Casi 200 trabajadores humanitarios han fallecido en seis meses en el marco de la guerra entre Israel y Hamás en Gaza. Allí, la ayuda humanitaria resulta imprescindible para la supervivencia de la población gazatí. Quienes aún resisten, se encuentran con numerosas limitaciones, y optimizar su trabajo es clave para salvar vidas.

Este, apoyar las labores del personal humanitario en zonas de conflicto, es uno de los objetivos de la Frontier Data Network (FDN) de UNICEF. La iniciativa pretende servir como fuerza transformadora en el sector. Busca crear y conectar nuevos datos, tecnología y talento para generar soluciones y capacidades en áreas críticas para la infancia más vulnerable.

La FDN conecta a más de 300 empleados de UNICEF en más de 60 países, y a estos con investigadores de más de 10 universidades distintas, además de colaboraciones con más de 30 entidades del sector privado. Cuenta con tres oficinas regionales y una global, que facilita -junto con el sector privado- el desarrollo y acceso a tecnologías de datos geoespaciales, inteligencia artificial y big data.

La Frontier Data Network se presentó durante el Mobile World Congress (MWC) en Barcelona este 2024, en un panel organizado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. No es casualidad, pues AECID, es la primera agencia de este tipo que apoya la FDN a nivel global.

AECID, primera en sumarse

El propio encuentro fue un hito para AECID, que por primera vez en la historia participó en el macrocongreso tecnológico. Su presencia allí lanzó un mensaje al mundo: es hora de transformar las organizaciones dedicadas al desarrollo y el trabajo humanitario a través de la digitalización; es hora de cerrar la brecha digital para que las poblaciones más vulnerables puedan, también, beneficiarse de la tecnología punta y los datos.

"Necesitamos desesperadamente lo mejor de todos: lo mejor de la tecnología, de la innovación y de la experiencia que tenemos a nuestro alrededor", aseguró José María Vera, director ejecutivo de UNICEF España, que abrió sesión.

Ahí es donde los datos juegan un papel crucial. "Estamos uniendo dos mundos: el de los derechos de los niños y las necesidades humanas, y el de la tecnología como herramienta para afianzarlos". Algo así vino a decir Antón Leis, director general de AECID: "Creo que, como actores humanitarios y de desarrollo, nuestro papel es colaborar con el sector tecnológico".

"En realidad, también somos frikis, frikis del desarrollo, así que es hora de hacer que ambas comunidades comiencen a hablar entre sí", añadió Leis. "Escucho mucha gente en el MWC que quiere cambiar el mundo. Cambiar el mundo es a lo que nos dedicamos también nosotros (…) Por eso mismo necesitamos unir fuerzas", señaló.

El director general de AECID enumera tres razones principales por las que la digitalización "es muy importante" para la agencia. La primera es "dar forma a un futuro digital democrático que respete la privacidad y ponga los derechos humanos por delante: una digitalización sostenible, inclusiva y centrada en las personas para una transición digital justa".

La segunda es aumentar el acceso. "Queremos asegurarnos de que todos se beneficien de la digitalización, incluidos los más vulnerables, que suelen ser los niños", sostiene Leis. Dos tercios de la población infantil escolar a nivel mundial no tiene acceso a internet. "Necesitamos llegar a ellos, y por eso trabajamos con UNICEF tanto en la Frontier Data Network como en Giga. Financiar esta transición digital es absolutamente crucial para garantizar que todos tengan acceso a las promesas de la digitalización".

La tercera razón es que las tecnologías digitales no sólo operan en el mundo virtual, sino que son también un acelerador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el mundo analógico, "como vemos a través de proyectos apoyados por la FDN, ya sea para localizar a los niños que no fueron vacunados durante la pandemia o para predecir eventos climáticos adversos".

"Podemos ver dónde van a ocurrir estos eventos y actuar antes de que se conviertan en una carga para el sector humanitario", aseguró Leis. Las necesidades humanitarias del mundo son -dice el director de AECID- abrumadoras.

"Miramos a Palestina, a Ucrania… Tratamos de acabar con estos conflictos y de prevenir otros en el futuro, también a través de nuestra política exterior".

"Por todas estas razones necesitamos tener un sistema de cooperación para el desarrollo más digital”, enfatiza Leis. ¿Puede el ecosistema de tecnología de datos de España desempeñar un papel importante en esto? “Creo que puede. Quizás debería”, responde. De ahí su apoyo a la FDN y a otros programas de UNICEF.

Aquí y ahora

Por su parte, la directora ejecutiva adjunta de UNICEF Kitty Van Der Heijden lo tiene claro: "Sin digitalización no hay datos ni desarrollo, y en el espacio humanitario hablamos de salvar vidas. Es aquí y ahora".

Van Der Heijden recuerda cuando, 30 años atrás, trabajaba en ayuda humanitaria sobre terreno, en una situación muy diferente. "Teníamos que caminar durante días para llegar a la montaña donde había ocurrido un terremoto, buscar qué infraestructuras estaban aún en pie, cuántos niños necesitados había… y luego deshacer lo andado para regresar y enviar un fax para informar de las necesidades: lonas, agua potable, alimentos…".

Ahora este trabajo pueden hacerlo con imágenes satelitales, combinadas con estudios y encuestas rápidas en el terreno y redes sociales. "Gracias a nuestro trabajo con el sector privado a través de la FDN, podemos ver qué escuelas están dañadas, qué instalaciones de salud siguen en pie o qué instalaciones de agua potable aún funcionan", señala la directiva de UNICEF.

El objetivo es llevar suministros a las personas que lo necesitan en el momento y lugar precisos, como aseguran haber hecho ya en Gaza o en Ucrania, entre otros. Van Der Heijden señala que las necesidades crecen exponencialmente. El año pasado -apunta- estuvieron involucrados en 414 situaciones de crisis en 128 países. Este 2024, esperan que haya 300 millones de personas que necesiten ayuda humanitaria, una cifra más de tres veces superior a la de 2015.

"Por eso necesitamos ampliar rápidamente el acceso a los datos. Y por eso estamos tan increíblemente agradecidos con el gobierno de España por trabajar con nosotros en la FDN. Sin la asociación con el sector privado y la academia, no podemos acceder e interpretar esos datos, trabajar con ellos y conectarlos con las decisiones programáticas correctas. Sin este apoyo español, más niños estarían muriendo", afirma la directiva de UNICEF.

¿Cuál es el mayor desafío en este sentido? Disponer de información a tiempo, o incluso antes de que los hechos sucedan, responde Van Der Heijden. "Con imágenes satelitales, datos geoespaciales e inteligencia artificial podríamos predecir inundaciones o sequías y adelantarnos a ellas", sostiene.

Otros ejemplos concretos de uso de estas tecnologías por parte del sector humanitario: preparar suministros con antelación para evitar la desnutrición, proporcionar información de cómo mejorar la producción de cultivos locales antes de que estos se vean afectados por eventos climáticos u organizar contenciones a posibles epidemias de enfermedades transmitidas por mosquito o cólera antes de que las inundaciones las provoquen. En definitiva, salvar vidas de niños y ahorrar costes.

"Ese es el poder del big data. Pero esto solo funciona si se trabaja en asociación con toda la ONU, con el sector público, con el sector privado y con el mundo académico. Ese es el ecosistema que nos brinda la FDN", señala la directiva de UNICEF.

Brecha digital y de talento

Desde UNICEF consideran fundamental la implicación del sector privado para la efectividad de la FDN, que pasa por cerrar la brecha digital, y también por la atracción de talento tecnológico. También creen que es importante aprender de las experiencias corporativas de digitalización.

Elena Alfaro, directora global de Datos y Analítica Avanzada de BBVA, destaca la importancia de tres elementos. El primero es la ciberseguridad como base desde la que partir, y como foco de inversión constante: "Porque los malos seguirán ahí". El segundo: centrarse siempre en las necesidades de los clientes y usuarios de lo que se está desarrollando.

El tercer elemento, desde la perspectiva de los datos, es la importancia de que datos, tecnología y negocio vayan unidos desde el principio. "De lo contrario, no podrás extraer todas las posibilidades de los datos. Necesitamos desarrollar aplicaciones digitales que recopilen más datos y, en mi experiencia, esto es algo en lo que normalmente los ingenieros o los empresarios no piensan. Desarrollan algo que se limita a cumplir su función primaria", asegura Alfaro.

La pregunta del millón es cómo incentivar que las iniciativas de datos por el bien social confluyan con las prioridades de negocio, y que las colaboraciones entre el sector humanitario y el privado vayan más allá de iniciativas puntuales de Responsabilidad Social Corporativa.

"Creo que debemos empezar a cerrar la brecha entre los datos orientados al bien común (data for good) y los orientados al negocio (data for business), y comenzar a pensar en datos orientados a negocios responsables”’ (for good business)", sugiere Alfaro. El reto -señala- es que esto depende en gran medida del presupuesto, y eso hace que sea difícil de sostener en el tiempo.

La directiva de BBVA apunta a la necesidad de encontrar espacios con intereses comunes: "Nuestro negocio es digital, y un mayor ecosistema digital y mayor alfabetización digital y financiera aumenta también nuestras capacidades de negocio". Además, fomentar ecosistemas de datos donde no los hay aumenta las oportunidades de negocio del sector privado, y puede atraer un perfil de talento diferente, que busque tener impacto social positivo.

Digitalización ética, democrática e inclusiva

Está claro, sin embargo, que no todo vale, y el fin no justifica los medios. Cuando se trata de recopilar datos y usar tecnologías en entornos vulnerables, y en específico en relación con la infancia, tiene que primar la cautela. Estas iniciativas deben desarrollarse con los más altos estándares éticos; hacerlo, como señala Leis, respetando la privacidad y poniendo los derechos humanos por delante, de forma sostenible, inclusiva y justa.

A veces esto no es suficiente. Por su experiencia trabajando en iniciativas con población vulnerable, la fundadora de Eticas Gemma Galdon, advierte de tres riesgos en la recogida de datos y uso de tecnología punta en el sector humanitario y de emergencias sin precauciones. Lo ejemplifica con el caso de los rohinyás en Myanmar, "de quienes se realizó un registro con tecnologías biométricas supuestamente para entregarles alimentos, pero dichos datos se acabaron usando para crear listas de expulsión".

Galdon -pionera en auditar el impacto sociotécnico de la inteligencia artificial- destaca que es muy importante delimitar claramente qué datos y para qué se van a recoger, impidiendo que se puedan usar con otros fines. La experta también menciona obstáculos estructurales que a menudo no se tienen en cuenta, como por ejemplo el consumo de electricidad, la necesidad de conectividad a internet o la capacidad de respuesta de emergencia.

"¿Qué ocurre cuando tienes un sistema que predice con una elevada precisión si hay un terremoto y avisa a la ciudadanía, pero no tienes equipos humanos para actuar en el momento?", plantea Galdon. No es solo una pregunta retórica, sino la conclusión de un proyecto de en el que Eticas trabajó con el gobierno alemán, en el que también detectaron recolección indebida de datos. "Cuando esto sucede, no es solo que la inteligencia artificial no te salve, es que habrás desviado fondos públicos a herramientas que no funcionan y que caerán en el desuso".

Galdon tiene claro que la tecnología puede ayudar en procesos de respuesta a emergencias, pero solo si se ve como parte de un todo. "Hay que tener muy claro que el objetivo es mejorar la calidad de vida de las personas, y no simplemente que la tecnología funcione. En nuestra experiencia, los políticos no entienden esa integración, y los equipos técnicos tienen una definición muy limitada de lo que hay que conseguir, por lo que vemos muchos problemas en la planificación, en la implementación real y en el seguimiento de los resultados", asegura la experta.

En conclusión: la transformación del sector humanitario y de desarrollo pasa por la digitalización y el cierre de las brechas tecnológicas y de talento; ello requiere de colaboración público-privada y con la academia y la sociedad civil, y entender que ‘digitalización’ no es solo tecnología de vanguardia, sino también experticia y talento diverso. Y no menos importante: que la integración tecnológica debe ser responsable, ética y cibersegura, sin caer en el solucionismo tecnológico.

Parafraseando a Leis, tenemos dos opciones: una es un futuro digital inclusivo y prometedor para todos; la otra es un futuro en el que los derechos humanos y los más vulnerables se quedan atrás, como perdedores de la digitalización. ¿Cuál de las dos vamos a elegir?