Semifinal. Semifinales. Femisinal. Femisinales. Ahí queda eso. Están semifinalizados hasta el tuétano estos de Telecinco. Se desmadran las semifinales, tanto en ‘GHVIP’ como en ‘Got Talent’ (que amenazan con la segunda semifinal: será el próximo sábado, en la cadena amiga… ¡del semifinaleo!). Es el Eurocopetín de los ‘realities’ y ‘talents shows’ zafios que los programadores alaaaaargan hasta el Bostezo Final. O sea, hasta el momento de empalmarlo, a capón, con el subsiguiente engendro: ‘Supervivientes Honduras’. ¡Por favor, que nadie apague la bombilla fluocompacta que anima, alumbrando las tétricas sombras catódicas, la inacabable party telecinqueña! ¡Que no pare la fiesta! Como la de anoche, que fue alto ‘intensoporífero’.

Rebobinemos un poco la cosa. Un día antes. El miércoles. “Mi pálpito es que mañana sale uno y quedarán tres para la final del domingo”. Empezó Rappel, una vez más, equivocándose en sus vaticinios de augur residente de la calle Serrano. Ni una. En su línea (¿telefónica a no sé cuántos céntimos de euro el nanosegundo de llamada?) que sigue el tío. Obcecado. Embutido en esas horrorosas túnicas de mercadillo y anticipándose siempre a su escuálida coletilla de Fumanchú. Salieron expulsados dos y la final será el próximo jueves. Queda claro, pues, que los pálpitos de Rappel son pálpitos pitopáusicos de vidente semiciego. Es el Míster Magoo de la adivinación quiromántica. Lo raro es que siga viviendo de ello.

“Mi idea era llegar aquí, intentar convivir y decir las cosas a la cara”. Resumió así el secreto de su éxito ‘Carlitros’ Lozano. Mi favorito, tanto por su desparpajo como por su campechanía. Se la pela todo, o casi todo, al tío. Sobre todo ahora que ha encontrado un hueco a su medida en Mediaset. “Tú no te preocupes por la gente que habla mal de papá”, le decía el presentador en conversación telefónica a su hija Luna. “Que ya lo arreglará papá cuando salga de aquí”. Soy carlista, hasta la rabadilla. Y antimatamorero, por ese momento ‘Cara al sol’ que eligió la chica para ‘retratarse’ en un ‘selfie’ desactualizado.

Y 91 días después, cayó Laura Campos fulminada en la primera conexión con la casa. Lo previsible. Curioso el hecho de que la concursante se llevase un berrinche como si le hubiera ido la vida en ello. La esperanza es lo último que se pierde. O eso dicen. Aún no se habían repuesto del susto cuando Soporrrrdi González volvió a hablar con ellos y se zumbó, sin compasión ninguna, al emérito Rappel. Tampoco lo vio venir. ¡Ay, pobre! Visionario sin visión de futuro. “Bueno, Rappi, que no pasa nada. Buen rollo, ¿no?”, le dijo Carlos Lozano, descojonándose por dentro. Quedaban así, los dos finalistas que todos imaginábamos. Todos, sí. Menos Rappel, por supuesto, a quien seguro que sus cartas anunciaron que él y Laura Campos serían los elegidos para esa gran final que tanto se hace desear. Divo adivino Rappel. El Repelente Ancianiño Vidente.

58,5% y 41,5%. Laura Matamoros y Carlos Lozano. Enemigos íntimos y finalistas de alto copete. Ni PP ni PSOE. Ni C’s ni Podemos. Las dos Españas, siempre a cara de perro, están ahí. Enfrentadas amorosamente. Elegidos para la gloria follonera. Semanita de pasión con cierto retraso, la que se avecina, en Telecinco. Un vía crucis en toda regla catódica. Todo sea por el pingüe ‘clinc, clinc, clinc’ que reportan, cada minuto que pasa, las votaciones telefónicas. “Mi intuición es que Laura es el porcentaje mayor ahora mismo”, aventura, sin ruborizarse apenas, el ‘Pestiño’ Nicolás desde el estudio. El Pequeño Escribiente Australiano. Otro vidente sin mucha vida por delante. Otro Rappel. Dios los cría…

Nueva conexión (con déjà vu añadido al canto): “La audiencia ha decidido… ¡bueno! Está decidiendo”, suelta Soporrrrdi, en un requiebro digno de ‘El Club de la Comedia’, y Laura Matamoros se echa a llorar, atacada de los nervios. “Jordi. Si ya se sabe que es Carlos, hijo”, suelta ‘la’ Matamoros. Y ahí lleva toda la razón. A no ser que nos dé un ‘rappelazo’ y nos equivoquemos. O seamos víctimas, otro año más, de un tongazo. Otro más. A lo Doña ‘Cocreta’. Que de todos son capaces estos de ‘Gran Hermano’ con tal de suspender un nuevo curso.

Qué paradojas tiene la maldita televisión. Del infierno, sin ‘check-points’ de por medio, al cielo. Y, mientras tanto, La 1 de TVE propinándonos una lección de reporterismo de guerra en ‘Ochéntame otra vez’. Radiografía de ‘la tribu’, al completo. La tercera España. La real. La de verdad. Uno de esos documentales, imprescindibles, que merece la pena llevar a los colegios (aunque sólo sea para que los chavales conozcan a José Luis Márquez antes que a Rappel). Buscadlo si no lo visteis. No os arrepentiréis. Una noche hecha para zapear hasta la extenuación. Ahí reside, aunque sea excepcionalmente, la diferencia entre una cadena pública y otra privada. Entre TVE y Telecinco. De nota alta lo de La 1. Un sobresaliente.