Una de las pocas fotos atribuidas a Pynchon, de su anuario del instituto.

Una de las pocas fotos atribuidas a Pynchon, de su anuario del instituto. Oyster Bay High School

Ciencia Ingeniería y Literatura

Cuando Thomas Pynchon era ingeniero en Boeing

Escritos atribuidos al misterioso novelista vierten luz sobre la etapa, previa a la literatura, en la que redactaba manuales técnicos en la empresa aeroespacial.

13 junio, 2016 13:52

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Existe apenas un puñado de fotos de Thomas Pynchon, novelista estadounidense de culto y sempiterno candidato al Nobel de Literatura, y todas son de antes de cumplir los 20 años. Ahora tiene 79. Casi todas estas imágenes fueron extraídas del anuario de su instituto, el Oyster Bay High School de Long Island, Nueva York. Bajo una de ellas podía leerse: "Le gusta la pizza; odia a los hipócritas; su mascota, una máquina de escribir; aspira a ser físico".

Tras el instituto, Pynchon fue a estudiar ingeniería física en la prestigiosa Universidad de Cornell, carrera que interrumpió para enrolarse en la marina. Aunque el escritor comenzaba a enhebrar pequeños relatos, tras graduarse, su primer empleo fue en Seattle, como escritor técnico para Boeing. En aquel momento, la compañía aeroespacial estaba desarrollando un nuevo misil tierra-aire de largo alcance llamado CIM-10 Bomarc, y lo que Pynchon hacía allí era escribir artículos relacionados con la seguridad -lo que hoy llamaríamos prevención de riesgos- en un boletín interno llamado Bomarc Service News.

Ejemplar de Bomarc Service News de enero de 1961.

Ejemplar de Bomarc Service News de enero de 1961. Robert Nelson

Era 1960, aún faltaban tres años para publicar su primera novela, V, y 13 hasta la aparición de su primer gran éxito, la inconmensurable El Arcoiris de Gravedad. Paradójicamente, esta época como ingeniero es la más documentada de la vida de Pynchon, quien desde el primer minuto como novelista rehuyó las cámaras, las promociones editoriales o las entrevistas.

Muchos investigadores que siguen la pista del esquivo autor han acabado cruzando la difusa línea entre letras y ciencias para analizar estos textos, que aparecieron en el boletín entre 1960 y 1962, aunque sin firma. "Que yo sepa, Pynchon nunca ha identificado a qué artículos contribuyó, y no parece haber documentación alguna en Boeing que pudiera aclarar esta cuestión", dice a EL ESPAÑOL Robert Nelson, un investigador de Pynchon que durante años se ha dedicado a buscar y coleccionar prístinos ejemplares de este newsletter interno a través de internet y en librerías de viejo. Ahora, Nelson ha puesto a disposición del público parte de estos documentos

Adrian Wisnicki, de la Universidad de Lincoln-Nebraska, sí que ha realizado análisis más concienzudos acerca de la autoría de los artículos de Pynchon en Boeing, siguiendo la pista de viejos compañeros del hoy novelista, que lo recordaban como "introvertido, con pocos amigos en Boeing y como una persona que, mientras trabajaba, en ocasiones solía envolverse en aquellas hojas enormes de papel rígido empleadas para dibujos de ingeniería y trabajaba dentro de este capullo, como un Bartleby aeroespacial, con cualquiera que fuese la luz que se filtraba". 
Uno de los artículos atribuidos a Pynchon en el boletín de Boeing.

Uno de los artículos atribuidos a Pynchon en el boletín de Boeing. Robert Nelson

De lo que no cabe duda es de la influencia que tuvo en su obra posterior escribir sobre misiles en Seattle. Para Nelson, "hay, por supuesto, una conexión entre Boeing y Yoyodyne", la empresa ficticia, contratista de material espacial y de defensa, que aparece en las dos primeras novelas de Pynchon, V y La Subasta del Lote 49. "Y el misil Bomarc claramente inspira al proyectil cuya trayectoria ofrece el título de El Arcoíris de Gravedad", añade.
Para estos investigadores, más allá de las conexiones temáticas, "la interacción entre lenguaje, humor, tecnología y cultura que se ha convertido en distintiva de los trabajos de Pynchon están ya presentes en estos artículos tempranos", dice Nelson. Sin embargo, y como en una novela del citado autor, encontrar los pocos originales que quedan de Bomarc Service News puede llevar a los interesados a una espiral de paranoia y personajes interesantes. Además de las copias que Nelson y otros han podido obtener, sólo existe un set completo, en propiedad de Boeing, y uno parcial, en una biblioteca.