desfilar el año próximo en la procesión de ataúdes de As Neves.

¿Canciones para el verano?

Sí. Este largo verano de 2016 que nos espera debemos escuchar los boleros escritos por el cubano Osvaldo Farrés, huido a Estados Unidos al llegar al poder Fidel Castro. Osvaldo fue el autor de canciones inolvidables como No me vayas a engañar, Quizás, quizás, quizás o No, no y no, esta última escrita para Pedro Sánchez antes de que el líder del PSOE hubiera nacido. “Siempre que te pregunto, que cuándo, cómo y dónde, tú siempre me respondes quizás, quizás, quizás, así pasan los días y yo desesperando y tú contestando quizás, quizás, quizás”. Le dice Felipe VI a Mariano parafraseando la letra de Farrés. “No me vayas a engañar, di la verdad, di lo justo, a lo mejor yo te gusto y, quizás, es bien para los dos”, le cantará el miércoles Rajoy a Albert Rivera. Si hay terceras elecciones, sustituyan las bandas de los partidos por estos boleros para saber todos a qué atenernos.    

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