Todos los poderes políticos y mediáticos han recordado la tragedia de hace 20 años. El 11-M fue una tragedia para toda España. Todos estamos de acuerdo. Y cada uno la recuerda ahora, intentando aorovecharla para sus fines políticos o periodísticos.
Y eso, como madrileño, me hace daño. Mucho daño.
Madrid perdió (perdimos) a 192 miembros de su familia. Madrid sufrió en sus carnes el asesinato de sus vecinos, de sus amigos, de sus familiares.
Y por eso los madrileños no podemos aceptar que manipulen a nuestros muertos. No son 192 españoles muertos y más de 2.000 heridos. Son además mis hermanos y hermanas y a mis hermanos y hermanas no se les toca si no es con mucho cariño y mucho respeto.
Hoy levanto mi copa por Madrid y su gente porque el 11-M reaccionamos como se reacciona frente el asesinato de un ser querido: ayudando en todo lo posible y tragando sus lágrimas de impotencia. Lloramos, gritamos y continuamos ayudando.
Eso fue y eso es Madrid y mi gente
Madrid guardó un silencio que se escuchó en el mundo entero. Un silencio de dolor y rabia.
Yo estaba en Nueva York y recordé el 11-S y las torres gemelas. El pueblo de Nueva York y el pueblo de Madrid es muy semejante en su manera de ser: acogedor, simpático, trabajador y solidario en las tragedias. El 11-S, blancos, negros, hispanos, árabes, judíos y de cualquier raza, religión o cultura se unieron en Nueva York para ayudar, llorar y gritar de rabia. Han matado a "my brothers and sisters".
20 años después del 11-M yo no busco explicaciones. Sólo quiero que dejen tranquilos a mis 192 seres queridos que nos dejaron.
Respeten, por favor, mi silencio y mi dolor