El talento tiene muchas caras y se encarna en personajes muy dispares. Estos días Raúl se retiró del fútbol y Jonah Lomu nos dejó para siempre. Dos figuras antitéticas, dos jugadores únicos, dos vidas en las antípodas. Raúl, el paradigma del deportista iceberg cuya verdadera dimensión se encuentra en lo que no se ve: una afilada inteligencia que lo situaba milimétricamente en el espacio que podía y debía abarcar. Lomu, un prodigio de la naturaleza, un icono tocado por la varita de los dioses. De la estirpe de Ali, Jordan y Bolt. Exuberante, poderoso, dotado de un magnetismo imposible de resistir. Si Raúl tuvo detractores en el deporte de la polémica, Lomu es la Leyenda en el deporte del respeto.

El delantero madrileño forjó su legado en torno a una ambición tan poderosa que derrotó a la lógica. Su físico, delgado y resistente, lejos de la velocidad o la potencia que definen a los grandes delanteros, era un contrasentido para su posición en la cancha. Todo lo contrario que el neozelandés, al que ni siquiera el ingeniero más imaginativo del rugby hubiera sido capaz de diseñar. La fuerza de un delantero con la rapidez y la habilidad de un ala. Un tanque con la velocidad de un Ferrari. Un prototipo que cambió el rugby para siempre.

Uno de blanco y otro de negro, completaron dos carreras a su estilo. La del futbolista, larga e intensa; la del rugbista, fulgurante y atronadora. Eso sí, con alguna coincidencia: lograron éxitos, batieron marcas, pero ninguno conquistó una Copa del Mundo. Hasta los más grandes tocan metas que no pueden atrapar.

Raúl, tras su último partido con el Cosmos.

Raúl, tras su último partido con el Cosmos. Eduardo Muñoz Reuters

Por su parte, la inesperada y prematura de muerte de Lomu ha revelado la extraordinaria dimensión del jugador de Auckland, desde la portada del New York Times hasta las muestras de condolencia llegadas de todos los rincones del planeta, incluida la Reina de Inglaterra. Mientras, en su país se subraya el aspecto humano del jugador, un ejemplo en su lucha contra su devastadora enfermedad. Como condensó el veterano columnista del New Zealand Herald, Phil Taylor, en su obituario “Jonah Lomu, un hombre humilde, ”para mucha gente en el mundo, primero fue Lomu. Después el rugby”.