Una pareja se besa delante de la imagen de Slobodan Milosevic, en el año 2000.

Una pareja se besa delante de la imagen de Slobodan Milosevic, en el año 2000. Getty Images

Libros movilizaciones pacifistas

Morreos, risas y tribu: la derecha también hizo la revolución del amor

Uno de los fundadores del movimiento serbio Otpor! contra Milosevic publica un tratado para cambiar el mundo sin derramar una gota de sangre.

12 mayo, 2016 19:09

“Si quieren saber cómo funcionan las revoluciones violentas, ésas que duelen acabar empapadas con la sangre de las personas inocentes, basta con sentarse a leer una buena biografía de Lenin”. Pero como aclara el propio Srda Popovic (Belgrado, Serbia, 1973), él no ha escrito una de ellas. Lo suyo no es la violencia, él habla de amor y risas, de comunidad y respeto. Ya no está en el Parlamento representando al Partido Demócrata, al que llegó después de ser uno de los líderes del movimiento estudiantil Otpor!, que ayudó a derrocar a Slobodan Milosevich. Aquella oleada adolescente del año 2000 es, ahora, el Movimiento Juvenil de Derecha, y Popovic pasa por ser el portavoz de la memoria de aquella rebelión.

El asesor de CANVAS (Centro para la acción y estrategia no violenta), empresa que se dedica a adiestrar a activistas, ha sido acusado de ser financiado por EEUU cuando estaba al frente de Otpor!. De hecho, la sospecha se cernió sobre varios de los líderes del grupo por desvío de los fondos a sus cuentas personales. La plataforma de Occupy, otro de los movimientos pacíficos que pretenden el cambio y la regeneración, acusó a Popovic de estar a sueldo de Goldman Sachs y de trabajar para la agencia de inteligencia Stratfor (Strategic Forecasting, Inc).

Popovic aplica los principios de la acción no violenta para oponerse a la opresión y alcanzar la libertad, la democracia y la felicidad

La editorial Malpaso acaba de publicar Cómo hacer la revolución. Instrucciones para cambiar el mundo, en el que Popovic desarrolla un manual para llevar a buen puerto la revolución, asegura, sin derramar ni una gota de sangre. Antes de formar parte de las movilizaciones era un bajista aburrido en una banda de rock gótico de la ciudad serbia; 16 años después es un consultor de movimientos, “grandes y pequeños”, en cualquier parte del mundo, que quieran aplicar “los principios de la acción no violenta para oponerse a la opresión y alcanzar la libertad, la democracia y la felicidad”. Esta es su propuesta para cambiar el mundo:

1. Un morreo mueve montañas

En lugar de gritar y lanzar consignas, “la multitud de manifestantes está dándose besos, unos besos sonoros, además”. El autor cuenta cómo cientos de personas ignoraron las órdenes de las autoridades turcas y se entregaron a sus labios. Fue, cuenta, un verdadero despliegue de humanidad, “un gran besuqueo colectivo en el que todos babean y sueltan risitas infantiles”. Era la única manera de desarmar a las fuerzas del orden en un momento de crisis. Así rompieron los códigos en los que los antidisturbios fueron educados para reprimir manifestaciones violentas, con un morreo colectivo.

2. Victoria a carcajada limpia

Lo llama “risactivismo”. Y sí, es un nombre muy ridículo. Cuenta Popovic que sólo hay un método válido contra el miedo que inspira un tirano como Milosevic: la risa. El miedo se desvanece entre carcajadas. “El caso es que todos nos pusimos a contar chistes, al cabo de una hora nos sentíamos perfectamente capaces de derrocar al régimen desatando una epidemia de carcajadas”. Estamparon en un barril una caricatura del tirano, “con su eterna sonrisa de matón”, y cobraron por “partirle la cara”. Salieron con un bate de béisbol y el barril a la calle, en el principal paseo de Belgrado. El eco del primer mamporro fue tal que “llegó a oírse a cinco manzanas de distancia”.

3. Piensa de manera creativa

Crecen los grupos “uniéndose y operando” para “derrocar dictaduras y corregir injusticias”. Son rebeldes ordinarios parecidos a él, que pasaron de ser bajistas pasotas a líderes rebeldes. La creatividad, asegura, es la puerta de los principios de la acción no violenta, para acabar con la opresión “y alcanzar la libertad, la democracia y la felicidad”. “Los buenos activistas son como los buenos cómicos y lo único que tienen que hacer es perfeccionar su número”.

4. El secreto está en la tribu

“Cualquier movimiento, ya pretenda derribar a un dictador o promocionar la agricultura ecológica, necesita una identidad de grupo”, explica el líder de CANVAS. Popovic recurre al movimiento jipi para encontrar el referente esencial en el éxito de las revoluciones: “Es precisamente ese sentido de la identidad grupal lo que separa los grandes movimientos de las protestas aisladas”. La unidad, según el autor, consiste en mucho más que alinearse todos detrás de un candidato: “La unidad consiste en crear un espíritu de comunidad, construir los elementos de una identidad de grupo, contar con una organización cohesionada, no dejar a nadie en el camino y ceñirte a tus valores”. Una comunidad se ama.

5. En el movimiento está el cambio

“Como un buen disco de rock. Su objetivo [el de este libro, dice su autor] es hacer que os pongáis en pie y os animéis a moveros. Con ellas lo que pretendo sobre todo es convenceros de que por más que los tiranos de todo pelaje y condición, desde los uniformados gorilas hasta las troikas en pleno, puedan pareceros invencibles, a veces basta con un poco de humor para acabar con sus abusos”. Eso sí, hay que asegurarse de que cualquier cambio conseguido sea duradero y estable. Y renegad del poder. “La corrupción y el abuso del poder recién estrenado pueden malograr las conquistas de las revoluciones pacíficas mejor organizadas”.

6. Revolucionarse no es (sólo) de izquierdas 

Popovic carga contra el movimiento Occupy (Ocupa Wall Street), que le ha convertido en su diana favorita, porque orientaron sus cambios desde parámetros de la izquierda. “Por más que a los famosos les guste implicarse en causas y cruzadas de toda naturaleza, suelen ser recursos difíciles de aprovechar”. Se refiere a Kanye West, Russell Simmons, Alec Baldwin, Tim Robbins, Michael Moore, Yoko Ono, Susan Sarandon… “Estos artistas atraen a un sector muy concreto de la población, el sector que escucha rap, defiende una política de izquierdas y sigue programas de televisión muy elogiados pero muy poco vistos como 30 Rock y películas como Los chicos están bien”. Popovic explica que la identidad grupal de Occupy “nunca resultó atractiva” para la derecha. ¿Por qué? Porque en lugar de invitar a un cantante como Lee Greenwood a que cantara “unas cuantas de sus melodías patrióticas”, llamaron a Talib Kweli. Y esto le molesta.