Últimamente he leído varios informes y datos interesantes sobre deforestación, sobre la década oceánica (auspiciada por la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). 

Lamentablemente, cada vez vemos más noticias poniendo en duda las inversiones en temas relacionados con ESG. Noticias que a su vez destacan el incremento del presupuesto de los Ministerios de Defensa de muchos países de todo el mundo. Entre los cuales podemos incluir a la mayoría de los miembros de la Unión Europea. En este punto creo que no debemos confundir que se priorice lo más urgente en el corto plazo, con que se ignoren los criterios ESG.

Empezaré por comentar que la pérdida de bosques tropicales en 2023 se ha ralentizado. Según un informe de Global Forest Watch la pérdida de bosques tropicales disminuyó en 2023, lo cuál no quita que los bosques del mundo sigan bajo una elevada presión. El documento nos indica que la pérdida de bosques primarios (los que no han sido tocados por los humanos) en los trópicos cayó un nueve por ciento el año pasado en comparación con 2022.  Por contra, se estima que el mundo perdió unos treinta y siete mil kilómetros cuadrados de bosque primario tropical en 2023. Como es difícil hacernos idea de estas magnitudes, comentaré que estamos hablando de un área casi tan grande como Suiza.

Si pienso en España, pienso en los bosques, pero también pienso en que somos un país con siete mil novecientos cinco kilómetros de costa. Si no me enfoco solo en nuestra costa, sino en los océanos en general, también encontramos datos preocupantes, como que según datos del World Economic Forum el quince por ciento del pescado y marisco de nuestra cadena alimenticia se desperdicia. De hecho, nos indican que las mayores fuentes de pérdida y desperdicio de alimentos son el procesamiento en tierra y los descartes de la pesca salvaje.  Como nos recuerdan desde la Década de los Océanos: “El océano no es sólo la cuna de la vida, sino que también contiene las claves para un futuro equitativo y sostenible”.

Coincido totalmente con ellos en la idea de que ha llegado el momento de abordar cuestiones clave. Por desgracia cuestiones geopolíticas y las guerras focalizadas que estamos viviendo actualmente hacen que tengamos que replantearnos las prioridades. 

He participado en varios debates sobre la potencial III Guerra Mundial en los últimos tiempos y he llegado a la conclusión de que, probablemente, ya estemos en ella desde hace un tiempo, aunque se libre de una manera distinta a las anteriores. Es posible que la geopolítica, la ciberguerra y las guerras muy localizadas sean sus ingredientes principales, pero también es posible que mi percepción sea errada. 

De hecho, he oído a historiadores decir que estamos en un periodo de pre-guerra y que es posible que la guerra se desencadene en los próximos 20 años. Otros opinan que todas las grandes guerras han ocurrido porque hubo un cambio de poderes en el mundo y que ahora estamos en uno donde Rusia va perdiendo peso y China lo gana de manera evidente. Por otro lado, también he oído a otros historiadores comentar que una Guerra Mundial es imposible hoy en día porque al final llegaríamos a las bombas nucleares, lo cuál significa destrucción masiva y, por ende, el fin de la humanidad. 

No soy historiador y sé que los humanos somos los únicos animales capaces de tropezar con la misma piedra varias veces. Sólo espero que entendamos que nos jugamos la vida, la supervivencia de nuestra especie. De hecho, no tengo claro si nuestra sociedad está anestesiada o insensibilizada, pero si que tengo claro que la geopolítica es la que manda y que ahora mismo la tecnología para uso militar se ha convertido en una prioridad mayor que para la transición dual.