Moyà, durante un torneo.

Moyà, durante un torneo. Clive Brunskill Reuters

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Moyà se atreve con el banquillo

El mallorquín, ex número uno del mundo y campeón de Roland Garros, se une al equipo de Milos Raonic, al que entrenará en 2016.

3 enero, 2016 01:45

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Milos Raonic lo tuvo claro. Después de romper con Ivan Ljubicic, su técnico durante los dos últimos años (desde esta temporada entrenará a Roger Federer), el canadiense se lanzó a por Carlos Moyà, pretendido por varios jugadores. Así, y tras aceptar la propuesta del número 14 del mundo, el mallorquín abrirá en el próximo Abierto de Australia (a partir del próximo 18 de enero) una nueva etapa en su vida. Después de retirarse en 2010 y asumir la capitanía del equipo de Copa Davis en 2014 (dejó el cargo a finales de esa temporada), Moyà se estrenará como entrenador de Raonic, con el que viajará 15 semanas del año buscando un salto cualitativo que confirme las expectativas que llevan tiempo rodeando al joven de 25 años. En consecuencia, al mallorquín le toca jugar ahora desde el banquillo.


“La relación nació cuando lo dejó con Ljubicic”, cuenta Carlos Moyà a EL ESPAÑOL después de que el canadiense anunciase el acuerdo a través de las redes sociales. “Me llamó su mánager, me explicó el proyecto y me preguntó si estaría dispuesto a formar parte, en el caso de que ellos decidieran elegirme”, prosigue el mallorquín, que entrenó con Raonic en Manila y Japón durante las exhibiciones de la IPTL (una liga que reúne a las grandes estrellas del circuito junto con otros ex campeones con un innovador formato de juego) para conocerse mejor y ver si podían encajar como equipo. “Yo le pregunté algunas cosas, pero terminé diciéndole que sí. Estuvieron un tiempo pensándolo, imagino que sopesando otras opciones, y finalmente me confirmaron que era la persona elegida. Es uno de los mayores retos que he tenido en mi carrera tras dejar el tenis”.


Moyà, apreciado en el vestuario por su experiencia en el circuito, lleva tiempo recibiendo ofertas para entrenar, siempre rechazadas por distintos motivos. Uno de ellos, los importantes lazos de sangre que le frenaban a la hora de embarcarse en una aventura así. “El tema familiar me había parado bastante hasta ahora para aceptar este tipo de trabajos”, asegura el ex número uno del mundo, que además de la propuesta de Raonic tenía otras opciones para elegir. “Hace cinco años que me retiré del tenis, he ido haciendo cosas de forma puntual, que implicaban viajar menos”, prosigue el español, casado y con tres hijos. “Me apetece volver al circuito. La única parte negativa tiene que ver con los viajes y con el tiempo que pasaré lejos de mi familia, pero he sido jugador durante toda mi vida y lo que conozco es el mundo del tenis. Obviamente, mi nueva incursión en el circuito es distinta a la que tuve durante mi carrera, pero poder ayudar a un jugador a alcanzar sus metas siempre es bonito”.


UN PROYECTO IDEAL

La incorporación de Moyà al equipo de Raonic supone el relevo natural de Ljubicic, complementa la figura de Riccardo Piatti (el otro técnico del canadiense) y se presenta como un desafío para el español, que deberá trasladar sus conocimientos al 14 mundial. “Era el momento perfecto para adentrarme en el circuito como entrenador”, reflexiona el mallorquín sobre la decisión. “Seré su técnico, igual que Piatti. Está claro que Riccardo pasará más tiempo con él, porque cuando no hay torneos estarán juntos en Montecarlo”, añade. “Milos tiene un equipo muy bien estructurado y montado. Lo que no podía hacer era viajar 30 semanas al año y estar 52 semanas pendientes de un jugador. Por eso, es una opción ideal para mí. Además, tiene un margen de crecimiento espectacular y esa es la razón que me anima a entrar en este proyecto”, confiesa acerca de Raonic, que con siete títulos todavía está lejos de llegar a ser lo que muchos técnicos apuntaban.


“Es un tenista que no tiene techo, al menos de momento”, asegura el mallorquín sobre su nuevo pupilo. “Por culpa de lo que sea, no hemos visto al mejor Raonic. Cuando llegó a tocar el número cuatro, se vio un poco de lo que puede llegar a ser, pero el margen de crecimiento de Raonic no lo sabe nadie, ni él mismo”, insiste el campeón de Roland Garros, que vio cómo el canadiense se encontraba con problemas físicos en 2015. “Con cierta regularidad puede aspirar a lo más alto. Y no hablo en cuatro o cinco años, hablo de aspirar desde ya mismo si las lesiones le dejan jugar tranquilo todo el año”, continúa. “Es un tenista de unas características distintas, que mide 1,96 metros y pesa 98 kilos. Hay que tenerlo en cuenta para evitar las lesiones. Hasta ahora, tanto Ljubicic como Piatti, así como Galo Blanco, han hecho un gran trabajo con él, pero creo que potencialmente puede aspirar a todo”.


¿Y qué busca Raonic en Moyà? ¿Qué ha llevado al canadiense a considerar al mallorquín pieza clave para su despegue definitivo? Parece evidente que algo parecido a lo que llevó a Novak Djokovic a contratar a Boris Becker: una persona que haya pasado por las situaciones más duras en los torneos más exigentes, que comprenda y entienda cómo digerir esas emociones, al alcance de aquellos que ya han recorrido alguna vez el camino.


“Voy a intentar aportarle la experiencia que tuve en partidos importantes y ayudarle a manejar esos momentos. Creo que Raonic busca cómo manejar esas situaciones, algo que quizás le ha costado hasta ahora. En torneos grandes, ha tenido tres buenos resultados en su carrera. Una semifinal en Wimbledon y dos finales de Masters 1000, en Canadá y en París-Bercy. En esos tres partidos, y lo hablé con él, no fue capaz de jugar el tenis que le había llevado hasta esa ronda. Tener a alguien nuevo de fuera, que lo ha sabido hacer en su momento, es algo que puedo aportar”, dice Moyà, que ganó Roland Garros (1998) y llegó a la final del Abierto de Australia (1997). “Y además tengo una ventaja: he jugado con todos los rivales a los que se enfrenta Raonic ahora mismo. Quizás, el único con el que no he coincidido ha sido Nishikori, pero sí con todos los demás. Haberme enfrentado a ellos me proporciona una visión y unos conocimientos que desde fuera lo pueden cambiar todo un poco”.


NADAL NUNCA FUE UNA OPCIÓN CERCANA

La llegada del mallorquín al equipo de Raonic cierra la puerta a la posibilidad de ver a Moyà asesorando a Nadal, una opción que recorrió el vestuario cuando el debate sobre el cambio de entrenador asaltó directamente al balear, cuestionado por los resultados del peor año de su carrera. “Nunca se llegó a plantear y nunca vi que fuera una opción cercana”, asevera el español sobre la posibilidad de acompañar por el mundo al campeón de 14 grandes, que precisamente arrancó 2016 ganando el torneo de exhibición de Abu Dhabi a Raonic (7-6 y 6-3 en la final) antes de viajar a Doha, donde iniciará oficialmente la temporada.


“El equipo de Nadal es un grupo muy sólido y estructurado. Él siempre ha tenido las cosas claras. He intentado estar cerca como amigo, apoyándole, pero nada más”, repite. “Estoy convencido de que va a seguir con ese equipo hasta que acabe su carrera. Aquellos rumores… eran especulaciones porque la gente sabe que somos muy cercanos”, explica Moyà, que ha vivido de cerca toda la carrera del número cinco. “Cuando se plantea el cambio de entrenador, que es un tema derivado de los resultados y de los comentarios de John McEnroe, Nadal tiene las cosas muy claras. Al menos, se da un tiempo, pero no va a cambiar de entrenador a las primeras de cambio. No hacerlo es una decisión muy acertada. Ha dejado atrás los problemas mentales y estoy seguro de que va a tener un gran 2016”.


Ahora, y después de tomar la decisión de iniciar su etapa como entrenador de la mano del canadiense, Nadal y Moyà pueden volver a enfrentarse durante el año: esta vez, y a diferencia de los tiempos en los que ambos eran jugadores, uno estará en la pista y otro en la grada.